¿Cómo una pintura de 120 libras se convirtió en un Leonardo de 320 millones… y luego desapareció?
Los empleados de Christie posan frente al Salvator Mundi. Foto: Tolga Akmen / AFP a través de Getty Images

La National Gallery enfrenta una controversia por su papel en la enredada historia de cómo la pintura más valiosa del mundo surgió de la oscuridad antes de venderse en la asombrosa cifra de 320 millones de libras, sólo para volver a desaparecer después del ojo público.

La galería exhibió el Salvator Mundi en su exposición de Leonardo da Vinci hace una década, cuando se trataba de una obra desconocida con dudas sobre su atribución, restauración y propiedad.

Las críticas se ventilan en un documental que revela algunos de los tratos más turbios del mercado del arte. El profesor Bernd Lindemann, entonces director de la Gemäldegalerie de Berlín, afirma a los autores del documental: “Me sorprendió ver la pintura en la exposición de la National Gallery. Es una obra polémica y creo que no es el papel de los museos serios presentar una pintura con tanta controversia”.

La Gemäldegalerie, una pinacoteca en el Museo de Estatales de Berlín, que tiene una de las colecciones de pintura europea más importantes del mundo, se cuenta entre los dueños de colecciones públicas y privadas a los que contactaron los dueños anteriores de la pintura (un consorcio de corredores de arte), a quienes se les dificultaba conseguir un comprador.

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En el documental, The Lost Leonardo, Lindemann recuerda ese acercamiento y refiere que no le impresionó que la pintura hubiera sido tratada en extenso por un restaurador. “Un día recibí una llamada telefónica. Era un corredor que me dijo que tenía algo que podría ser el interés de la Gemäldegalerie. Se trataba de la pintura. Mucho de la obra se trataba de un remake, lo cual fue mi argumento para decir: ‘No, esta no es una pintura para la Gemäldegalerie’”.

La National Gallery presentó la pintura en 2011 en su exhibición sobre Leonardo. Aunque hay una regla tácita de que las galerías públicas no deberían exhibir obras disponibles a la venta, uno de los anteriores dueños de la pintura insiste en que no estaba a la venta cuando se anunció el programa de la exhibición. El colgar una pintura desconocida en una institución de gran prestigio es un factor que multiplica su valor de mercado.

El destino de la pintura no se puede trazar más allá de 1900, cuando se vendió como la obra Bernardino Luini, un seguidor de Leonardo, por 120 libras. Cuando la adquirieron los dealers Alexander Parrish y Robert Simon por 1,175 dólares en 2005, presentaba serios daños y Dianne Modestini comenzó un programa de restauración que duró de 2005 a 2017.

La pintura se subastó por Christie’s, en Nueva York, por una cifra récord de 320 millones de libras (450 millones de dólares) para luego desaparecer sin dejar rastro. Las dudas sobre su autenticidad aumentaron y el Louvre de París la degradó al trabajo de una mano contemporánea de menor calidad.

El documental, que se presenta en cines este año, explora cómo se canceló un plan para mostrar la pintura en la exitosa exhibición del Louvre en 2019. En una entrevista, Jacques Franck, un experto en Leonardo, recuerda que escribió al presidente Macron para advertirle que el Louvre no debería exhibirla como una obra auténtica de Leonardo. La película revela cómo se tomaron decisiones al más alto nivel, incluyendo al presidente francés.

Si bien algunos académicos siguen convencidos de la pintura, otros la soslayan como la obra de un ayudante o de la restauradora, Modestini, quien se defiende a sí misma en el documental.

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Michael Delay, director de ArtWatch UK, quien ha estudiado la Salator Mundi profusamente, concuerda con que la National Gallery no debió haber exhibido la pintura como un Leonardo. “No puedes poner algo así en un programa”.

The Lost Leonardo fue dirigida por Andreas Koefed, un galardonado director danés. Exhibe cómo en 2013 Yves Bouvier, un asesor de arte y propietario en un puerto franco, compró la obra en 83 millones de dólares y la revendió al multimillonario ruso Dmitry Rybolovlev en 127.5 millones, con lo cual se llevó una enorme ganancia en menos de 48 horas. Luego Rybolovlev lo acusó de haberlo estafado.

Bouvier recuerda haber adquirido el Salvator Mundi. “Invitamos a los dueños de la pintura a París y, para liderar la negociación, contraté a un amigo mío quien es un famoso jugador de póker. ¿Por qué? Porque un jugador de póker sabe cómo leer al oponente”.

El documental expone los oscuros negocios de un comercio en el que se dice que, sólo el puerto franco de Génova alberga miles de millones en obras de arte.

Doug Patteson, un exoficial de la CIA, dice a los cineastas: “La historia del Salvator Mundi y cómo se incrementó su valor, es una revelación de cómo el dinero se mueve en diferentes formas en el sistema de los puertos francos, un paraíso fiscal en donde gente muy rica a menudo guarda sus secretos de la autoridades fiscales”.

En el documental hay otros entrevistados, como Robert King Wittman, fundador de la unidad antirrobo de arte del FBI, quien, en referencia al récord en el precio del Salvator Mundi, dice: “El que alguien pague una fortuna por una pieza con tantos cuestionamientos es algo muy rato. Esa obra en particular no vale lo que se pagó por ella. Hay algo sospechoso ahí. Y su origen es muy turbio”.

La ubicación de la pintura ha sido un misterio desde 2017. Se cree que es propiedad de Mohammed bin Salman, príncipe heredero de la corona saudí.

La National Gallery, el Louvre y Arabia Saudita declinaron participar en el documental. La National Gallery declinó hacer comentarios.

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