Mujeres con discapacidad toman las calles; piden vivir sin discriminación ni exclusión

“¡Voltéame a ver, voltéame a ver, que yo también soy mujer!“, corean las integrantes de la contingenta de mujeres con discapacidad en la marcha del 8 de marzo, a la que asisten con pañuelos verde fosforescente, que representan la lucha que ellas enfrentan todos los días.

Una enorme manta negra con letras blancas les abre paso mientras avanzan entre las miles de mujeres que se han dado cita un año más en la movilización. “Por las que nadie nombra“, se lee.

Para ellas es difícil hacerse visibles incluso dentro del movimiento feminista. Son contadas las que tienen la posibilidad de acudir a la marcha, ante la falta de accesibilidad, de apoyo social y las enfermedades que padecen.

Nara, de 38 años de edad, vive con parálisis cerebral y TDA. Es psicoterapeuta y acompaña a mujeres que viven con discapacidades o con neurodivergencias, en las violencias, que, señala, enfrentan en la vida diaria.

Vive con una discapacidad motriz y una luxación congénita de cadera. Las distancias cortas las camina con bastón, pero para distancias largas requiere usar silla de ruedas.

Le parece necesario participar en la marcha del 8M pues, afirma, “han sido muchos siglos de invisibilidad de las mujeres con discapacidad en todos los sectores de la vida pública”.

“Incluso dentro del movimiento feminista poco se abordan las causas que nos atraviesan a nosotras como mujeres con discapacidad”, lamenta.

Se dice orgullosa de poder participar a nombre de quienes no.

“Quienes podamos y contemos con los apoyos es necesario que levantemos nuestra voz”.

Nara tuvo la posibilidad de estudiar un posgrado, aunque lamenta que no haya habido grado de su vida escolar en la que no haya enfrentado discriminación.

De acuerdo con cifras del Inegi, a pesar de que más de la mitad de los 7.7 millones de mexicanos con discapacidad tiene alguna participación en la economía, sólo 5% logra ingresar a una escuela de enseñanza superior.

“‘Esta escuela no es para su hija porque ella no es igual a las demás niñas’, y así en cada grado, decían los directivos de las escuelas. Lejos de pensar en accesibilidad y en ajustes razonables a la infraestructura escolar. Lo mismo cuando estudié el posgrado, decían: oiga, ¿y sí va a poder?, nuestra capacidad siempre es puesta en duda en función de la corporalidad y sin considerar ningún ajuste para que las oportunidades sean equitativas”, lamenta.

Cuando ha buscado empleo no ha sido distinto. “Veían mi curriculum y me convocaban a entrevista presencial, que no duraba ni 5 minutos. Me decían: nosotros te llamamos, y nunca ocurría“.

Ella recuerda cuando trabajó en el DIF nacional, parte del anterior sexenio, y durante 4 años del actual, que se enfrentaba a elevadores descompuestos para lo que nunca había presupuesto. Le argumentaban que “lo usaban muy pocas personas”, a lo que ella respondía que para la accesibilidad no importa de la cantidad de personas.

Mujeres con discapacidad toman las calles; piden vivir sin discriminación ni exclusión - mujeres_8m

“Al concluir la administración del presidente Enrique Peña Nieto me pidieron la renuncia y yo no la quise dar, así que me aplicaron acoso laboral (…) renuncié el año pasado porque me di cuenta que no iba a haber crecimiento para mí ahí”.

Nara avanza sobre avenida Juárez como parte de la contingenta de mujeres con discapacidad, portando una cartulina en la que lanza un mensaje a Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, candidatas a la Presidencia de México, así como a Clara Brugada, quien busca la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México: “Qué bueno que tienen la posibilidad, como mujeres, de estar en esos puestos de poder político y público, pero es muy necesario que no se olviden de las mujeres con discapacidad, pues es muy necesaria una política pública sensible a las diversidades, en accesibilidad, transporte, empleo, y que vean más allá de las becas, porque no siempre llegan a las personas para las que son destinadas”.

“Yo soy, ¿quién?, la mujer sorda. Que sí, que no, la mujer sorda. Yo soy, ¿quién? la mujer neurodivergente. Que sí, que no, la mujer neurodivergente. Yo soy, ¿quién?, la mujer con disautonomía. Que sí, que no, la mujer con disautonomía”, corean las participantes mientras avanzan, y lo hacen también a través de lenguaje de señas, al tiempo que reciben el apoyo de otras contingentas y participantes de la marcha: “Esas morras sí me representan, esas morras sí me representan“.

“Somos mujeres con discapacidad y queremos vivir sin discriminación y sin exclusión”, se lee en una de sus pancartas y es su demanda principal este 8 de marzo.

Ellas volvieron a salir. Tomaron las calles y, ante la falta de accesibilidad en la ciudad, representó un logro, además de poder estar ahí a nombre de quienes no les es posible estar presentes, pero apoyan la lucha.

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