Ama, baila, viaja, teme, llora, piérdete, échate un clavado al fondo de tu ser y reencuéntrate.
Todo pasa por algo, es el mensaje con el que cierro el 2022 y comienzo el 2023.
Me parece gracioso, porque no sé si es una señal de madurez, verle por fin lo verdadero a una de esas frases clichés que por años te han repetido tus papás o tus abuelos y que uno siempre tiende a voltear los ojos porque en el momento piensa: “Sí sí, ya sé que todo pasa por algo pero, ¿por qué me está pasando?” o, cuando te dicen, “De pronto llega el gran día en el que todo hace sentido”.
Y curiosamente ese momento llegó leyendo otra cosa que decía: “Los amigos son el verdadero amor de la vida”
Siempre he dicho que las relaciones son un constante coincidir y conectar, coincidir en la etapa de la vida en la que te encuentres, tu consciencia, tus prioridades, tus valores, tus anhelos, tu sentido del humor y desde ahí conectar. Este proceso es constante porque individualmente estamos cambiando así que una amistad o relación que sobrevive el paso del tiempo es aquella que se reencuentra en cada escalón de su evolución. Bueno, el 2022 fue un año de transformación para muchas personas que inevitablemente vino con cortar lazos en el proceso y eso conlleva un periodo de reajuste que puede ser solitario.
Entones mi cabeza vuelve a la frase anterior y a cuestionar casi instintivamente: “¿Y si no? ¿Y si la amistad acaba? ¿Y si no tienes amigos porque acabas de llegar a un lugar nuevo?”
Por eso el concepto de “amor de la vida” como alguien o algo más fuera de ti, siempre me ha parecido una ecuación sin sentido. La falta de ese algo o alguien, amigos, pareja no hace que de pronto dejes de valer o en su defecto de existir. Si la vida te quita a quien creías que sin su presencia no podías vivir ¿Qué pasa? Te empuja a ti.
A gestionar contigo, a vivir contigo, a fluir contigo, a acompañarte, a recordarte que de que puedes vivir sin quien crees que no puedes vivir, puedes.
Que antes de esas personas eres alguien y después de esas personas también. No naciste con su presencia ni te vas a morir en su ausencia. Que las elijas, que quieras compartirte es una cuestión muy diferente. Y es solo cuando te has convivido a ti, conocido a ti y le eres fiel a tu bienestar, a tu paz mental, a tu proyecto de vida, entiendes la gran diferencia entre depender y elegir, así como el criterio detrás de esa elección.
Hay que elegir a quien nos elige, hay que elegir a quien nos hace crecer, hay que elegir a quien nos suma, no elegir lo que no es reciproco o ambivalente o irresponsable emocionalmente o que no se alegra de tus logros ni combina con la persona que eres y la vida que quieres construir.
Por eso, entiendo que todo pasa por algo. Hoy ni mi felicidad, ni mis planes dependen de nadie, por ende las conexiones se sienten más puras, más ligeras. Estoy con quien quiero estar, hago lo que quiero hacer y no hago lo que no quiero hacer porque con ninguna amistad, ni relación, siento que tengo que decir que sí por compromiso o hacerme de la vista gorda con cosas que no van conmigo para que -entre comillas- “funcione” o -entre comillas- “este todo bien”
Todo pasa por algo. Se dio la oportunidad de reencontrarme y reconocerme en esta nueva etapa así como se abrieron espacios para que llegue gente nueva a coincidir en esta nueva etapa y estos cambios que creí en algún momento que habían definido mi año, no fueron más que una mancha en la lente a través de la cual ahora me permito ver mis logros y lecciones aprendidas.
Les comparto una pequeña lista, con la esperanza de que les sume y acompañe en esta nueva vuelta al sol.
Aviéntate. Muévete. Si algo no está funcionando, si algo no te gusta, tu trabajo, tu vida, tus amistades, cambia, salta, muévete. Y recuerda: Di que sí. A la invitación a salir, a ver una obra, una película, al viaje, al nuevo trabajo. Di que si, a lo divertido, a lo diferente, a lo que te de miedo porque tiene la posibilidad de cambiarte. Di que si a la vida.
Cada año decimos que será mejor que el anterior y cada año convivimos con muchas emociones algunas muy arriba, otras muy abajo, pero al final, aunque no sean lo que queremos, siempre los dejamos vividos. Por eso ama, baila, viaja, teme, llora, piérdete, échate un clavado al fondo de tu ser y reencuéntrate. En el camino enmienda tu corazón con orgullo porque cada marca es y será prueba de lo vivido.
Les deseo una nueva vuelta al sol repleta de absolutamente todo bueno que esta vida tiene que ofrecer y muchas vueltas, porque solo así aprende uno a bailar.
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