Los niños ‘exhalan menos aerosoles’, lo que podría reducir el riesgo de Covid-19, estudio
Los niños asisten a una asamblea en línea en la escuela primaria de la localidad de Gamlingay. Un menor número de aerosoles en espacios cerrados como los salones de clase podría significar que otras personas tienen menos probabilidades de infectarse si también ocupan esos espacios. Foto: Leon Neal/Getty Images

Los niños en edad escolar primaria producen alrededor de cuatro veces menos partículas de aerosoles cuando respiran, hablan o cantan en comparación con los adultos, lo cual podría ayudar a explicar la razón por la que parecen tener un menor riesgo de propagar el Covid-19.

Varios estudios sugieren que los niños pequeños son aproximadamente la mitad de susceptibles de contraer el Covid-19 en comparación con los adultos, y, a pesar de llevar una carga similar de virus en sus narices y gargantas, parecen transmitirlo a menos personas en caso de contagiarse.

Una posibilidad es que el tamaño y la forma de sus pulmones y vías respiratorias impliquen que emitan menos gotitas en el aire, llamadas aerosoles, al respirar y hablar. Estas partículas pueden permanecer en el aire, sobre todo en espacios cerrados como los salones de clase, por lo que un menor número de aerosoles podría significar que otras personas tienen menos probabilidades de contagiarse si también ocupan esos espacios.

Para investigar esta cuestión, el Dr. Mario Fleischer, de la Charité University Medicine de Berlín, y sus colegas reclutaron a 16 niños sanos de entre 8 y 10 años de edad y utilizaron un contador de partículas láser para medir la cantidad de partículas del tamaño de un aerosol que emitían al respirar en reposo y al hablar, cantar y gritar.

Los resultados, publicados en la revista Journal of the Royal Society Interface, indicaron que la acción de gritar era la que generaba más partículas, seguida de la actividad de cantar, hablar y respirar. Sin embargo, los índices y volúmenes de emisión de partículas al cantar, hablar y respirar eran aproximadamente cuatro veces inferiores en los niños, en comparación con las mediciones obtenidas en 15 adultos.

“Con mayor precisión, los niños emitieron [tasas de partículas y emisiones] al hablar del mismo orden de magnitud que los adultos al respirar, y al cantar emitieron [tasas de partículas y volúmenes] similares a los de los adultos al hablar”, señaló Fleischer.

Sin embargo, la cantidad de aerosoles producidos durante los gritos fue más similar entre los adultos y los niños.

Los autores también advirtieron que existía una considerable variación entre individuos, y que sus resultados no sugerían que el hecho de asistir a escuelas o clubes extraescolares estuviera exento de riesgos.

“Particularmente en las constelaciones con alto volumen vocal, que son comunes en la vida cotidiana de los niños y adolescentes, la emisión de aerosoles podría ser similar para los diferentes grupos de edad, como muestran las mediciones correspondientes a la condición de gritar”, comentó Fleischer. “Por otro lado, se podría restringir en menor medida el canto y la conversación en volúmenes típicos de los niños si el marco temporal es limitado, como en los entornos escolares y extraescolares habituales”.

Añadió que también importaban otros factores, como el número de niños y el diseño de la ventilación del interior, y que era necesario seguir investigando para fundamentar cualquier recomendación formulada para las escuelas.

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