Ruth Slenczynska: la alumna de Rachmaninov sigue lanzando música a los 97 años

La lección más importante que Ruth Slenczynska aprendió del compositor ruso Sergei Rachmaninov fue que los sonidos tienen color.

Hace casi 90 años, Slenczynska, de nueve años, practicaba uno de los preludios de Rachmaninov cuando este le pidió que se reuniera con él en la ventana. Era primavera en París, y las avenidas estaban llenas de árboles de mimosa repletos de flores doradas y esponjosas.

“Él dijo: ‘¿Ves eso? Eso es lo que quieres aportar a tu sonido, oro’. Le respondí: ‘Enséñame’. Así que se sentó en el piano y le puso color a su sonido, le dio significado. Y un niño pequeño puede copiar cualquier cosa”, contó.

El próximo mes, Slenczynska, que acaba de cumplir 97 años, lanzará su último álbum tras firmar un contrato discográfico mundial. Nacida en California de padres polacos, la pianista dio su primer recital a los cuatro años y fue proclamada una de las mejores niñas prodigio desde Mozart. A los siete años debutó con una orquesta completa en París.

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Ruth Slenczynska en el escenario. Foto: Jon Brenneis/Getty Images

“Tocar música es como dar un paseo en el autobús, no debes dejar que tu pasajero se baje hasta que llegue a su destino”, dice. “Hay que mantener su interés de una manera hermosa. Todavía intento hacer eso”.

Cada pieza de My Life in Music, lanzado por Decca Classics, evoca a un pianista o compositor que Slenczynska conoció personalmente. Entre sus amigos y mentores se encuentran una serie de gigantes de la música clásica del siglo XX. No solo Rachmaninov -se le considera como su última alumna viva y suele lucir un collar de huevos Fabergé que él le regaló-, sino también Artur Schnabel, Josef Hofmann, Egon Petri, Alfred Cortot y Samuel Barber.

Sin embargo, se apresura para señalar que la vida de una niña prodigio no fue fácil. El padre de Slenczynska, Joseph, exdirector del Conservatorio de Varsovia, era una figura tiránica decidida a que se convirtiera en una música exitosa a cualquier precio.

En su autobiografía de 1957, Forbidden Childhood, destacó el estrés emocional que suponía tener que practicar nueve horas al día sin margen de error. “Nadie elige ser un prodigio”, decía en la actualidad. “Mi padre me presionó mucho, ya que pensaba que era una forma de ganar dinero. En realidad, nunca fui una niña“.

Slenczynska se retiró de la interpretación a los 15 años y finalmente se desvinculó completamente de su padre. Se graduó como psicóloga y no regresó a los escenarios hasta 1951. Desde entonces, ha grabado 10 LPs para Decca Classics, al mismo tiempo que desempeñaba una serie de trabajos como profesora universitaria.

Tocó para Michelle Obama y para cinco presidentes estadounidenses, entre ellos Herbert Hoover, John F. Kennedy, Jimmy Carter y Ronald Reagan, además de interpretar un dúo a cuatro manos con Harry Truman.

Slenczynska se encontraba en Washington para dar un concierto cuando recibió una misteriosa llamada telefónica en la que le preguntaron si podía modificar sus planes. La mañana siguiente, la recogió “un auto magnífico” y la llevó -para su sorpresa- a la Casa Blanca.

“Llegamos a una gran puerta doble, con un marine a cada lado. Entré y ahí estaba el Sr. Truman, presidente de los Estados Unidos. Estrechó mi mano y me dijo: ‘¿Le gustaría tocar a dúo conmigo?'”.

Resultó que el presidente estuvo practicando una sonata de Mozart y quiso tocar con los mejores. “Nos sentamos juntos en el banco y nos salió muy bien. Él tocó de forma muy musical y atractiva. Al final todo el mundo aplaudió. Entonces me apartaron y dije: ‘¡ni siquiera me tomé una foto!”.

Años después, tras un concierto en Kansas City, tuvo una visita inesperada. “Era una noche desagradable y fría en la que caía aguanieve. Me estaba cambiando en uno de los camerinos, cuando tocaron la puerta. Pensé que era la señora que me había llevado. Abrí la puerta y entró el Sr. Truman. ‘Una vez tocaste a cuatro manos conmigo, ¿recuerdas?’, dijo. Y tuvimos la plática más maravillosa”.

A pesar de todos los enormes cambios que ha vivido desde su debut cuando era niña, el compromiso de Slenczynska con el arte de la música y la interpretación se ha mantenido inalterable. Durante el primer confinamiento por Covid-19 en 2020, subió a YouTube grabaciones caseras de las sonatas de Beethoven para celebrar su 250º aniversario. Su próximo recital, con motivo de su propio aniversario, se celebrará en Pensilvania el 6 de febrero.

Su edad, comenta, la “tomó por sorpresa”. “De repente miras atrás y dices: ‘Oh, Dios mío, eso ocurrió hace 50 años’. Todavía guardo en mi tocador una foto de mi encantador esposo. Y de vez en cuando me acuerdo de que murió en el año 2000. Pero me volvería a casar con él si pudiera, sigue siendo mi amor”.

¿Se arrepiente de algo? “No”, responde, “mirar hacia atrás no sirve de nada. Mira hacia adelante, y hazlo lo más bonito que puedas”.

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