El amor no está en el corazón, sino en el cerebro: UNAM
Foto: Olya Kobruseva/ Pexels

Si el amor tuviera una ubicación sería el corazón. Cuando hablamos de él la primera imagen que se viene a nuestra cabeza es esa figura. Sin embargo, la ciencia señala que hemos estado en un error, está en el cerebro.

De acuerdo con Herminia Pasantes, investigadora emérita del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el amor está en el cerebro y no en el corazón, pues en el cerebro es donde surgen emociones placenteras que dan felicidad y euforia. 

El sentimiento del amor se origina en una zona llamada circuito de recompensa, que se encuentra debajo de la corteza cerebral, con la que también se conecta. Esa área se activa con las drogas que producen placer, felicidad o cualquier otro sentimiento de euforia; así se involucran neurotransmisores relacionados con las emociones, como la dopamina y serotonina, entre otros.

El enamoramiento es un proceso químico. Pasantes explica que no es extraño que durante este proceso el enamorado o enamorada “haga locuras o tome decisiones sin pensar, pues no le importa nada”.

Pero esto también tiene una explicación en la ciencia. Debido a que el circuito de recompensa (donde se producen las sustancias placenteras del amor) está conectado con la corteza cerebral, que es la que nos permite razonar, esta nubla el raciocinio.

Pasantes explica que afortunadamente ese proceso neuronal no dura para siempre, y de acuerdo con diversos estudios, puede persistir de dos a seis meses, dependiendo de cada caso.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. El amor es complejo. Aunque es placentero también es adictivo, muestra de ello son los celos y el miedo a perder a la persona amada, y se vuelve un sentimiento negativo, que se procesa en este mismo circuito. “Cuando ocurre, las sustancias placenteras se producen en menor cantidad”, señaló la especialista. 

Otra de cara del amor es que no envejece. Esto se debe a que el circuito relacionado con este sentimiento no cambia con los años, mientras otras funciones cerebrales declinan con la edad, aquel conserva su frescura.

“Se pensaría que las personas de mayor edad ya no se enamoran, pero diversos casos en nuestra sociedad nos han mostrado lo contrario”, dijo. El amor sí es eterno.

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