Los escritores de la bombardeada ciudad de Kharkiv buscan inspiración en la resistencia histórica
Daños causados por las bombas rusas en el complejo de departamentos House of the Word en Kharkiv. Foto: Emma Graham-Harrison

Cuando gran parte del centro de Kharkiv quedó destruido por los ataques aéreos rusos al comienzo de la invasión de Moscú, la histórica House of the Word (Casa de la Palabra) de la ciudad fue uno de los cientos de edificios afectados.

El bloque de departamentos, construido por los soviéticos en la década de 1920 para los escritores y poetas ucranianos de la dinámica escena literaria de Kharkiv, fue posteriormente un escenario de brutales purgas en la década de 1930, con docenas de intelectuales asesinados. Ahora Moscú volvió a arremeter contra sus residentes.

“Han pasado casi cien años y se siente como si la historia se repitiera”, dijo Ivan Senin, un poeta local, mientras el sonido de los fuertes bombardeos resonaba a través del jardín del Museo de Literatura de Kharkiv, que se encuentra a solo 10 minutos caminando desde House of the Word.

Fundado después de la independencia para celebrar la cultura ucraniana e inspirar a una nueva generación, el museo tiene un patio bordeado con retratos de famosos poetas y escritores ucranianos, desde Taras Shevchenko, el abuelo de la literatura ucraniana, hasta las estrellas literarias de Kharkiv de los años 20 y la famosa generación de los “Sixtiers” que comenzaron a publicar obras ucranianas a principios de los 60.

Todos ellos tienen una cosa en común, comentó Senin. Fueron reprimidos por intentar promover la cultura ucraniana. Desde que comenzó la guerra, siente que la historia se repite, y que su generación se está inspirando en la resistencia del pasado.

“No se puede decir que es la misma situación”, comentó Senin, señalando que la actual generación de escritores ucranianos es la primera que ha vivido una guerra sin cuartel con Rusia. “Pero todo lo que ellos decían, sigue ocurriendo en la actualidad, el chovinismo ruso, su deseo de tener el control [de Ucrania]”.

Senin y otros escritores de Kharkiv que trabajan con el museo, entre ellos el premiado poeta y novelista Serhiy Zhadan, decidieron quedarse en la ciudad a pesar de los constantes bombardeos y trabajan para levantar la moral organizando lecturas.

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Ivan Senin, poeta radicado en Kharkiv, se encuentra en el jardín del Museo de Literatura de Kharkiv, construido para celebrar la cultura ucraniana. Foto: Emma Graham-Harrison

A principios de la década de 1920, artistas y escritores ucranianos llegaron en masa a Kharkiv, que en aquel entonces era la capital de la Ucrania soviética, convirtiéndola en un centro de vanguardia, explicó Markian Dobczansky, académico especializado en la cultura de Kharkiv durante la era soviética.

Sin embargo, cuando se terminó el edificio de departamentos llamado House of the Word en 1929, Joseph Stalin comenzó a tomar medidas enérgicas contra los intelectuales ucranianos cuya exploración de su identidad nacional constituía una amenaza para su deseo de dictar el rumbo de la cultura soviética.

Conseguir un departamento ahí parecía ser una gran suerte, pero se convirtió en una maldición. Un total de 33 escritores que vivían ahí fueron ejecutados; seis fueron enviados a campos de trabajos forzados,de los cuales tres nunca regresaron, y dos se suicidaron. La magnitud de los asesinatos hizo que el periodo fuera conocido como el “Renacimiento ejecutado”.

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Trabajadores municipales colocan sacos de arena alrededor de la estatua de Taras Shevchenko de la ciudad para protegerla en caso de nuevos bombardeos. Foto: Dmytro Frantsev/The Guardian.

“Uno de los pasos necesarios en el camino hacia la construcción de una dictadura consiste en destruir los centros de poder alternativos”, señaló Dobczansky. “Tener [escritores]… que tenían ideas diferentes a las de Stalin era una especie de desafío intelectual para todo el proyecto soviético”.

La cultura ucraniana soviética sancionada se limitaba en ese entonces a sus aspectos no politizados, como la danza folclórica, comentó Dobczansky. Todavía al día de hoy, la cultura ucraniana no puede estar separada de la política.

“No existe forma de que [la cultura ucraniana] tenga una dirección de desarrollo independiente sin que ofenda la sensibilidad del Estado ruso”, dijo Dobczansky, y añadió que el Estado ruso niega la existencia de la identidad ucraniana.

Puesto que Kharkiv es una ciudad de habla rusa, cercana a la frontera, y la capital del país a principios de la era soviética, Moscú aparentemente esperaba que sus tropas fueran bienvenidas en esta ciudad. Quizás los funcionarios incluso consideraron la ciudad como una posible capital de nuevo, para la mitad oriental de una Ucrania dividida.

No obstante, siempre ha tenido una fuerte identidad ucraniana que Moscú obvió, ya que fue uno de los lugares de nacimiento del movimiento nacional ucraniano hace dos siglos y un centro intelectual a principios del siglo XX.

“Rusia tiene un verdadero punto ciego cuando se trata de Kharkiv”, comentó Dobczansky. “Los habitantes de Kharkiv reclaman la identidad ucraniana a su manera… Son de habla rusa, sí, pero eso es algo completamente diferente a su identidad política”.

“Ya hubo una generación de niños que fueron a escuelas ucranianas. Hablan ruso entre ellos, pero en un sentido político, y en una especie de sentido de cosmovisión, se consideran a sí mismos como pertenecientes a Ucrania”.

Solo unos pocos antepasados de los residentes originales de House of the Word siguen viviendo ahí. El Museo de Literatura de Kharkiv utiliza un departamento ahí para su programa de residencia. Tras el bombardeo, el edificio de departamentos sigue en pie, pero tiene ventanas destrozadas y paredes dañadas.

Dentro del museo, Senin dice que solo ha logrado escribir un poema desde que comenzó la guerra, ya que le cuesta procesar sus emociones. Es un testimonio de cómo la invasión rusa destruyó cualquier sueño de un Kharkiv ruso.

Nadie los invitó a deambular por aquí
A la mierda todas las predicciones hechas.
Aquellos que están atacando nuestro hogar
Nunca serán perdonados por la incursión.


El poema de Ivan Senin fue traducido por Anna Kurus.

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