¿Qué puede hacer Occidente ante la invasión de Rusia contra Ucrania?
El presidente estadounidense, Joe Biden. La alianza de 30 países de la OTAN prometió nunca enviar fuerzas para proteger a Ucrania, que no es miembro de la OTAN. Foto: Kevin Lamarque/Reuters

A raíz de lo que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, describió como la “invasión absoluta de Ucrania” por parte de Rusia, Occidente tiene que decidir la forma en que responderá a lo que el presidente francés Emmanuel Macron calificó como un punto de quiebre en la historia europea.

¿Occidente le puede ofrecer a Ucrania algo más que una mezcla de oraciones, sanciones y diligencias diplomáticas? Durante este conflicto, los servicios de inteligencia occidentales demostraron que eran capaces de predecir el siguiente paso de Putin, pero menos capaces de detenerlo. Boris Johnson le dijo al pueblo ucraniano “estamos con ustedes”, pero lo que esta solidaridad occidental significa en la práctica ahora es objeto de debate.

La alianza de 30 naciones que integran la OTAN mantendrá su promesa de que nunca enviará fuerzas para proteger a Ucrania ya que no es un país miembro de la OTAN. Las peticiones de los diputados conservadores de Reino Unido de proporcionar apoyo aéreo a Ucrania no cuentan con el apoyo de la OTAN.

En su lugar, Occidente pondrá a prueba la determinación de Rusia mediante fuertes sanciones y el suministro de armas por parte de algunos países para Ucrania en caso de resistencia.

Las sanciones coordinadas de Washington, Londres, Berlín y Bruselas anunciadas el jueves son presentadas como masivas, sin embargo, Putin cuenta con un fondo de reserva de 600 mil millones de dólares y se beneficiará del aumento de los precios del petróleo que superan los 100 dólares por barril. Esto lo hace menos dependiente de Occidente para obtener capital en comparación con hace cinco años, y tal es su dominio sobre los medios de comunicación rusos que las posibilidades de que las protestas internas ejerzan presión, por no decir que derroquen, al presidente de 69 años parecen mínimas. Es posible que los oligarcas se quejen si se les imponen sanciones, pero Putin está demasiado inmerso en el asunto como para retroceder.

Esta semana, un diplomático residente en Londres dijo tras ver la televisada y acobardada reunión de seguridad nacional de Rusia: “Solíamos hablar del círculo íntimo de Putin. No existe un círculo íntimo. Solo existe Putin”. Otro dijo: “Lo único que cambiará la opinión pública rusa es que las madres de Rusia vean las bolsas de los cadáveres“.

Nikolai Petrov, del centro de estudios Chatham House, advirtió que “toda la infraestructura de los opositores políticos y de la oposición ha sido destruida, facilitando en gran medida que el Kremlin movilice a la opinión pública”.

Ahora se pondrán a prueba las nefastas predicciones de los británicos de que Putin se encontrará en un aprieto en el campo de batalla. Muchos ucranianos aparecen en los medios de comunicación occidentales para atestiguar que Putin subestimó la voluntad de luchar de Ucrania. Insisten en que no tolerarán un gobierno marioneta leal a Moscú. No obstante, las largas filas de vehículos que huyen de Kiev hacia el oeste revelan otra historia. Es tan probable como que las cárceles de Ucrania se llenen de disidentes.

A corto plazo, habrá un debate, incluso en Alemania, sobre la conveniencia de suministrar armas a la resistencia, y algunos líderes del Partido Verde y de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ya abogan por ello.

La ministra de Relaciones Exteriores alemana, Annalena Baerbock, expresó el fin de semana que no era el momento de que Alemania diera un giro de 180 grados respecto a esa política estratégica. Sin embargo, el debate está abierto. La exministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, dijo: “Estoy muy enojada con nosotros por haber fallado históricamente. Después de Georgia, Crimea y Donbás, no hemos preparado nada que realmente pudiera disuadir a Putin”.

Keir Giles, también de Chatham House, instó a Occidente a ser prudente. “Observando el historial de triunfos del 100% de Rusia respecto a la supresión de movimientos de resistencia en los territorios que ha ocupado –con frecuencia utilizando niveles medievales de salvajismo e infligiendo terror en la población civil– nos preguntamos qué se lograría con la ayuda a una resistencia y si empeoraría o mejoraría la situación”. Las imágenes de destrucción en Alepo, Grozny y Afganistán muestran lo despiadado que puede ser el ejército ruso.

Stoltenberg señaló que a cada país le corresponde la cuestión de decidir la ayuda que proporcionará a la resistencia. Pero los riesgos son altos. En su discurso de anuncio de la invasión, Putin advirtió a los extranjeros que estuvieran tentados a interferir que habría “consecuencias que nunca han visto en su historia”, una escalofriante referencia implícita a la guerra nuclear.

También existe el peligro de que una insurgencia agrave la crisis de refugiados que probablemente se generará en toda Europa central.

La agencia fronteriza de la Unión Europea, Frontex, tiene planes iniciales para afrontar la llegada de cientos de miles de refugiados. Algunos diplomáticos son optimistas en cuanto a que, a diferencia de lo que ocurrió con Siria en 2015, no se producirá una reacción negativa política, señalando que ya se han recibido a muchos ucranianos en Europa. Hasta 15 mil ucranianos ya viven en Berlín. No obstante, los autócratas aprendieron que los refugiados son armas de guerra.

La ministra de Relaciones Exteriores británica, Liz Truss, indicó claramente que existe un grave riesgo de que Putin, a juzgar por sus palabras, no se detenga en Ucrania, sino que quiera restaurar el imperio ruso y expulsar a las fuerzas occidentales de todos los países del antiguo pacto de Varsovia.

Ben Wallace, el secretario de Defensa, comentó que Putin se volvió un “completo tonto”, y casi todos los políticos occidentales que regresaron de Moscú se mostraron perturbados por su comportamiento y su incapacidad de centrarse en soluciones realistas para la crisis.

Esto significa que, una vez que Ucrania sea devorada por Putin, Rusia podrá establecer fuerzas –terrestres, aéreas y de misiles– en bases ubicadas en el oeste de Ucrania, así como en Bielorrusia, que efectivamente perdió su independencia.

Tal vez no invada los países bálticos, pero se encuentra en una mejor posición estratégica para exigir la retirada de la OTAN conforme los límites del Pacto de Varsovia y un pasillo terrestre a través de Polonia para unir Kaliningrado, el cuartel general de la flota rusa del Báltico.

Esto supondrá un elevado gasto de defensa, una menor dependencia de la energía rusa y más tropas en las fronteras de la OTAN. Es posible que Finlandia y Suecia intenten unirse a la OTAN. Si Putin quería tener una menor presencia de la OTAN, es posible que obtenga una mayor.

Por último, Occidente tiene que afrontar cuestiones sobre la validez de toda la arquitectura de seguridad diplomática creada tras la guerra.

En la noche del miércoles, los diplomáticos de la ONU se reunieron para condenar a Rusia en una reunión de emergencia, presidida por Rusia, los presidentes del Consejo de Seguridad de la ONU de este mes. Simbolizó el grado en que la ONU se ha visto absolutamente comprometida. Pero puede que exista una voz diplomática en Nueva York que perturbará más a Occidente, la del enviado chino. En sus breves comentarios se mantuvo meticulosamente al margen, negándose a condenar a Rusia y consciente de que la angustia de Occidente no le puede proporcionar más que oportunidades en el futuro.

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