El espía de un exdictador peruano intentó armar un complot para cambiar el conteo de votos del país andino
Vladimiro Montesinos cumple con múltiples condenas por crímenes contra los derechos humanos, corrupción, y tráfico de drogas y armamento, en una prisión naval de máxima seguridad. Foto: Silvia Izquierdo/AP

Era conocido como el Rasputín peruano, el espía líder de uno de los regímenes más corruptos y brutales del país. 

Vladimiro Montesinos diseñó una red de espionaje político, vaciando las arcas del estado para controlar a los altos mandos del ejército, las cortes y los medios, hasta que lo destituyeron gracias a una de sus grabaciones, donde apareció sobornando a políticos.

Ahora Montesinos, la éminence grise del expresidente encarcelado Alberto Fujimori, emergió después de casi dos décadas de relativa oscuridad (en esta ocasión, entre un aparente intento para ayudar a la hija de Fujimori, Keiko, cuyas acusaciones infundadas de fraude electoral hundieron a Perú en las semanas más tumultuosas de su historia reciente.

Con todas las boletas del 6 de junio contadas, el candidato de izquierda Pedro Castillo mantiene una pequeña ventaja de alrededor de 44,000 votos de un total superior a los 19 millones.

Keiko Fujimori (asistida en gran parte por los medios partidistas y una oleada de noticas falsas) exigió el recuento o desecho de decenas de miles de votos, particularmente en las áreas rurales, donde Castillo tuvo un apoyo abrumador.

Montesinos está cumpliendo con múltiples condenas por crímenes contra los derechos humanos, corrupción y tráfico de drogas y armas, en la prisión de máxima seguridad en una base naval, pero de algún modo logró utilizar un teléfono fijo para hacer 17 llamadas a Pedro Rejas, un militar de alto rango retirado y antiguo cómplice de Fujimori, quien más tarde reveló las grabaciones.

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El ministro de defensa de Perú confirmó la hueco de seguridad en la prisión, dirigida por la marina, y dijo que tres guardias y un oficial fueron retirados de sus puestos.

En una conversación, días después de la elección, Montesinos pareció sugerir el pago de sobornos a través de un intermediario para tres de los cuatro miembros de un tribunal electoral y favorecer a Fujimori en el recuento.

“Si hubiésemos hecho el trabajo como lo propusimos, no estaríamos en este problema de mierda”, se quejó Montesinos, de 86 años, en un momento de la grabación.

Las grabaciones marcaron el giro más reciente en las confrontaciones postelección, pero también son un recordatorio amargo de una de las partes más oscuras de la historia reciente del país.

Jo Marie Burt, funcionaria en la Washington Office on Latin America, señaló: “Keiko Fujimori lleva mucho tiempo intentando separar a su padre y a sí misma de Montesinos”.

“No sabemos si realmente está tomando sus consejos o no”, añadió Burt, quien fue observadora del juicio de Alberto Fujimori, que culminó en 2009 con una sentencia de 25 años en prisión por crímenes contra los derechos humanos y corrupción.

Burt declaró que Keiko Fujimori representa la continuación del proyecto político de su padre, del cual Montesinos era parte integral. “Su relación era muy íntima. Uno no podía existir sin el otro”, recordó.

Fujimori dijo que las grabaciones de Montesinos son un intento para distraer al público del proceso electoral. Pero hay señales de que sus defensores comenzaron a distanciarse de ella. “Ya basta”, escribió una columna de fin de semana en el periódico El Comercio, parte del grupo de medios más grande de Perú, que previamente había respaldado a la tres veces candidata presidencial.

“Hoy queda claro que lo que comenzó con el uso legítimo de los recursos legales para cuestionar la validez de algunas boletas … comenzó a transformarse en un intento para retrasar el proceso tanto como sea posible”, escribía la columna.

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El partido de Castillo, Perú Libre, negó las acusaciones de fraude, mientras que el departamento de estado de Estados Unidos describió el proceso como un “modelo de democracia”, y la Unión Europea recalcó que las elecciones fueron “libres y democráticas”.

El surgimiento de la grabación de Montesinos finalizó una semana alarmante, pues uno de los cuatro jueces del tribunal electoral renunció, dejándolo sin suficiente quórum, después de confrontarse con los otros funcionarios tras pedir que se nulificaran votos. El sábado lo reemplazó otro juez, pero ambos (el juez y Montesinos) se enfrentan a investigaciones por presunta corrupción.

El tribunal electoral tiene hasta el 28 de julio, el día de la independencia de Perú, para declarar un ganador; si no sucede, tendrán que organizarse nuevas elecciones, según la constitución.

Mientras tanto, los fiscales buscan castigar a exgenerales y almirantes (entre ellos el exdictador militar Francisco Morales Bermúdez, en juicio por el asesinato de civiles italianos en la Operación Cóndor) con cargos por sedición y conspiración, debido a tres cartas abiertas que exhortaron a las fuerzas armadas a rechazar la presidencia de Castillo.

“Lo que observamos es una conspiración en cámara lenta para prevenir que Castillo se vuelva presidente”, aseguró Burt.

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