Opinión

Los Grammys son frustrantes, pero nos dieron una lección

Seguirá siendo necesario remarcar este tipo de discursos cuando se trata de racismo.

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Durante tres horas y media la ceremonia de los Grammys 2023, que reconoció a lo mejor de la industria de la música, se dedicó a recordarnos de manera nada sutil la importancia de la música negra y de los artistas que la han producido a través de generaciones, poniendo énfasis en su papel como pioneros y como creadores originales de muchos de los géneros que son populares hoy.

Para este evento, que significó el regreso a la fastuosidad de esta premiación tras los años de pandemia, pero que se desarrolló a sabiendas de que muchos de los artistas negros presentes en el auditorio no recibirían los premios esperados, la ceremonia se construyó prácticamente tomándolos a ellos como eje principal, algo que sin duda se puede interpretar como una compensación moral.

Porque no es la primera vez que los Grammys se sacan de la manga este tipo de artimañas y justificaciones para no reconocer a la comunidad negra en las categorías principales. Apenas en 2021 hicieron algo que, descaradamente, repitieron este año: alabar los logros de Beyoncé en otras categorías para al final entregarle a artistas blancos los premios más importantes. Hasta hoy, Beyoncé no tiene un Grammy por Álbum del Año mientras que Taylor Swift lo ha ganado dos veces.

Quizá para amortiguar el golpe, en esta ocasión Taylor Swift no recibió un premio que la obligara a subir al escenario, aunque la cámara estuvo muy pendiente de ella toda la noche para no decepcionar a sus fans: Taylor bailando a ritmo de Bad Bunny, bromeando con el conductor Trevor Noah, poniéndose de pie para aplaudir a las leyendas de Motown y durante el homenaje por los 50 años del hip hop… Solo les faltó acompañarla al baño.

Pero aún así, Adele y Harry Styles se llevaron los premios más importantes, ella por Mejor Interpretación Pop y él como Álbum del Año. Para sorpresa de todos, la legendaria cantante de country, Bonnie Raitt, ganó el Grammy a la Canción del Año (arrebatándoselo a Break My Soul). Vale la pena subrayar que ya es prácticamente una tradición que artistas ganadores suban al escenario y le rindan tributo a Beyoncé, anticipando que no ganará. Adele lo hizo en 2017 y ahora fue el turno de Lizzo cuando aceptó el premio como Grabación del Año y dijo que ella es “la artista de nuestra generación”.

¿De qué sirve todo este lleva y trae con Beyoncé? ¡Por el amor de Dios, ya denle su Grammy! Es absurdo que la Academia de la Grabación pretenda seguir extendiendo este calvario de una artista que claramente es digna del premio y que, como ya lo han dicho tantos y tantas que han ganado antes que ella, es en efecto la artista que más influencia ha tenido para otros músicos y cantantes de generaciones posteriores. Alargar este drama tampoco parece casual, pues ha creado una ansiedad generacional que mantiene a los fans de la música pendientes de los Grammys y de la telenovela de Beyoncé, que la ha convertido en una especie de mártir de la música pop.

Trevor Noah, en su papel como un conductor destacado de la comunidad negra, no paró de hablar de Beyoncé toda la noche, de llamarla reina y de endiosarla, incluso cuando no venía al caso, especialmente cuando no venía al caso. Al inicio de la ceremonia, pasó de largo a Adele y después a Taylor Swift, pretendiendo no haberla visto y después enfatizando su error con una disculpa poco creíble que solo hizo más evidente su intención de ignorarla.

Noah, que no es estadounidense sino sudafricano, quizá exageró en su insistencia de enaltecer a todos y cada uno de los artistas negros que formaron parte del programa de la noche y hasta los que se cruzaron a su paso. Pero, como espectadores, al final de la premiación y ante los decepcionantes resultados, entendemos que seguirá siendo necesario remarcar este tipo de discursos y no quitar el dedo del renglón cuando se trata de racismo.

A Beyoncé se le reconoció por Álbum de Música Electrónica (¡¿en serio?!) y por ser la artista que más Grammys ha ganado en la historia de este premio. Pero otro momento destacado, aunque igualmente incomprensible, fue la participación de la actriz Viola Davis para usar este escenario como una plataforma donde se anunció que ya alcanzó el codiciado nivel de artista EGOT, que solo 18 creativos han logrado en la historia, es decir, que ya es ganadora de todos los premios importantes de la industria del entretenimiento: Emmy, Grammy, Oscar y Tony. En momentos como estos, la cámara encontraba la manera de enfocar maliciosamente a artistas como Mary J. Blige y Queen Latifah, que son pioneras que aún no han alcanzado tales reconocimientos.

Si a alguien le quedaba alguna duda sobre la intención de esta ceremonia y las muchas lecturas que se le pueden dar, consideren otro par de sutilezas. Al prestar atención a las canciones que la comunidad negra interpretó esa noche, muchas cobraron nuevo sentido. Mary J. Blige cantó: “Parece que nunca se va a terminar, pero me niego a que esto me acabe. Por todas las veces que me odié a mí misma, por todas las veces que quise ser alguien más”. Y durante el acto final, con DJ Khaled e invitados como Jay-Z, recreando La última cena cual Jesucristo junto a sus apóstoles, cantaron: “Ellos no creen en nosotros. Somos la mejor música”, y Khaled remató con un “saludos a la Academia”.

Al utilizar este evento para realzar los logros de la comunidad negra que nadie más tiene, la Academia de Grabación, con todas sus fallas y omisiones, está poniendo un ejemplo. Es bien sabido que este año la entrega del Oscar otra vez está envuelta en la polémica por temas de racismo. La inesperada nominación de una actriz como Andrea Riseborough, que por tecnicismos dejó fuera la posible nominación de actrices negras como -precisamente- Viola Davis y Danielle Deadwyler, ha desatado una ola de críticas en contra de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.

A todo esto, de lo que realmente estamos hablando es de la sensibilización del público sobre estos temas. Las cosas suelen escapar del control de las instituciones que entregan estos premios, pero para evitar que el público malinterprete ciertas decisiones y las asuma como un mensaje racista o de promoción del privilegio blanco, hay que ver a los niveles que la entrega del Grammy estuvo dispuesta a llegar para no ser percibida como intolerante, reconociendo a artistas negros, latinos, trans y una nueva categoría por el cambio social.

Como sociedad, hablar de “cuotas” raciales y sociales como algo que ya se da por hecho es un error. Los intolerantes asumen que hay un decreto de algún poder superior imaginado, producto de una cultura “woke” que tampoco es regla, y tales paranoias solo vuelven más evidente su racismo. Decir que en el Oscar ya se cumplió con una cuota racial porque Angela Bassett está nominada como actriz secundaria es grosero, es racista y es ignorante.

Las ceremonias de premios también sirven para destacar temas sociales cuando durante ese año hay artistas, música o películas importantes alrededor de ciertas problemáticas. A ninguna causa le sirve que Angela Bassett esté nominada por un rol secundario en una película taquillera de superhéroes, cuando en el mismo año hay películas que tratan directamente sobre el racismo. Usar a Bassett de ejemplo es como decir que La Lista de Schindler era innecesaria porque en el espectáculo ya existía Barbra Streisand.

Quizá la entrega del Oscar pueda tomar nota de lo que sucedió en los Grammys y mejorarlo (ya lo ha hecho antes). Pero que lo haga de manera menos humillante, sin enfrentar a las minorías contra otros grupos, y sobre todo, sin enfrentarlas contra sí mismas. Que la visibilización no se convierta en explotación o en motivo de lástima, pues se trata de reconocer lo que tiene que ser reconocido: la importancia de su trabajo y de sus aportaciones.

BREVES

Por fin llega a salas de cine The Whale, la película del director Darren Aronofsky que trajo de vuelta a Brendan Fraser y por la que ha ganado tantos reconocimientos.

Si buscan algo de terror, el reboot de Hellraiser es una buena opción para los fans del género y de esta saga en particular. Está disponible On Demand a través de Izzi.

A partir del 9 de febrero estrena en Netflix la cuarta temporada de You, ahora convertida en una historia de detectives que critica a las clases privilegiadas, los dos únicos temas que existen en la actualidad, aparentemente.

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