Javier Bardem: ‘Cuando gané el Oscar me sentí increíble, pero no tenía ningún sentido’
Su material oscuro… Javier Bardem. Foto: Markian Lozowchuk/New York Times/Redux/eyevine

La mala noticia es que, en el último momento, mi entrevista con Javier Bardem deja de ser un encuentro en persona y pasa a ser una entrevista realizada por el menos arriesgado medio del videochat (¡maldito seas, ómicron!) Pero la buena noticia es que esto significa que puedo husmear por la casa de Bardem en Madrid, desde donde se conecta en Zoom, y que comparte con su esposa, la actriz Penélope Cruz, y sus dos hijos, Leonardo, de 10 años, y Luna, de ocho. Está bien, en realidad no veo toda la casa, pero sí me da una vista panorámica de su estudio mientras sus hijos gritan y juegan afuera.

“Puedes ver mi pequeña librería aquí”, dice Bardem, levantando su laptop y dándome el gran tour. “Y mi mapamundi. Es muy caótico”.

No es precisamente una lujosa biblioteca revestida de roble, sino un espacio que se parece más al cuarto de cachivaches de la mayoría de las personas. Cajas de libros y DVDs viejos que esperan ser donados a una biblioteca, carteles de películas de Fellini colgados sin entusiasmo en las paredes y un escritorio lleno de lo que solo se puede describir como un revoltijo. Al igual que el resto del planeta, la familia Bardem-Cruz pasó el confinamiento limpiando su casa.

¿Acaso él y Penélope tiraron todos sus vestidos de alta costura de Valentino y sus trajes de Armani en la tienda local de caridad? “No, se los dimos a esta Iglesia, donde el sacerdote adoctrina con su propio ejemplo, ayudando a los inmigrantes y a la gente que sale de la cárcel. Aprovechó las cosas que le dimos”.

Así que si ves a algunos exconvictos particularmente bien vestidos en Madrid, ahora ya sabes por qué. Bardem, el primer español nominado al Oscar como mejor actor (por la magnífica Before Night Falls, en 2000), y el primero en ganar el premio al mejor actor de reparto (por su aterradora interpretación en No Country for Old Men, en 2007), tiene el aspecto de un hombre que está felizmente fuera de servicio, con sus lentes para leer y su playera desarreglada.

Desafortunadamente para él, tiene que hablarme de su última película, la animada Being the Ricardos, el drama biográfico de Aaron Sorkin sobre las estrellas de I Love Lucy, Lucille Ball (interpretada por Nicole Kidman) y su esposo dentro y fuera de la pantalla, el director de orquesta y actor cubano Desi Arnaz (Bardem). La película es acertada en cuanto a las rarezas del matrimonio de Ball y Arnaz, los dos simulando una vida doméstica feliz en la pantalla y viviendo una más complicada fuera de ella. Sorkin resume los acontecimientos más tumultuosos de la vida de Ball en una sola semana, incluyendo el momento en que la actriz fue interrogada por el Comité de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes sobre si era comunista, y la infidelidad de su esposo salpicaba los periódicos.

Arnaz huyó a Estados Unidos siendo un adolescente casi sin dinero para convertirse en una de las mayores celebridades del país. Sin embargo, Bardem no subestima sus debilidades, concretamente para otras mujeres. “En la Cuba de los años 30, a Desi le enseñaron a demostrar constantemente su poder masculino, y eso (la cultura machista) es algo con lo que me puedo identificar, sin duda”, dice.

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El mejor del espectáculo… Bardem como Desi Arnaz y Nicole Kidman como Lucille Ball en Being the Ricardos. Foto: Landmark Media/Alamy

De 1951 a 1957 se emitió I Love Lucy, y con frecuencia atraía a más de 40 millones de espectadores a la semana en Estados Unidos. Bardem, de 52 años, creció en las Islas Canarias y, en el mejor de los casos, la conocía vagamente.

No obstante, vio y escuchó todas las grabaciones de Arnaz que pudo encontrar, y le va mejor que a Kidman en la película, que parece un poco limitada realizando su interpretación de Ball. Bardem se muestra más desenvuelto, y se divierte más con el papel, aunque sin duda se lo tomó en serio. Arnaz murió en 1986 y cada día antes de filmar, Bardem intentaba acceder a su energía, “como un médium… decía: ‘Bien, estoy aquí, si quieres entrar y expresarte'”, cuenta. Justo cuando me preocupa que estemos entrando al territorio espiritual, se ríe. “No lo hice cuando interpreté a Pablo Escobar (en Loving Pablo, de 2017). ¡Para nada quería invocarlo!”

Algunas personas se quejaron cuando Bardem, un español, fue elegido para el papel de un cubano, aunque no hubo objeciones a principios de la década de 2000 cuando interpretó al escritor cubano Reinaldo Arenas en Before Night Falls. “Eran otros tiempos, ¿no? Pero esto es lo que hacen los actores, creamos la vida de otras personas. Eso puede incluir la procedencia o la orientación sexual, los acentos y conductas. Creo que a veces nos excedemos en bloquear la libertad de creatividad al enmarcar lo que un actor puede o no puede hacer“, comenta.

Sorkin recientemente comparó la época de McCarthy representada en la película con la era de la cultura de la cancelación en la actualidad. Posiblemente se podría establecer un paralelismo más fructífero entre la forma en que la carrera de Ball casi quedó destruida por una acusación de la prensa sensacionalista –de que era comunista– y la tendencia popular de hoy en día a mezclar las acusaciones con las pruebas. Bardem protagonizó la película de Woody Allen de 2008, Vicky Cristina Barcelona, y ha defendido al director contra las reiteradas acusaciones de que es un acosador de menores; Allen fue absuelto después de dos investigaciones en la década de 1990.

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Historia de un matrimonio… Bardem con su esposa Penélope Cruz en Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen. Foto: The Weinstein Company/Sportsphoto/Allstar

Señalar a alguien es muy peligroso si no está legalmente demostrado. Más allá de eso, solo son chismes”, dice Bardem.

A lo largo de las dos últimas décadas, varios actores trabajaron con Allen, para después denunciarlo cuando la opinión pública se puso en su contra. Uno de esos actores fue Rebecca Hall, que coprotagonizó junto con Bardem la película Vicky Cristina Barcelona. ¿Ha hablado con ella sobre este tema? “No, no he visto a Rebecca en muchos, muchos años. Para serte sincero, no sigo nada de eso, de lo que la gente dijo. Intento seguir lo que dicta la lógica, que es: sigamos las reglas que existen para determinar si alguien es culpable o inocente. Si se reabre el caso y se demuestra que es culpable, seré el primero en decir: ‘Qué cosa más horrible‘. Pero hasta ahora, no he observado eso”.

Este verano, la amada madre de Bardem, Pilar, murió, y él la menciona con frecuencia. “Cada decisión que tomo ahora, pienso: ‘¿Esto haría que mi madre se sintiera orgullosa?’ Y si no es así, la rechazo inmediatamente. Es un legado poderoso que dejar, pero ella era una persona muy poderosa”, comenta.

Es evidente que era una mujer extraordinaria. Activista de izquierda y célebre actriz en España conocida como “La Bardem”, Pilar se divorció de su esposo cuando Bardem tenía tres años y posteriormente escribió en sus memorias que su exesposo tenía una “voluntad violenta”. Crió a su hijo y a sus dos hermanos mayores sin ayuda de nadie. “En la España de los años 60 era una época muy difícil para ser mujer, sobre todo divorciada con tres hijos y actriz. Te llamaban prostituta”, dice.

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Figura paterna… Bardem como Él en Mother! con la coprotagonista Jennifer Lawrence. Foto: Protozoa Pictures/Allstar

Bardem no fue un buen estudiante –”No puedo estar sentado durante cinco horas; lo siento, no soy ese tipo de persona“– y canalizó su energía en el rugby y la pintura, y finalmente en la actuación. Proviene de una gran familia de actores y cineastas españoles y recuerda que su madre le decía: “Si te vas a dedicar a este oficio, respétalo profundamente por el apellido que llevas“. A los 21 años ya trabajaba con directores como Pedro Almodóvar y Bigas Luna.

¿Cómo se sentiría si sus hijos quisieran ser actores como sus padres? Se ríe. “Bueno, son muy expresivos y les gusta comunicarse, así que es una posibilidad. Recuerdo que cuando Penélope estaba embarazada de Leonardo, salimos a cenar en Nueva York después del estreno de Biutiful“, cuenta, refiriéndose a la película de Alejandro González Iñárritu de 2010, con la que consiguió su tercera nominación al Oscar. “Y Dios –también conocido como Al Pacino– nos saludó y le pedimos que bendijera el vientre. Yo dije: ‘Espero que no sea un actor’, y Pacino dijo: ‘Sí, claro’. Entonces se produjo un silencio y me miró y dijo sonriendo: ‘Espero que lo sea‘”.

Bardem y Cruz nunca hablan de su vida privada, pero como él me dio la mano, yo tomo el brazo. Los dos se enamoraron durante la filmación de Vicky Cristina Barcelona, en 2007, pero anteriormente ya habían trabajado juntos, en 1992, en la película Jamón Jamón, de Lunas. ¿Ya sentían algo el uno por el otro?

Por supuesto que sentíamos algo el uno por el otro, pero ¡teníamos sentimientos por todo lo que se movía en ese momento! Ella tenía 16 años y yo 21, como ¡bolsas de hormonas! Era la primera vez que salíamos para hacer una película, era su primera película. La vida misma se abría ante nosotros. Después tomamos caminos diferentes y ella hizo cosas increíbles. Así que supongo que esos sentimientos estuvieron guardados en una caja hasta que se abrieron“, comenta.

¿Le da crédito a Allen de haberlos juntado? “Por supuesto que le damos crédito. Él nos reunió, ¡mucho crédito!”
¿Lo invitaron a su boda? “¡No, no!”, se ríe al pensarlo. “Pero no creo que hubiera ido. No sé qué tan sociable es”.

Bardem ha dicho que ver el esfuerzo de su madre para encontrar trabajo le demostró que un actor nunca se puede sentir completamente seguro en su trabajo. Seguramente, tres nominaciones al Oscar y una victoria le han dado cierta seguridad, ¿no?

“¡No! ¡No, no, no, no! Cuando gané el Oscar, me sentí increíble, pero no tenía ningún sentido. Fue más como: ‘Wow, ¿qué es esto? ¡Ahora tengo que ganármelo para que no me lo quiten de las manos!'”

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Instinto asesino… Bardem como Anton Chigurh en No Country for Old Men. Foto: Paramount Vantage/Allstar

Sin embargo, nadie discutiría que no se lo merecía. Su interpretación como Anton Chigurh, el imparable asesino de No Country for Old Men, de los hermanos Coen, lo convirtió en uno de los grandes villanos del cine. Eso, sumado a su interpretación del malo de Bond Raoul Silva en Skyfall, significa que muchos espectadores lo asocian con la crueldad. Sin embargo, odia la violencia. ¿Se debe a su padre?

“No, no, es simplemente que la violencia nunca ayuda, solo perjudica“, responde.

Así que interpretar a los malos debe requerir un nivel extra de actuación por su parte.

“¡Por supuesto! Pero esto nos lleva de nuevo a lo que decíamos antes. Crear personajes que están lejos de ti… bueno, eso es lo que hacemos para ganarnos la vida”. Afuera, sin embargo, espera la familia. Ganarse la vida está muy bien, pero la vida real espera.

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