El boicot al gas y al petróleo rusos ‘podría provocar la pobreza masiva en Alemania’
El ministro alemán de Economía y Energía, Robert Habeck, ofrece una conferencia de prensa. Foto: Michael Kappeler/AP

Alemania advirtió que el boicot inmediato a los suministros de gas y petróleo rusos podría perjudicar a su propia población más que a Vladimir Putin, acarreando desempleo y pobreza masivos.

“Si se produce un cambio inmediato, habrá escasez de suministros, incluso interrupciones del suministro en Alemania”, dijo el domingo el ministro de Economía y Energía, Robert Habeck, a la emisora pública ARD, mientras la mayor economía de Europa busca con ahínco diversificar sus suministros energéticos a medio plazo.

El político del partido de Los Verdes predijo “desempleo masivo, pobreza, personas que no podrán calentar sus casas, personas que se quedarán sin gasolina” en caso de que su país deje de utilizar el petróleo y el gas rusos.

Pocas economías occidentales dependen tanto de la energía rusa como Alemania: el 55% del gas natural, el 52% del carbón y el 34% del aceite mineral utilizados en el país proceden de Rusia, por los que paga cientos de miles de euros diarios, apoyando financieramente la maquinaria bélica que actualmente está devastando a Ucrania.

Habeck señaló que su gobierno estaba trabajando arduamente para garantizar que Alemania se encontrara en posición de prescindir del carbón ruso para el verano, y de eliminar gradualmente el petróleo ruso para finales de año, aunque la prohibición a corto plazo sobre el gas ruso podría dejar a su país expuesto.

“En cuanto al carbón, el petróleo e incluso el gas, estamos avanzando paso a paso en el proceso de independizarnos”, dijo el excolíder del partido de Los Verdes. “Pero no podemos hacerlo en un instante. Eso es resentido, y no resulta algo agradable moralmente de confesar, pero aún no podemos hacerlo”.

Estados Unidos, que en 2021 importó aproximadamente el 8% de sus necesidades de crudo de Rusia, anunció la semana pasada la prohibición del petróleo ruso con efecto inmediato, mientras que el Reino Unido anunció que eliminaría progresivamente las importaciones de petróleo ruso para finales de año.

Desde el inicio de la guerra en Ucrania, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha cambiado varias posturas en materia de política exterior, consintiendo el suministro de armas letales a Ucrania, apoyando la exclusión de Rusia del sistema de pagos SWIFT y paralizando el gasoducto Nord Stream 2, ya finalizado pero aún no operativo, bajo el mar Báltico.

Sin embargo, el líder de centro-izquierda señaló que sus manos están atadas en cuanto a la prohibición de la energía rusa. “Actualmente no existe otra forma de garantizar el suministro de energía a Europa para generar calor, para la movilidad, para el suministro eléctrico y para la industria”, dijo Scholz la semana pasada.

Según las predicciones de varios centros de estudios e institutos económicos, la interrupción inmediata de los suministros de gas ruso podría reducir el PIB de Alemania en un mínimo de 0.1 o un máximo de 5.2 puntos porcentuales.

En una carta abierta, varios científicos, escritores y activistas alemanes destacados instaron al gobierno a dar el audaz paso de desprenderse de la energía rusa. El partido Unión Demócrata Cristiana de la excanciller Angela Merkel propuso cerrar el gasoducto Nord Stream 1 y permitir la importación de gas a través de otras rutas.

Por su parte, el gobierno liberal de izquierda alemán intenta ganar tiempo para llenar sus reservas de gas, que el año pasado quedaron desabastecidas por las empresas energéticas rusas y que se están agotando en gran medida al final del invierno.

En su búsqueda de fuentes de energía alternativas, también resulta difícil encontrar soluciones a corto plazo. Simplificar el proceso de autorización de nuevos parques eólicos y solares fue una de las promesas del acuerdo de coalición del gobierno “semáforo”, sin embargo, la construcción en sí misma requerirá tiempo.

La construcción de terminales portuarias para la obtención de gas natural licuado (GNL), como la que Alemania prometió construir en las ciudades de Brunsbüttel y Wilhelmshaven, suele requerir al menos cinco años.

“El no se puede hacer es una afirmación muy problemática”, comentó a ARD la experta en energía Claudia Kemfert. “Porque el probable reto al que nos enfrentamos es que no tenemos otra opción más que la de sí se puede hacer”.

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