Sesgos de género en la detección y atención cardiovascular en México
Foto: imustbedead en Pexels.

Al pensar en enfermedades o muerte en la mujer, el primer padecimiento que viene a la mente es el cáncer, ya sea de mama, ovario, cervicouterino, etcétera. Sin embargo, la población femenina se encuentra vulnerable ante una epidemia no transmisible: las enfermedades cardiovasculares que en realidad cobran más vidas al año en todo el mundo y en México. 

Las enfermedades no transmisibles, que siguen siendo la principal causa de muerte en la mujer, causaron 90 mil 132 defunciones de mexicanas en 2020. ¿Por qué si las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo y en México, el riesgo cardiovascular no es percibido como tal? ¿Es acaso por el desconocimiento de la mayoría de los factores de riesgo que, por cierto, son más prevalentes en las mujeres que en los hombres y se asocian con mayor mortalidad? Esto genera consecuencias personales y sociales considerables. Los factores de riesgo incluyen hipertensión arterial, sobrepeso y/u obesidad, diabetes tipo 2, hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia, tabaquismo, sedentarismo, inactividad física y antecedentes familiares. 

Aun cuando existe evidencia de la influencia del sexo en la aparición de enfermedades cerebrovasculares, como son los factores hormonales asociados a la mujer en edad más avanzada –una vez se alcanza la menopausia–, a un peor pronóstico y recuperación, poco se sigue apostando por la prevención y el tratamiento oportuno. 

Por eso, las enfermedades cardiovasculares constituyen un problema de salud pública, pero ¿entendemos por qué? Un padecimiento es considerado como tal cuando es una causa común de morbilidad o mortalidad, cuando existen métodos eficaces de prevención y dichos métodos no están siendo utilizados de un modo adecuado por la comunidad y esto es producto de múltiples cuestiones: 

  1. Factores sociales y culturales: La cultura de un país influye en el comportamiento de sus habitantes con respecto a salud, creencias y prácticas pueden favorecer o dificultar la comprensión de sus derechos, los factores de riesgo y las consecuencias que un padecimiento puede causar, cuáles son las medidas correctas para atenderse e, incluso, en qué institución atenderse cuando es necesario. 
  2. Factores asociados al sexo: El sexo femenino y masculino pueden padecer, en su mayoría, las mismas afecciones; sin embargo, existen variables biológicas, sanitarias y sociales que provocan diferente sintomatología, pronóstico y atención. Los estudios realizados en torno a las enfermedades se construyeron con base en la anatomía del hombre, invisibilizando que la de la mujer presenta variaciones, motivo por el cual el acercamiento a las instituciones de salud puede ser tardío. 
  3. Escaso o nulo seguimiento: El diagnóstico de un padecimiento, especialmente cuando es crónico, debe ir acompañado de un seguimiento que permita ver el avance de la historia clínica del o la paciente. De esta manera, es posible evaluar si el tratamiento es adecuado o si en general es necesario hacer un ajuste en el estilo de vida. No obstante, se sabe que hay quienes abandonan el tratamiento cuando se sienten mejor. Esta práctica resulta negligente y acarrea consecuencias que pueden agravar el estado de bienestar y afectar así el sistema de salud en general. 

Es necesario impulsar más y mejores conversaciones en torno a la salud cardiovascular, desde la prevención hasta la detección temprana y el tratamiento oportuno, acercar a la población a las consultas regulares con el médico es prioritario para determinar la mejor opción de tratamiento, ya que esta dependerá, entre otras cosas, de su estilo de vida y de la enfermedad cardiovascular que padezca.  

Muchos tipos de enfermedad cardiovascular son prevenibles. La exposición continua a los factores de riesgo puede contribuir al desarrollo de estos padecimientos, tomar medidas como seguir una dieta balanceada, hacer ejercicio regularmente, evitar fumar y limitar el consumo del alcohol, pueden ayudar a mejorar la salud en general y reducir el riesgo de enfermedad cardiaca y sus complicaciones. 

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