Se espera que Cataluña indulte hasta mil personas acusadas de brujería
Una ilustración en la literatura de 1870. Con frecuencia culpaban a las brujas de la muerte repentina de niños o de las malas cosechas. Foto: Album/Alamy

Se espera que el Parlamento catalán apruebe el miércoles una resolución para indultar hasta a mil personas -la mayoría mujeres- condenadas por el delito de brujería en la región hace 400 años.

La medida se suma a los actos similares realizados en Escocia, Suiza y Noruega después de que más de 100 historiadores europeos firmaron un manifiesto titulado: No eran brujas, eran mujeres.

La resolución, que sucede a una campaña publicada en la revista de historia local Sapiens, cuenta con el apoyo de los partidos de izquierda y nacionalistas del Parlamento.

En un documental de la cadena TV3 titulado Las brujas, la gran mentira, el presidente catalán, Pere Aragonès, calificó la caza de brujas como un “feminicidio institucionalizado”.

Se calcula que entre los años 1580 y 1630, alrededor de 50 mil personas fueron condenadas a muerte por brujería en toda Europa, de las cuales cerca del 80% eran mujeres.

Mientras la caza de brujas se extendía por el norte de Europa, en España la Inquisición se encontraba muy ocupada erradicando la herejía entre los judíos y los musulmanes convertidos de manera forzada al cristianismo. La Inquisición se mostraba escéptica ante las acusaciones de brujería.

Sin embargo, Cataluña fue la excepción y la caza de brujas persistió durante el siglo XVIII. En 1424 se aprobó en Lérida la que se considera como la primera ley europea contra la brujería.

De acuerdo con Pau Castell, profesor de historia moderna en la Universidad de Barcelona, la caza de brujas fue más frecuente en Cataluña porque las zonas rurales se encontraban bajo el poder absoluto de los señores feudales, y la simple confesión era prueba suficiente de culpabilidad.

Añadió que, paradójicamente, en los casos en que se recurría a la Inquisición, los acusados solían quedar libres por falta de pruebas.

Con frecuencia culpaban a las brujas de la muerte repentina de los niños o de las catástrofes naturales y las malas cosechas, señaló Castell.

Según la historiadora Núria Morelló, los sospechosos solían ser practicantes de la medicina tradicional o mujeres con medios independientes, a quienes observaban con recelo.

A diferencia del resto de Europa, a las brujas en Cataluña las colgaban, no las quemaban en la hoguera. Castell comentó que esto quizás se debía a que era más económico y no se desperdiciaba la valiosa leña.

Algunos pueblos catalanes contrataban a sus propios cazadores de brujas. Uno de ellos fue Joan Cazabrujas (Juan el cazador de brujas) en el pueblo de Sallent, cuyas acusaciones llevaron a la horca a 33 mujeres. Cuando la Inquisición descubrió posteriormente que la mayoría de las mujeres eran inocentes, mandó quemar a Cazabrujas en la hoguera.

Ivet Eroles, autora de un libro sobre la brujería en Cataluña, cita el lema feminista “somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”, aunque señala que “más aún, somos las descendientes de quienes las asesinaron; somos las herederas de los opresores”.

El juicio por brujería más famoso de España se centró en el pueblo de Zugarramurdi, en Navarra, donde se afirmaba que hombres y mujeres, incluidos sacerdotes, practicaban brujería en una gran cueva.

Antes de que comenzara el juicio en la ciudad cercana de Logroño, en 1609, se investigó a un total de 7 mil personas, una cifra asombrosa si se considera que, aún en la actualidad, Zugarramurdi tiene una población de 225 habitantes.

Dos mil sospechosos confesaron, casi tres cuartas partes de ellos eran niños, pero casi todos se retractaron posteriormente. Al final fueron condenadas 11 personas, de las cuales cinco ya habían muerto en la cárcel. Los seis restantes -cuatro mujeres y dos hombres- fueron quemados en la hoguera.

Entre los 200 acusados de brujería en Salem, Massachusetts, entre 1692 y 1693, también figuraron muchos niños, uno de ellos de apenas cinco años. La caza de brujas fue provocada, en parte, por la afluencia de refugiados derivada de la guerra de Gran Bretaña con los franceses por el territorio canadiense, que avivó las luchas de las facciones locales.

Colgaron a catorce mujeres y cinco hombres, mientras que otro hombre fue presionado hasta la muerte con pesas. La colonia aceptó posteriormente la inocencia de las víctimas y pagó una indemnización a las familias.

En la localidad catalana de Palau-solità i Plegamans se nombraron cuatro parques infantiles en honor a las brujas condenadas y está previsto nombrar calles y plazas catalanas como una forma de homenaje.

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