‘¿Dejaran a los bebés en una zona de guerra?’ Las aterrorizadas madres de alquiler ucranianas y los padres que esperan a sus hijos
'Lloré cuando nuestra madre de alquiler escapó a Polonia'. Ilustración: Simon Pemberton/The Guardian

Desde que los tanques rusos comenzaron a pasar por la frontera ucraniana, los medios de comunicación internacionales han informado sobre la situación apremiante de las parejas extranjeras que utilizan madres de alquiler ucranianas remuneradas. Por lo general, estos artículos casi no hacen referencia al bienestar de las madres de alquiler, sino que son redactados como relatos impresionantes de proezas, en los que las valientes parejas lanzan audaces incursiones para poner a sus bebés a salvo.

El periódico Irish Independent, por ejemplo, informó sobre una pareja del condado de Kerry que trajo a su hijo desde Ucrania, sin hacer ninguna referencia a su madre de alquiler, presumiblemente abandonada tras el parto en una zona de guerra. En ocasiones, las parejas parecen indiferentes a la difícil situación de las mujeres que se quedan atrás: una madre estadounidense escribió recientemente una publicación en Instagram de mil 257 palabras sobre la salida de su recién nacido de Ucrania en la que agradeció a su gimnasio que la mantuviera “lo suficientemente en forma” para realizar el viaje y a la agencia de viajes que reservó su hotel, pero no mencionó en absoluto a la mujer que gestó a su bebé.

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‘Los padres no se preocupan por nosotras’… Olga Danchenko, abogada especialista en gestación subrogada. Foto: Cortesía de Olga Danchenko

Olga Danchenko, abogada especializada en gestación subrogada de Kiev que huyó al oeste de Ucrania con su familia el primer día de la invasión, ha recibido una avalancha de correos electrónicos y llamadas telefónicas. En su preocupación por sus bebés, muchos de sus clientes olvidan su propia situación. “Los padres que tienen problemas para recibir a sus bebés no se preocupan por nosotras“, comenta. “Dicen: ‘Hola, Olga, dame los documentos’. ‘Hola, Olga, por favor, redacta esto’. ‘Hola, Olga, necesito un certificado de nacimiento, necesito a mi bebé, firmé un contrato contigo’. Ni una sola pregunta sobre cómo estoy”. Suena agotada. “Tenemos pesadillas durante el día y durante nuestros sueños en la noche”, dice Danchenko. “¿Te imaginas? Todo está arruinado en un día”.

No todos se centran únicamente en los bebés. “Quiero cuidar a nuestra madre de alquiler“, dice Annabel (nombre ficticio), una profesora de 40 años de Suffolk. “No solo porque lleva a nuestro bebé, sino porque es un ser humano con el que he establecido una conexión”. Annabel y su esposo llevan una década intentando tener un bebé. Durante ese tiempo, sufrieron cuatro abortos y la muerte de una hija prematura. Annabel investigó cuidadosamente sobre la gestación subrogada y eligió una agencia que le pareció ética. “No nos metimos en esto para abusar o aprovecharnos de alguien”, comenta Annabel. “Llegamos a un acuerdo con una persona para cambiar nuestras vidas, y económicamente podemos cambiar la de ella“. Considera que su madre de alquiler, de 33 años y embarazada de 12 semanas, es una amiga. “De inmediato conectamos”, cuenta Annabel. “Es difícil explicar lo que se siente, cuando conoces a alguien que va a cambiar tu vida“.

Incluso antes de la guerra, Yana Belozor, que tiene 32 años y vive en Kiev, había observado el mal trato que reciben algunas madres de alquiler. Ella misma, que fue madre de alquiler, comenta que la agencia para la que trabajaba no le brindó ningún apoyo emocional y que tuvo que reclamar su salario (la mayoría de las madres de alquiler reciben un pago único y posteriormente un sueldo mensual). Cuando dio a luz en 2019, dice que la agencia la envió al peor hospital de Kiev. “Todavía tengo pesadillas al respecto”, se estremece. “Me trataron como a un animal. A todas las madres de alquiler las ubicaron lejos de las mujeres que tenían sus propios hijos biológicos y las trataron de forma diferente”.

La gestación subrogada comercial está prohibida en la mayor parte del mundo, aunque es legal en algunas jurisdicciones, entre ellas algunos estados de Estados Unidos. El defensor de la infancia ucraniano señaló que, en su opinión, también debería estar prohibida en Ucrania, donde se calcula que nacen entre 2 mil y 2 mil 500 niños al año mediante vientres de alquiler. El grupo de derechos humanos La Strada recibe 100 llamadas al año de madres de alquiler ucranianas angustiadas. “Nos envían sus contratos para que podamos valorar su legalidad”, explica Yuliia Anosova, abogada de la organización y que actualmente está refugiada en Polonia. “Son un desastre total. Con frecuencia, ni siquiera son legales”. Recuerda un contrato en el que obligaron a una mujer a mudarse a mitad de su embarazo y le dijeron que le descontarían su sueldo si se negaba a hacerlo.
Sin embargo, los defensores de la gestación subrogada en Ucrania argumentan que la inmensa mayoría de las agencias se comportan de forma ética. Antes de la guerra, comenta Danchenko, el sistema era “increíble” y actuaba en el “mejor interés de los niños y los padres”.

Belozor se convirtió en coordinadora de gestación subrogada de otra agencia, Delivering Dreams, para garantizar que otras mujeres tuvieran una mejor experiencia que la suya. “Esta es mi vocación”, dice. Antes de la guerra, era responsable del bienestar de 14 madres de alquiler embarazadas, la mayoría de ellas en Kiev. Por ley, los clientes –o padres intencionales, como se les conoce– deben estar casados, ser heterosexuales y médicamente incapaces de tener hijos.

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‘El mundo tiene que ayudar’… la coordinadora de gestación subrogada Yana Belozor con su hija.

Estas parejas, y sus madres de alquiler, se encuentran atrapadas en la catástrofe humanitaria que se está desarrollando. “Las cosas se complicaron muchísimo”, comenta Sam Everingham, un abogado australiano especializado en fertilidad. Tiene una lista de 70 clientes cuyas madres de alquiler ucranianas se encuentran en distintas fases del embarazo. Natalie Gamble, abogada británica especializada en fertilidad, está ayudando a 23 parejas británicas, con madres de alquiler de entre ocho y 39 semanas de embarazo, a cruzar la frontera. “En todos los casos, a los padres les preocupa si las madres de alquiler podrán acceder a atención médica y dar a luz de forma segura, y qué ocurrirá si las parejas no pueden llegar cuando lo hagan”, señala. “¿Dejarán a los bebés en una zona de guerra sin nadie que los cuide?

Para empeorar el caos, pocas agencias preveían que Rusia invadiera el país, lo que significa que no elaboraron planes de emergencia. “La situación en Ucrania es estable”, aseguró una agencia a sus clientes en Facebook a finales de enero. “No hay una actividad militar creciente o inusual”.

La directora estadounidense de Belozor, Susan Kersch-Kibler, no opinaba lo mismo. En la segunda semana de febrero, Kersch-Kibler convenció a 13 de sus 14 madres de alquiler, y a Belozor, de que se trasladaran a Lviv, en el oeste de Ucrania. Ninguna quería ir. “Discutían conmigo”, comenta Kersch-Kibler. “Fue difícil. Al final, tuve que ofrecerlo como unas vacaciones pagadas”. Kersch-Kibler se ofreció a trasladar a las familias de las madres de alquiler con ellas, pero solo dos de ellas, y Belozor, llevaron a sus hijos. Pensaban que pronto regresarían a casa y no querían desplazar a sus familias.

Por ahora, estas madres de alquiler, al menos, están a salvo. Sin embargo, conforme a la ley marcial ucraniana, los ciudadanos hombres de entre 18 y 60 años no tienen permitido salir del país. Es posible que las madres de alquiler pronto se enfrenten a un terrible dilema: evacuar y dejar atrás a sus parejas e incluso a sus hijos, o permanecer en un país bajo ataque. Para agravar su preocupación, su familia y amigos en su país no están a salvo. El esposo de Belozor es bombero en Kiev. “Desde hace 11 días, no se ha podido cambiar de ropa ni bañarse”, comenta. “Todo el día está inhalando humo”.

A pesar de sus preocupaciones, Belozor sigue trabajando. “Mi principal trabajo es mantener a las mujeres emocionalmente estables”, explica. Si comienzan a sentirse ansiosas, las lleva al médico para confirmar que el bebé se encuentra bien. El día anterior a nuestra conversación, el mejor amigo de la infancia de Belozor, Alexi Semenyk, recibió un disparo en la cabeza por parte de las fuerzas rusas cerca de Luhansk. Tenía 35 años. Al igual que muchos ucranianos, Belozor está desesperada porque los países occidentales implementen una zona de exclusión aérea sobre el país. “El mundo tiene que ayudar”, dice entre sollozos. “No habrá paz en este mundo, porque Putin está tan enfermo y es tan impredecible y peligroso“.


La madre de alquiler de Annabel y su hijo ya están a salvo en Polonia. El viaje duró tres días. “Nos avisó cuando subió al tren, pero después se quedó sin batería”, comenta Annabel. “Literalmente, estaba enferma de miedo por ella y por su hijo. Estás al pendiente de las noticias para ver si ha habido algún ataque en los trenes, o en la frontera. Cuando recibí su mensaje diciendo que había cruzado la frontera, lloré“.

Annabel espera que su madre de alquiler pueda reunirse con ella en Reino Unido, si así lo desea. “La queremos aquí para poder cuidarla“, comenta Annabel. “Y no solo hasta que nazca el bebé. Queremos cuidarla hasta que pueda regresar a casa, o donde ella decida que sea su hogar. Si decide quedarse aquí, entonces la ayudaremos a establecerse aquí”. Annabel y su esposo conducirán hasta Polonia para recoger a su madre de alquiler y a su hijo, siempre y cuando puedan conseguirles documentos de viaje de emergencia y ella esté dispuesta.

No obstante, no existen vías legales para que las madres de alquiler y sus familias se reubiquen en Reino Unido. Los ucranianos solo tienen permitido entrar si tienen familiares ya residentes. (Una discutida “ruta humanitaria” quedó sumida en la confusión). En cambio, Irlanda eliminó los requisitos de entrada para los refugiados ucranianos. “Se trata de un pequeño grupo de mujeres que llevan niños británicos”, señala Gamble. “Reino Unido tiene la responsabilidad de protegerlas”.

Recientemente, Gamble le escribió a la ministra del Interior para pedirle que tome medidas para que las madres de alquiler embarazadas de niños británicos, y sus familias, puedan entrar a Reino Unido. El Ministerio del Interior no ha respondido.

Relativamente hablando, Annabel tiene suerte. Algunas parejas no ucranianas perdieron contacto con sus madres de alquiler. “Tengo el corazón completamente roto y lo estoy perdiendo”, escribe uno en un grupo de Facebook. “La agencia… no responde mis correos electrónicos… No tengo contacto directo con la madre de alquiler, así que no puedo contactarla. No sé si está bien. Me gustaría hacer todo lo que pueda para ayudarla a ella y a su hija“.

Fabiana Marcela Quaini, abogada argentina, tiene conocimiento de un cliente que perdió contacto con su madre de alquiler, que dará a luz la próxima semana. Kersch-Kibler y su equipo están ayudando a las madres de alquiler y a los padres contratados por otras agencias. “Estamos intentando ayudar a cualquier persona que se encuentre en esta situación”, dice. “Los padres están desesperados por contactar a las madres de alquiler. Una madre de alquiler nos contactó para decir que su agencia estaba intentando hacerla abortar y que no podía contactar a los padres intencionales”.

Kersch-Kibler comprende la desesperación de los padres. Todas las parejas que utilizan vientres de alquiler ucranianos llevan años intentando tener una familia. “Esta es su última oportunidad”, comenta. “Para ellos, ese niño es precioso por encima de todas las palabras. Les resulta difícil sobrellevar las imágenes de la televisión, sabiendo que su hijo está en el mismo país“.

Algunos clientes caen en la catástrofe. “Solo duermo unas horas por noche“, dice Jorge, un abogado de 48 años de Buenos Aires. Estaba en un grupo de WhatsApp con 60 personas en su misma situación, pero se salió del grupo. “El grupo me estaba enloqueciendo mucho”, comenta. “No puedo evitar ver las noticias, pero el grupo era demasiado”.

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Ucrania es uno de los pocos países de Europa que permite la gestación subrogada comercial. Foto: Sally Anscombe/Getty Images

Jorge y su esposa intentaron sin éxito tener un bebé durante una década. Su madre de alquiler, Katerina, está embarazada de cuatro meses. Ella está en Kiev con su esposo e hijos y no puede encontrar una ruta segura para salir de la ciudad. “No puedo imaginar cómo una mujer embarazada puede vivir en una guerra con explosiones“, comenta Jorge. “Por esta razón, preferiría que viniera a Argentina, pero no puedo decidir por ella. Ella es libre. No es una esclava”.

Puesto que Katerina no habla español y Jorge no habla ucraniano, normalmente se comunican a través de la agencia, aunque Jorge intenta no fastidiar al personal de la misma. “No quiero molestarlos llamando todo el tiempo”, dice. “Están en guerra y los respeto. Sé que los hombres de la agencia tienen que tomar las armas para defender a su país”.

Dmytro Pugach, un abogado especializado en fertilidad de 48 años de Kiev que está coordinando la evacuación de decenas de madres de alquiler, es uno de esos hombres. “Tengo que compaginar el trabajo por la vida y el trabajo por la muerte”, comenta por correo electrónico. “Estoy ayudando a las madres de alquiler embarazadas a dar a luz de forma segura, y luchando en la defensa del territorio. Mi Kalashnikov está a mi lado mientras escribo esto“.

Se está permitiendo que las madres de alquiler salgan de Ucrania con documentación mínima. No obstante, este éxodo tiene importantes repercusiones legales. Según la legislación ucraniana, los padres intencionales son considerados automáticamente como los padres legales de los niños nacidos a través de la gestación subrogada, pero esto no ocurre en Reino Unido, Irlanda o gran parte de Europa. “Algunas embajadas se muestran favorables respecto a la gestación subrogada, sin embargo, en Austria y Alemania la gestación subrogada no está permitida”, señala Danchenko. “Los padres y las madres de alquiler necesitan documentos que es imposible proporcionar, ya que las oficinas administrativas están cerradas“.

Los padres no entienden por qué no pueden llevar a sus bebés a casa sin documentos. “Son agresivos“, comenta Danchenko. “Lloran. Dicen: ‘Dame a mi bebé’. Les pregunto por sus documentos y no les importa. Soy abogado. ¿Qué se supone que debo hacer sin documentos? Eso es tráfico de personas“.

Por supuesto, no todos se pueden ir. Una de las madres de alquiler de Pugach se encuentra en una ciudad bloqueada por las fuerzas rusas. Está atrapada. Si llegara a necesitar atención médica, sus opciones pueden ser limitadas. Los hospitales y las clínicas fueron atacados. Un hospital de maternidad en la ciudad de Zhytomyr fue bombardeado el 1 de marzo; un hospital de maternidad de Kiev fue atacado el día siguiente. El 9 de marzo, se informó que un ataque aéreo ruso destruyó el área de maternidad e infantil de un hospital de Mariúpol. En el momento de la publicación, no se habían confirmado víctimas mortales, aunque los informes no verificados indicaban que había niños enterrados bajo los escombros.

Se trata de una situación terrible para todos los implicados, y es poco probable que se resuelva pronto. “Rezo por la salud de Katerina, sus hijos y su familia”, dice Jorge. No puede dejar de pensar en la última vez que la vio, en Kiev. Iba caminando hacia una parada del tranvía, cargando una caja de chocolates. “Siempre recordaré esa imagen”, dice Jorge. “Kiev era hermosa y pacífica. Ahora, en las noticias, no puedo creer lo que veo”.

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