Lucha por las Galápagos: la carrera por expandir las zonas protegidas frente a la presión de la pesca internacional
Fotografía: Andrea Izzotti / Alamy

Caminar en una playa llena de críos de león marino mientras las madres se rugen entre sí, sin la menor preocupación por tu presencia, es una experiencia mágica y singular. En el camino que lleva a la pequeña Isla Seymour, los ruidosos piqueros patiazules y las fregatas tampoco se preocupan por la presencia de humanos.

Acercarse al mundo natural de las Galápagos sin alterarlo parece tan fácil hoy como cuando Charles Darwin visitó a bordo del HMS Beagle en 1835. Aisladas del continente, las especies únicas y endémicas del archipiélago, desde tortugas gigantes hasta pinzones, le ayudaron a Darwin a desarrollar su teoría de la evolución en El Origen de las Especies.

Una de las razones por las que las islas están tan llenas de vida es que las aguas poco profundas y ricas en nutrientes que rodean los atolones volcánicos se alimentan de la conjunción de corrientes frías y cálidas. Esto proporciona un refugio para una variedad de especies migratorias oceánicas, como tiburones martillo y tortugas laúd.

Pero también por eso las flotas de pesca industrial extranjeras merodean por las fronteras de las aguas territoriales del archipiélago ecuatoriano. Casi 250 embarcaciones (de las cuales 243 tienen banderas chinas, y que incluyen enormes barcos pesqueros y barcos de carga con refrigeradores) registran una cifra increíble de 73,000 horas mensuales de pesca y han extraído miles de toneladas de calamares y peces.

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Los barcos atuneros de Ecuador también están ahí: navegan alrededor de la reserva marina de las Galápagos, un área de 133,000 kilómetros cuadrados, y colocan cientos de dispositivos para la recolección de peces (fish aggregating devices o FADs). Los conservacionistas activaron la alarma, y dijeron que la presión sin precedentes por la sobremesa, y la excesiva captura colateral de tiburones y otras especies, son una amenaza para la vida marina en el archipiélago famoso alrededor del mundo.

Sus preocupaciones ocasionaron una nueva propuesta: expandir el área de la reserva marina de las Galápagos con más secciones protegidas del océano en el norte, sur y este.

En conversación con The Guardian, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, dijo que la propuesta se basa en “el fuerte compromiso del gobierno con la conservación, protección del medio ambiente y, en particular, las Islas Galápagos”. Se trata del mismo compromiso que anunció en la COP25 de la ONU en 2019, dijo.

A muchas organizaciones conservacionistas les emociona la idea. “Es la primera propuesta inteligente que beneficia a los pescadores, la biodiversidad y reduce el impacto del cambio climático”, dijo Matt Rand, director del proyecto New Bertarelli Ocean Legacy.

Pero no todos están de acuerdo. El plan, que Moreno aún no aprueba, extendería la reserva marina a 445,953 kilómetros cuadrados, tres veces más que el tamaño actual del área protegida.

Eso alejaría a los atuneros ecuatorianos de tres cuartos de la zona económica exclusiva del archipiélago, al agregar 200 millas náuticas alrededor de la reserva existente. Se le daría una excepción al cuarto en el suroeste de la zona, que se destinaría a la “pesca responsable”.

Luigi Benincasa, director ejecutivo de Atunec, la asociación ecuatoriana de la pesca de atún, dijo que el plan es como un castigo para los pescadores locales. “Debemos entender que un tercio de nuestras capturas, que obtenemos de una zona exclusiva para la pesca ecuatoriana, ya no lo tendremos mañana”, dijo. “¿Cómo nos beneficia eso?”

La pesca en el lado occidental del archipiélago, que está a unos 1,000 kilómetros del Ecuador continental, sufriría un fuerte golpe sobre sus ingresos durante una época de dificultades económicas, dijo Benincasa. En el puerto de Manta en el Pacífico, la industria atunera le da trabajo a unas 200,000 personas, dijo. El sector atunero conforma la mayoría de la industria pesquera del país, que tiene un valor de 1.6 mil millones de dólares.

Tendríamos que buscar sitios mucho más alejados y que consumen más combustibles, además de competir contra flotas internacionales”, añadió Benincasa. Ecuador tiene la flota atunera más productiva en la región del este del Pacífico, y la segunda más grande del mundo, con más de 100 barcos con redes de pesca al cerco y casi el mismo número de barcos de pesca con palangre.

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Cuando la crearon en 1998, la reserva marina de las Galápagos era la segunda más grande del mundo. Ahora es la 33, superada en tamaño y ambición por otras naciones sudamericanas como Chile, que creó los 740,000 kilómetros cuadrados de la reserva marina de Para Tui alrededor de la Isla de Pascua, y prometió proteger más del 40% de su territorio marino total.

Mientras tanto, la flota atunera de Ecuador y el tamaño de sus capturas han duplicado su tamaño desde entonces, dice Eliecer Cruz, líder de Más Galápagos, una iniciativa local para expandir la reserva. Las investigaciones muestran que la productividad de la pesca ha aumentado 104% este siglo en la zona económica exclusiva de las islas.

Los tiburón ballena, tiburón martillo, además de las tortugas laúd y los albatros aparecen en la lista de especies en peligro crítico del IUCN desde 1998 debido al aumento de la pesca a escala industrial. Están entre 14 especies marinas migratorias encontradas en las aguas del archipiélago, incluyendo a las focas peludas y los leones marinos, cuyo estatus de conservación ha empeorado en las últimas dos décadas. (El rango de los albatros se extiende hasta el sur de Chile, pero solo anidan en la isla Española).

Pero, aunque sólo se permite la pesca a baja escala dentro de la reserva marina, las grandes embarcaciones evaden las reglas al atraer peces fuera de las zonas protegidas con el uso de FADs. Conocidos localmente como plantados, los utilizan para pescar atún, pero arrasan con otras especies pelágicas como tiburones, peces vela y marlín, y atraen leones marinos, delfines y tortugas antes de salir de la zona.

“Los plantados siguen llegando (a la reserva)”, dijo Cruz. “Los barcos pesqueros más grandes de 1,200 a 2,000 toneladas pueden lanzar hasta 500”.

Walter Borbor, un pescador artesanal de la isla Santa Cruz que pesca atún, se ha topado con muchas de las trampas flotantes, que son básicamente balsas de madera con rastreadores GPS atadas a redes que cuelgan hasta 100 metros más abajo.

“Los grandes barcos las ponen fuera de la reserva porque saben que hay una infinidad de corrientes que las moverán y capturarán grandes cantidades de peces pequeños, que atraen a peces más grandes”, gritó Borbor por encima del ruido del motor de su barco de fibra de vidrio de ocho metros.

“Hemos recolectado al menos 30 plantados. Reutilizamos las redes para hacer hamacas y gallineros”, dijo. Mientras sacaba una atun aleta amarilla de sus redes, el pequeño pescador dijo que cada vez tiene que hacer viajes más largos y captura menos peces.

“Alrededor de las islas hay muchos barcos industriales que le cierran el paso a los peces pelágicos que vienen a desovar y alimentarse”, dijo Borbor.

“El efecto del derrame demuestra que tan exitosa ha sido la reserva marina”, dijo Norman Wray, presidente del consejo de gobierno de las Galápagos. “Pero ahora tenemos que expandirlo”.

Las grandes poblaciones de peces han atraído mucha presión, dijo Wray, no sólo de las flotas internacionales sino también de las embarcaciones extranjeras, que pescan intensivamente en las orillas de la zona de exclusión.

Moreno debe decidir si se compromete con la expansión de la reserva al firmar un decreto antes de dejar el puesto el 24 de mayo.

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“Un incremento eventual de las medidas de conservación en la reserva marina de las Galápagos se empalmaría con áreas importantes de actividad para el sector pesquero, incluyendo a pescadores artesanales, con un posible impacto negativo para la economía nacional”, dijo el presidente cuando le preguntaron si planeaba extender la reserva. “Por esa razón, debe hacerse un amplio análisis, incluyendo todos los aspectos ambientales y socioeconómicos”.

Si Moreno no firma la propuesta de ley, ésta podría enfrentarse a un camino más largo y complicado, pues el comité parlamentario de la biodiversidad y recursos naturales tendría que decidir si tiene que debatirse y votarse dentro de la asamblea nacional.

Juan Cárdenas, miembro de la asamblea y el comité, dijo que respalda la propuesta de expansión por el estatus de patrimonio mundial de las islas. “Comprendo la posición de los pescadores pero no son el principal interés de la nación”, dijo.

No obstante, se espera que la poderosa industria pesquera ejerza su influencia sobre Moreno y sobre quien quiera que sea el siguiente líder del país. Benincasa, el representante de la industria atunera, argumentó que, como país en desarrollo, Ecuador no puede permitirse otorgarle más partes del océano a la conservación. “No podemos ser tan ingenuos”, dijo.

Ecuador firmó la Global Ocean Alliance, para respaldar la iniciativa 30-30 del Reino Unido, un compromiso internacional para proteger al menos 30% de los océanos globales para el 2030. Hasta ahora, alrededor del 13% de las aguas ecuatorianas están protegidas.

Los conservacionistas esperan que el apoyo internacional para la propuesta de expandir la reserva marina de las Galápagos influencie la decisión de Moreno.

“Sería un increíble legado para él”, dijo Cruz.

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