Pulir el corazón diamante es una experiencia mística, trascendental, disponible para cualquier voluntario que desee adentrarse en un misterio poblado de rutas, tan largas como su sistema de venas.
Como una piedra en bruto debe ser pulido, observado, tallado.
Y solo tú puedes hacerlo.
Con tu propio corazón, en cada instante.
Recordar, remover velos representados en historias y palabras, mientras sacas uno otro aparece, pero no desesperes porque siempre hay avances.
Pulir el corazón diamante es una experiencia mística, trascendental, disponible para cualquier voluntario que desee adentrarse en un misterio poblado de rutas, tan largas como su sistema de venas.
¿Para qué sacarlo a brillar?
Como lo cuento en mi nuevo libro Enciende tu corazón, este órgano tiene inteligencia propia. Es un poder milagroso que nos recuerda constantemente quiénes somos. Es un músculo que late 100 mil veces por día, sus cuatro cámaras se abren y cierran con la sincronización de una orquesta impecable. Bombea sangre llena de oxígeno y nutrientes por una red de venas y arterias que suman 97 mil kilómetros de extensión (darían dos vueltas y media al mundo) y ahí aloja las emociones más elevadas (bondad, alegría, compasión, fe, certeza, confianza, amor).
Si buscamos el origen de la palabra corazón, la maravillosa etimología de su nombre habla a las claras de su poder, campo magnético e inteligencia superior. Tiene su origen en el sánscrito Hrid, que significa “el que salta” (por su actividad dentro del pecho), y por eso los hindúes representan el chakra Anahata con un antílope o ciervo. De allí pasó al griego transformándose en Krid, Kridia, Kirdia y Kardias, para llegar al latin Cor (centro), la misma raíz de la palabra “coraje”. En inglés, la palabra es Heart. En alemán, Herz, que se originan en el sánscrito Hrid.
La anatomía de tu corazón es algo milagroso, perfecto y ahí se asienta tu posibilidad de conectar directamente con el poder personal que late en cada paso de sangre, oxígeno y nutrientes. El corazón tiene cuatro válvulas, portales divinos que además de sus funciones vitales tienen un profundo significado místico y simbólico.
En el momento que comenzamos a tomar consciencia de lo que sucede dentro nuestro, somos capaces de comprender, honrar y valorar el tiempo que nos regalan en este cuerpo. El miedo a la fragilidad de los instantes se disuelve cuando apreciamos la magnitud de nuestra grandeza. Es un privilegio habitar este cuerpo, la forma humana que nos han dado por un rato en este mundo. Es hora de honrarla, agradecerle conscientemente, para estimular la autoestima, el autoconocimiento y crear conexión con cada una de sus partes y funciones.
-Frota tus manos.
-Pon la izquierda en el corazón y la derecha la cubre.
-Hazle una pregunta a tu corazón o dile algo amoroso bajando tu cabeza en un susurro, como si le contaras un secreto.
-Visualiza que dentro de tu centro hay un diamante en bruto que cada vez que le hablas, le susurras, lo cuidas amorosamente se va puliendo brillando más.
-Cuando recibas la respuesta, despega las manos y las abres en el centro del pecho para que se difumine la luz del diamante.
-Tus dedos representan la expansión de esta piedra preciosa que responde a la evolución de tu campo electromagnético.
-Se acrecienta mientras más le sacas brillo a tu piedra preciosa.
-Con un campo electromagnético más sólido y fuerte atraes vibración alta y con ella solamente vienen buenas cosas, decisiones que son pura poesía, salud y vitalidad.
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