Opinión invitada

Hoy es Andrés Roemer, pero en las calles de México hay miles de Roemers

Una víctima más del hombre de la 'Ciudad de las ideas'. Son muchos los que agreden a las mujeres en un país en el que prevalece la impunidad y estos casos se esconden debajo de la alfombra.

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Esta historia tiene dos inicios. El primero fue en 2011, cuando conocí a Andrés Roemer en la colonia Roma de la Ciudad de México. El segundo fue 10 años después, en 2021, cuando decidí alzar la voz para denunciar que, como decenas de mujeres, también fui víctima de abuso sexual por parte del conductor de televisión.

Me divorcié hace más una década. Alguien me dijo que me quería presentar a Roemer para que tuviera una cita con él, que si le podía dar mi número de teléfono. Ni lo dudé. Me parecía un hombre interesante, lo había visto en el programa de televisión Entre lo público y lo privado. Estaba en un momento vulnerable, recién divorciada y me iban a presentar a un tipo así, dije: ¡wow! 

Sí, fui víctima de abuso sexual por parte de Andrés Roemer-Claudia Delgado

Durante una semana estuve hablando por teléfono con él. Desde el primer minuto me dejó impresionada con su encanto, con su labia, me invitó a ir a Puebla en su helicóptero privado. Son cosas que apantallan. Finalmente quedamos de ir a cenar a un restaurante, siempre tuve claro que nos veríamos ahí. El día de la cita me comentó que se le había hecho tarde y que mandaría a un chofer por mí. En el trayecto “al restaurante”, el chofer me dijo: “el señor Roemer todavía no está listo, pasaremos a su casa”. Una vez ahí me invitó a pasar.

Pensé que era una escala previa al restaurante, luego entendí que confabuló para que nos viéramos en su casa en la colonia Roma. Me dio el tour, durante una hora me explicó cada cuadro que tenía en las paredes, cada espacio, cada pieza, parecía un museo. Así llegamos al famoso cine-bar, donde comenzamos a platicar y me quería besar. Claramente le dije: “no tan rápido, Andrés”. Se detuvo. 

Subimos las escaleras y creí que por fin iríamos al restaurante, pero no: ya estaban listos el vino y las botanas para tener la cita en su casa. Dijo: “ya mejor nos quedamos”. Acepté. Habían pasado apenas unos minutos cuando comencé a sentirme incómoda y la sensación incrementaba, empezó a tocarme las piernas, a acariciarme, a decirme que no imaginaba que iba a estar tan guapa y, de un momento a otro, ya lo tenía encima de mí con el pene afuera. Lo rechacé y lo empujé. 

Su reacción me dejó fría. Me dijo: “tú te lo pierdes”. A mí no me aventó miles de pesos, me lanzó uno de sus libros que ya tenía autografiado para mí. Salí huyendo, lo primero que hice al llegar a mi casa fue quemar su libro, lo quemé en el jardín, estaba furiosa. Durante algunos meses estuve asqueada, me decía: ¿por qué te sientes así si no te violó? Luego entendí que, aunque no me había violado, sí, fui víctima de abuso sexual por parte de Andrés Roemer.

*****

El segundo inicio de esta historia ocurrió el 15 de febrero, cuando vi el video de la bailarina Itzel Schnaas. En su testimonio denunció que fue víctima de abuso sexual. El agresor: Andrés Roemer. 

Todo en mi revivió, me movió muchísimo. Mi instinto inmediato me llevó a escribirle a Itzel, le dije: “yo no soy figura pública, pero si te sirve de algo que yo me una, me uno, porque a mí también me tocó”. Sabía que no éramos las únicas, Roemer acosaba a una de mis amigas cuando se encontraban en la escuela de su hija y también había agredido a otras que salieron con él. Y siempre usaba el mismo modus operandi: mostrar su “poder”. 

En mi caso, el arma que usó fue su casa. En otros utilizó su programa de televisión, sus libros, su festival Ciudad de las Ideas, sus contactos. Lo comprobé al leer una a una las 24 denuncias contra Roemer que han llegado a la cuenta de Twitter Periodistas Unidas Mexicanas. Celebro que levantemos la voz y deseo que haya consecuencias, que se haga justicia, que las denuncias lleguen más allá de las redes sociales.

Somos un grupo de mujeres a las que nos pasó algo que, lamentablemente, ocurre todos los días en México. Y muchas de ellas no sobreviven. No lo digo yo, lo revelan las estadísticas: en promedio, 10 mujeres son violadas, golpeadas, desmembradas, asesinadas cada día. ¡Diez! Una casi cada tres horas.

Hoy es Andrés Roemer, pero en las calles de México hay miles de Roemers. Son muchos los que agreden a las mujeres en un país en el que prevalece la impunidad y estos casos se esconden debajo de la alfombra. Nosotras sobrevivimos y alzamos la voz, que esto sirva para normalizar que no debemos quedarnos calladas. Alcemos las voz por todas las mujeres que no pudieron hacerlo.

*Claudia Delgado es directora comercial de La-Lista.

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