Instructivo para borrar a tu ex de Instagram

El contacto cero es famoso y reconocido mundialmente por innumerables expertos como uno de los pasos más efectivos que dar para comenzar a enmendar un corazón roto. 

Su misión gira en torno al dejar ir, pero es innegable constatar que dejar ir, como acción y concepto resulta abrumador y que si fuera tan fácil como cerrar los ojos, abrir las manos y respirar hondo, todos lo haríamos en un santiamén. 

Sin embargo, ante este predicamento hay varias emociones en juego y cada una con ambiciones diferentes. 

La nostalgia conspira para no olvidar, reproduciendo recuerdos en un ciclo hipervigilante a cada detalle de lo vivido, para encontrar una razón que el corazón reconozca como válida. 

La rabia, en su complejo justiciero, demanda un ajuste de cuentas. Mientras la tristeza solloza desconsolada y la esperanza ansiosa se aparece a momentos, mientras la mente trata de poner en orden un jurado que no se digna a llevar a cabo las soluciones presentadas por la defensa: Dejar de ver, dejar de hablar o en su defecto dejar de responder. 

Lo que debería de ser un proceso simple, incluso lógico, parece irracional ante los argumentos de esas emociones berrinchudas que anhelan un resultado diferente. 

En décadas anteriores era más fácil cortar lazos sin tener un recordatorio constante de la persona y lo ocurrido, pero la modernidad ha hecho de eso algo casi imposible con sus redes sociales en las que cultivamos presencias y relaciones, que aunque cara a cara ya no existan se mantienen conectadas por el ciberespacio.  

No solo podemos seguir observando que es de la vida de la gente sino que es fácil caer en las tentaciones humanas que en su duelo, en su curiosidad o en su morbo se comparan y compiten con el otro, preguntándose cómo se sentirá, si sufre, si rie y en ese caso, con quién. Datos, fechas y ubicaciones podemos tener a la mano con una búsqueda rápida y un par de clicks. 

Se dice que la curiosidad mató al gato y no hay peor sentimiento que el de ver algo que no queríamos ver, aun cuando lo hayamos estado buscando. Por eso, es imperativo entender como primer punto que debemos establecernos límites para evitar, en la medida de lo posible, seguir metiendo el dedo en la llaga intencional o involuntariamente y frustrar los esfuerzos que tiene nuestro lado más sensato por seguir adelante. 

Como punto número dos hay que entender cuáles creemos que son las razones para no seguir con el plan de borrar, bloquear o dejar de contestar.

La creencia de que cualquiera de estas cosas es inmadurez emocional o concederle a la otra alguna clase de victoria en una competencia inexistente, es errónea. Poner distancia es sano sin importar las razones. Puede ser que el vínculo haya terminado mal y no sume en lo absoluto seguir en contacto. Puede incluso que el vínculo haya acabado en buenos términos, pero si verles o hablarles duele y nos mantiene en un estado nostálgico y ansioso, de sobre pensar las cosas una y otra vez, eso también nos hace daño, aunque el daño no haya sido provocado por otro. 

Solemos pensar que si una persona no nos hace mal directamente no hay razón para sacarla de nuestra vida, pero si la sola idea de ella causa dolor, es mejor cerrar la puerta y seguir adelante. 

Como punto 2.2 me gustaría aclarar que el dejar de contestar en este caso no es considerado ghosting. Ghosting es cuando una persona se desaparece sin razón o explicación alguna, pero cuando hay un quiebre, cuando una de las partes o ambas externan que un vínculo acabó, en los términos de ese final, se da por entendido que no queda más nada.

Quien regresa después de ello no puede exigir consideraciones o espacios para hacerse presente. Y si está violando los acuerdos establecidos previamente, donde explícitamente se acordó no hablar más, no se le debe explicación o respuesta. 

En caso de que una de estas personas falte al respeto o hiera a la otra aplica la misma regla. Todo individuo puede reservarse el derecho de responder a otro si considera que todo lo que se tenía que decir se dijo en su momento y que se han agotado las palabras para explicar por qué ciertas acciones hieren. 

Claro está que si se dejó la puerta entre abierta para tratar de retomar el contacto pasado un tiempo, y cuando pase este sigue haciendo daño, se requiere tener una segunda conversación para volver a establecer que se necesita más tiempo o que se prefiere distancia y silencio. 

Por ende, el punto tres se trata de dar los pasos correspondientes para seguir adelante. Eliminar el número del directorio es una pequeña, pero gratificante victoria. Basta con dirigirse a los contactos de agenda o dispositivo móvil, seleccionar y eliminar. 

Eso evitará revisar conexiones de whatsapp y mandar un mensaje o hacer una llamada sin sentido, ya sea por un arranque de tristeza o bajo la influencia de sustancias nocivas. 

En caso de que se usen, aunque sea poco, el siguiente paso sería eliminarles de Twitter, Facebook, y Linked in para no enfrentarse a la desagradable sorpresa de que en la visita esporádica lo primero que aparezca sea una publicación de alguien de quien creíamos que ya no íbamos a saber nada.

Y por último Instagram, aquella red social donde no solo nos dedicamos a ver sino a ser vistos, donde a veces conservamos una conexión porque el ego quiere demostrar que todo está bien y que la vida nos sonríe, aunque no sea así. En la que con tal de aparentarlo comenzamos a compartir contenido pensando en lo que aquella persona pueda ver, para controlar la narrativa. 

El súbito miedo al presionar sobre el botón de”dejar de seguir”, sobre todo si se trata de una cuenta privada, cuando la misma aplicación pregunta si estamos seguros, es comprensible. Dos, 4, 6, 8, 10 intentos o más puede tomar decidirse y sobre todo internalizar que es lo mejor que se puede hacer por la salud mental. Pero la autora de este instructivo puede asegurarles que se siente mucha libertad.

Usualmente resulta más doloroso aferrarse a las cosas que soltar, lo cual literalmente implica dejar de cargar algo, por ende, se siente ligero y lleno de posibilidades.  

Los recuerdos funcionan por asociación. La mente les saca del archivero cuando los considera prudentes y relevantes, por eso los aromas y canciones nos transportan a lugares tan vividos. Si queremos descartar aquello y poder seguir adelante sin que nos persigan, hay que hacer un esfuerzo por no invocarlos. 

Por eso el contacto cero. Sin verse, sin hablarse, y en medida de lo posible sin pensarse. 

Por eso, borra a tu ex de Instagram para darle oportunidad a la mente de abrir espacio y crear oportunidades para vivir cosas nuevas con alguien más. 

¡Nos leemos en la siguiente!

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