Una nueva especie de rana es descubierta en Ecuador y la nombran J.R.R Tolkien
El Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio) informó del descubrimiento en Ecuador de una nueva especie de rana a la que nombraron Tokien. Foto: Juan C. Sánchez-nivicela /INABIO vía EFE.

El Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio) informó este domingo del descubrimiento en Ecuador de una nueva especie de rana “que parece existir solo en el mundo del creador de El Señor de los Anillos“, y que los científicos decidieron nombrarla en honor del escritor J.R.R Tolkien.

Científicos ecuatorianos describieron a la nueva rana de torrente de Río Negro que habita en riachuelos de aguas puras del Parque Nacional Río Negro-Sopladora, área recientemente declarada que protege miles de hectáreas de bosques casi prístinos en el suroriente de Ecuador, indicó el Inabio en un comunicado.

Ranas de torrente

Las ranas de torrente son un grupo de 40 especies de anfibios que habitan en los altos Andes de Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú y Bolivia.

Su nombre común de ranas de torrente se debe a que su vida está vinculada a ríos y riachuelos de aguas puras en zonas montañosas de los Andes. Inabio explicó que los adultos de estas ranas viven en la vegetación ribereña y sus renacuajos se desarrollan entre las rocas de las aguas rápidas de los ríos.

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 Una nueva especie de rana de Torrente de Río Negro nombrada como el escritor J.R.R Tolkien. Foto: Juan C. Sánchez-nivicela /INABIO vía EFE.

Los investigadores Juan Sánchez-Nivicela (Asociado al Inabio), José Falcón-Reibán y Diego Cisneros-Heredia bautizaron a la nueva rana como Hyloscirtus tolkieni, nombre en honor a uno de sus escritores favoritos: J.R.R Tolkien, creador de la Tierra Media y autor de obras como El Hobbit y El Señor de los Anillos.

“Los asombrosos colores de esta nueva especie de rana evocan a las magníficas criaturas que parecen existir solo en los mundos de fantasía de Tolkien”, señaló Inabio en su escrito.

Expediciones

Expediciones llevadas a cabo desde 2020 en el Parque Nacional Río Negro-Sopladora, un área protegida declarada en 2018 y ubicada en el límite entre las provincias de Morona-Santiago y Azuay al suroriente de Ecuador, han permitido registrar una gran cantidad de especies nunca antes reportadas para la ciencia.

“Durante semanas estuvimos explorando diferentes áreas del Parque Nacional Río Negro-Sopladora, caminando desde pastizales de páramo a tres mil 100 metros de elevación hasta bosques a 1 mil metros”, relató Sánchez Nivicela, investigador asociado del Museo de Zoología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), del Inabio, coautor del estudio y de la Universidad Nacional de Colombia.

Añadió que encontraron un solo individuo de esta nueva especie de rana, que les impresionó por su coloración y gran tamaño.

La rana de torrente de Río Negro se diferencia fácilmente de todos los demás congéneres por su gran tamaño corporal (65 milímetros), por sus amplias franjas dérmicas en los dedos de manos y pies; dorso verde grisáceo con manchas amarillas y motas negras; garganta, vientre, flancos y superficies ocultas de las patas de color amarillo dorado con grandes manchas y puntos negros.

Además, por los dedos de las manos y de los pies con barras y manchas negras; y un iris rosa pálido con negro.

“La nueva especie de rana tiene colores alucinantes y parecería que habita en un universo de fantasías, como los creados por Tolkien. La verdad es que los Andes tropicales son verdaderos ecosistemas mágicos, donde están presentes algunas de las especies más maravillosas de flora y fauna del mundo”, reza el comunicado.

Amenazas

“Lastimosamente, pocas áreas están bien protegidas de los impactos negativos causados por los humanos. La deforestación, la expansión de la frontera agrícola, la minería, las especies invasoras, y los cambios climáticos globales y regionales están afectando seriamente a la biodiversidad andina”, dijo Cisneros-Heredia, director del Museo de Zoología de la USFQ e investigador asociado del Inabio, coautor del estudio.

La especie es aún conocida de una sola localidad y un solo individuo, por lo que la información es insuficiente para evaluar el estado de conservación y el riesgo de extinción, apuntó.

Sin embargo, los autores coinciden que es urgente establecer acciones de investigación y monitoreo para estudiar su historia de vida y ecología, el tamaño y las tendencias de la población, así como nuevos sitios donde puedan existir poblaciones adicionales.

Con ello se podrá evaluar si hay amenazas que afecten su conservación a largo plazo, como especies invasoras, minería, enfermedades emergentes o cambios climáticos.

-Con información de EFE

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