‘Sueña lindo, corazón’, la democratización de ser artista
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

‘Sueña lindo, corazón’, la democratización de ser artista ‘Sueña lindo, corazón’, la democratización de ser artista
Foto: Macario Martínez

En una semana, Macario Martínez pasó de barrer las calles de la Ciudad de México a presentarse en programas de radio y televisión para promocionar su música. Este joven  de 23 años, que trabajaba en el Sistema de Limpieza de la capital, se volvió famoso a través de Tik Tok al promocionar su música y contar su historia.

Martínez causó una ola de empatía y ternura al compartir en sus redes sociales su sueño de triunfar en la música, a pesar de vestir un traje verde fosforescente en un camión de basura. “La vida pide mucho y yo nomás soy un barrendero que quieren que escuches su música”, escribió en su video, que hasta el momento en que se escribió esta columna, supera las 30 millones de reproducciones.

Hace 40 años ser un artista independiente parecía una tarea titánica: conseguir una oportunidad para tocar tu música o grabar un demo y repartirlo para conseguir una buena oportunidad. Hoy esa realidad cambió, pareciera que se democratizó la oportunidad de convertirse en artista. Ahora tan sólo basta con tener acceso a internet, una computadora, un instrumento y un kit básico de grabación.

Tanto las plataformas digitales como Spotify o Deezer, así como las redes sociales, ofrecen la oportunidad a artistas emergentes de compartir su música con todo el mundo. Bajo esa primera premisa, pareciera que todo está resuelto y la globalización salvó otra vez el día, pero la realidad es más compleja que ello.

Vivimos en una etapa donde la rapidez y lo exponencial es lo más importante, la viralidad puede estar al alcance de todos pero es tan efímera como un clic. Es cierto, ahora es mucho más fácil compartir tu música con el mundo entero, pero eso no te asegura el éxito. Esta aparente democratización queda mermada cuando tienes que competir con un mar de gente que intenta hacer lo mismo que tú.

Aunque pareciera que no, el piso no es tan parejo. Aún con la gran ayuda que hoy nos da el internet, la diferencia la hace quien tiene más recursos para pagar una estrategia de marketing, una buena producción, así como recursos para seguirle inyectado y hacer la diferencia. A todo esto se suma una serie de elementos como el talento, conocer a las personas correctas en el momento indicado, así como tener una gran historia, como el caso de Macario.

Ojalá Macario logre consolidar su sueño de convertirse en artista y vivir de la música, porque aún con el gran apoyo de la tecnología, tendrá que luchar con la inmediatez y lo efímero. Aunque en este momento la globalización se mostró como una aliada para lograr ese sueño, la realidad es que esta historia también es muestra de lo complicado que es convertirse en artista este sistema económico.

El mercado ha relegado a las personas que deciden vivir de su arte y lo convirtió en un privilegio, que sólo unos pocos lo pueden ejecutar: los que tengan dinero para sustentarlo y los que tengan suerte. En la lista de vacantes que necesita el mercado no esta la de un músico o un pintor.

Macario nos enseñó tres cosas. La primera es que todo artista debe tener una historia que contar, ya que la empatía es elemental. Segundo, la viralidad es un herramienta poderosa y peligrosa que puede llevar a la cima con fans, a la ejecución social con haters o dejarte caer en picada. La tercera es el complicado camino que debe recorrer una persona para vivir de su arte: desde las oportunidades que tiene para aprender desde pequeño hasta tener que conseguir un empleo ajeno para sostenerse.

Sueña lindo, Macario, te lo mereces. Pero también es un recordatorio que los buenos del cuento no fueron la globalización o el mercado, por el contrario, son los causantes de que muchos otros Macarios no hayan tenido la oportunidad de soñar lindo.

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