El rey de Jordania utilizó cuentas suizas para acumular una enorme riqueza
La reina Rania y el rey Abdullah. Foto compuesta: Rex/Shutterstock

En 2011, mientras resonaban las rebeliones populares en todo Medio Oriente, un monarca en medio de todo aquello tomó algunas decisiones bancarias. En determinado momento de ese año, mientras los vecinos Egipto y Siria se debilitaban ante las trascendentales protestas civiles, el rey Abdullah II de Jordania abrió dos nuevas cuentas en Credit Suisse, el banco suizo que discretamente prestó servicios a los adinerados de la región durante décadas.

Abdullah, uno de los monarcas en activo más longevos del mundo, eligió a un banquero que compartía su enfoque respecto a la confidencialidad, especialmente en lo que respecta a su patrimonio personal. Durante los cinco años siguientes, el rey fue titular de al menos seis cuentas en Credit Suisse, mientras que su esposa, la reina Rania, tenía otra.

De acuerdo con una gran cantidad de datos filtrados del banco que nombran a ambos miembros de la realeza como titulares de las cuentas, una de las cuentas llegaría a tener un valor considerable de 230 millones de francos suizos.

En su país, el rey Abdullah había experimentado un viaje agitado. Las rebeliones, que llegaron a ser conocidas como la primavera árabe, condujeron al derrocamiento de líderes en Túnez, Egipto, Libia y Yemen, y al estallido de una brutal y prolongada guerra en Siria. Jordania, uno de los Estados más eficaces en materia de seguridad de la región, fue capaz de evitar la amenaza de una oposición emergente, mediante la represión de la disidencia y las promesas de mejores tiempos.

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El rey Abdullah llegando al aeropuerto internacional de Bagdad, Irak, para una cumbre en junio de 2021. Foto: Ahmed Jalil/EPA

Sin embargo, en la década posterior, la economía en dificultades, los niveles persistentes de pobreza, el elevado índice de desempleo, los recortes en las prestaciones sociales y las medidas de austeridad, aparentemente constantes, siguen despertando el resentimiento en todo el país. Una de las quejas particulares consiste en la yuxtaposición entre la aparente riqueza del rey y el constante sufrimiento que soportan la mayoría de los ciudadanos para salir adelante. Mientras el FMI accedía a rescatar a Jordania, con la condición de que su pueblo se ajustara colectivamente, el rey movía enormes cantidades entre sus cuentas suizas.

Los datos de Credit Suisse contienen detalles de 18 mil cuentas bancarias filtrados al periódico alemán Süddeutsche Zeitung por un denunciante que señaló que las leyes del secreto bancario suizo eran “inmorales”. Los datos fueron compartidos con The Guardian y otros 47 medios de comunicación como parte de una investigación global llamada Suisse secrets.

Los abogados del rey Abdullah y de la reina Rania indicaron que sus clientes no cometieron ninguna infracción y explicaron el origen de sus fondos, que, según ellos, cumplían con la legislación fiscal vigente. El rey Abdullah no tiene obligación de pagar impuestos en Jordania, país en el que el monarca queda exento por ley. Sus abogados dijeron que gran parte de los fondos del banco suizo procedían de la herencia de su padre, el rey Hussein, y que en Jordania no existen leyes sobre el impuesto a las herencias.

Las revelaciones ocurren en un momento inoportuno para el rey Abdullah y su familia, ya que surgen seis meses después de que el monarca figurara de forma destacada en la mayor filtración de datos de paraísos fiscales, denominada Pandora Papers, la cual reveló que adquirió un patrimonio inmobiliario de lujo de 100 millones de dólares, que se extendía desde Malibú, en California, hasta Belgravia, en el centro de Londres.

Los detalles de la existencia de más cuentas en paraísos fiscales se sumarán a las acusaciones de que el rey de Jordania, desde hace 22 años, disfruta de una vida desconectada de las exigentes realidades a las que se enfrentan la mayoría de sus ciudadanos, que se rigen por un conjunto diferente de normas.

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El duque y la duquesa de Cornualles, con el rey Abdullah, la reina Rania y el príncipe heredero Hussein en el palacio de Al Husseiniya en Amman, Jordania, en noviembre. Foto: Tim Rooke/REX/Shutterstock

Tras la publicación de los Pandora papers, los servicios de inteligencia jordanos se apresuraron a bloquear el acceso en línea a los artículos que contenían las revelaciones sobre el patrimonio del rey. El grupo de periodistas que desafió la prohibición fue interrogado. A algunos les recordaron sus “deberes patrióticos” con Jordania. Otros se sintieron intimidados a permanecer en silencio. La publicación jordana que publicó las revelaciones recibió una llamada por parte de los servicios de inteligencia, en la que pidieron que retiraran la noticia.

Los abogados del rey señalaron que las acusaciones de represión de los medios de comunicación en Jordania tras la publicación de los Pandora papers quedaron “desmentidas”. Declinaron proporcionar detalles al respecto.

Dos años antes de las revelaciones del proyecto Pandora, las fuerzas de seguridad jordanas acudieron al domicilio de Moayyad al-Majali, y detuvieron al abogado acusándolo en aquel momento de uno de los delitos más graves del reino. Su supuesto delito era difamar al rey Abdullah, simplemente por preguntar cuántas tierras poseía el rey.

Tener una cuenta bancaria en un paraíso fiscal no es un acto ilegal y no se insinúa que el rey Abdullah haya infringido las leyes al estructurar su patrimonio en un paraíso fiscal. Tampoco se sugiere que el Credit Suisse haya cometido alguna infracción o que no haya actuado con la debida diligencia. Sin embargo, las revelaciones suscitarán nuevas preguntas sobre el origen de la fortuna a disposición de Abdullah en un país que anualmente recibe miles de millones de dólares en ayuda extranjera. También provocarán preguntas sobre si el rey podría haber estado buscando refugios seguros para su riqueza familiar mientras se agravaban los problemas de su país.

En el frente nacional, en los últimos años las protestas contra el deterioro de la situación han provocado un caos político permanente, con una serie de primeros ministros destituidos y gobiernos que siguen siendo débiles y que dependen de la ayuda exterior. Incluso algunas tribus jordanas, que ofrecieron un apoyo fundamental a Abdullah, y de las que proceden la mayoría de las figuras de la clase dirigente del país, han mostrado su frustración al ver que el Estado tiene dificultades para atender a los suyos.

En marzo del año pasado, el control del rey sobre el país se vio brevemente amenazado cuando su hermanastro, el príncipe Hamzah, al que destituyó como heredero 17 años antes, fue detenido y dos asistentes condenados por sublevación tras descubrirse las aparentes primeras fases de una conspiración contra el trono.

Los partidarios de Hamzah describieron los hechos como una “rebelión” que contó con el apoyo popular. Sin embargo, los servicios de inteligencia jordanos y algunos altos funcionarios creen que, más bien, se originó por un impulso tardío de funcionarios de Trump y del príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman, para instalar a un monarca que hubiera respaldado el intento fallido de forjar la paz entre Israel y los palestinos, etiquetado como el “Acuerdo del siglo”.

A través de sus abogados, el rey Abdullah explicó que solo una de sus cuentas en Credit Suisse seguía abierta. Señalaron que se trataba de sociedades de inversión personal (PIC) creadas como instrumentos de fondos de fideicomiso para mantener a los hijos de la pareja real. Indicaron que una de las cuentas contenía los ingresos procedentes de la venta de un “gran avión de gran tamaño”, al tiempo que se compró otro avión más pequeño. Se tiene conocimiento de que el rey utiliza al menos dos jets privados.

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El rey Abdullah en el número 10 de Downing Street para una reunión con Boris Johnson en octubre de 2021. Foto: Anadolu Agency/Getty Images

Sus abogados comentaron que se utilizó “un porcentaje significativo” de su patrimonio personal para financiar iniciativas reales en calidad personal destinadas a atender las necesidades sociales y económicas de los ciudadanos jordanos, así como la restauración de importantes mezquitas. Se negaron a precisar el porcentaje.

En la capital jordana, Amán, el enojo contra el rey y su gobierno ha sido inusualmente estridente durante las recientes protestas contra los niveles de desempleo y el estancamiento de la economía. En algunas concentraciones, los manifestantes golpearon efigies de Abdullah con zapatos, acción considerada como una gran humillación en todo el mundo árabe. Sin embargo, la dinastía hachemita que lidera Abdullah no parece estar seriamente amenazada, por el momento.

Daoud Kuttab, director general del Community Media Network, con sede en Amán, predijo que las revelaciones indignarían a algunos jordanos, especialmente a los jóvenes desempleados. “El rey y el gobierno se enfrentarán a algunas protestas y manifestaciones, pero lo más probable es que lo manejen del mismo modo que las revelaciones anteriores, pero será complicado”.

Información adicional de David Pegg. La respuesta de Credit Suisse a la revelación de Suisse secrets se encuentra disponible aquí.

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