Chloë Sevigny habla sobre los hipsters, Hollywood, la fama y la familia
Chloe Sevigny: 'Kate Winslet tenía el mundo a sus pies. Yo solo aspiraba a estar en la portada de The Face'. Foto: Taylor Jewell/Invision/AP

Resulta sorprendente que, considerando que Chloë Sevigny solo tiene 40 años, su trabajo abarque 30 años. Con su típico estilo autodespreciativo, dice riendo: “Estuve hablando con mi representante sobre mi carrera y simplemente me sorprendió que todavía tengo una”.

No estoy segura de que alguien tenga una carrera como la de Sevigny. Ha alternado entre películas independientes y comedias, ha aceptado papeles arriesgados y ha tenido una vida paralela como ídolo de estilo, lo cual la ha convertido en una celebridad de culto. Durante años ha bordeado la corriente principal, sin llegar a convertirse en un nombre conocido. Pero para algunos -aquellos que crecieron leyendo las revistas que siguieron sus años como chica genial de los 90 a través de películas como Kids y Gummo- es una superestrella de la moda y el arte.

Hablamos por videollamada. Sevigny se encuentra en su casa en Nueva York, sentada bajo un desnudo femenino recostado, obra de su vieja amiga la artista Rita Ackermann. Da la impresión de que ella está dando a luz a Sevigny. Está vestida de negro y se aplica una pincelada de labial color rojo antes de empezar. En algún lugar en el fondo, puedo escuchar a su hijo de casi dos años.

En la serie de Netflix Russian Doll, que pronto comenzará su segunda temporada, Sevigny interpreta en flashback a la caótica madre del personaje de Natasha Lyonne, Nadia. Conoce a Lyonne -que ha escrito, co-creado y protagonizado la serie- desde hace varios años y está visiblemente orgullosa del éxito de su amiga. La serie -que sigue a Nadia, atrapada en un bucle temporal nihilista, es una bomba. “El simple hecho de ver a tu amiga florecer así; siempre he pensado que era un genio y siempre he querido que la celebren”, comenta Sevigny. “Me alegra poder contribuir de alguna pequeña manera y simplemente estar a su lado, ayudar a impulsarla de cualquier manera que pueda. O colgarme de su éxito, no estoy segura”.

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Sevigny (derecha) con Paige Roy en The Girl from Plainville. Foto: Steve Dietl/Hulu


Pero primero, en un papel que no podría ser más diferente, Sevigny interpreta a Lynn, la madre de Conrad Roy, un adolescente que se suicida, en The Girl from Plainville. Está basada en el caso real de Michelle Carter (interpretada por Elle Fanning en el drama), una joven de 17 años que fue condenada por homicidio culposo tras alentar a Roy a suicidarse en una intensa relación por mensajes de texto. Salió de la cárcel en 2020, tras cumplir menos de un año. “Recuerdo haber visto fotos de la chica y automáticamente sentirme como: ‘Es culpable’, así que soy tan cómplice como cualquier otra persona en denigrar a las chicas jóvenes y hermosas”, dice Sevigny. “Pensé que era interesante, tener tiempo para analizar realmente el caso y verlo desde todos los ángulos”.

Ella no conoció a Lynn, que desde entonces se ha convertido en activista para conseguir que Massachusetts penalice el suicidio forzado y lo castigue con hasta cinco años de cárcel. Sevigny quería, comenta, “ayudar a crear conciencia sobre los problemas, eliminar el estigma de la depresión. Asimismo, analizar el suicidio y cómo afecta a las familias y el alcance que tiene”. El rodaje, que duró cinco meses, cuenta que “fue una verdadera exploración de la pena y el dolor. También, la forma en que [Lynn] sanó de aquello y finalmente encontró un poco de paz. Me pareció un arco muy completo, para examinar realmente el modo en que esta mujer atravesó esa situación”.

The Girl from Plainville no parece explotadora, pero ¿cómo percibe Sevigny el apetito por el crimen real servido como entretenimiento? “Bueno, creo que se trata de caso por caso. Solo basta con ver la forma en que la gente consume las noticias, creo que existe un poco de cultura car-crash. Pero la gente siempre se siente desconcertada por lo que el ser humano es capaz de hacer. Creo que por eso la gente sigue regresando al crimen real, y la vida es más extraña que la ficción”.

Muchos de los papeles de Sevigny parecen estar relacionados con temas sociales más amplios, desde Kids (interpretó a una adolescente VIH-positiva) y Boys Don’t Cry (su papel secundario nominado al Oscar, interpretando a la novia de un hombre transgénero) al principio de su carrera hasta, en fechas más recientes, la incursión de Luca Guadagnino en la televisión, We Are Who We Are, que explora la angustia de los adolescentes y la tensa dinámica familiar. “Me atraen los cineastas que quieren analizar lo que está ocurriendo en la cultura actual“, comenta.

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Con Rosario Dawson en Kids. Foto: Prod.DB/Alamy

La historia de Sevigny es la siguiente: una editora de una revista de moda la sacó de las calles de Nueva York cuando era adolescente, en una de sus visitas a la ciudad desde su casa en Connecticut, y la incluyó en una sesión de fotos. Ella hizo sus prácticas en la revista, consiguió un papel en un video de Sonic Youth, y después consiguió un papel en Kids, escrita para ella por su entonces novio, Harmony Korine. Un perfil de 6 mil palabras sobre ella publicado en el New Yorker en 1994, escrito por el novelista Jay McInerney, la comparó con Edie Sedgwick; aceptó a regañadientes ser el tema del artículo con la condición de que le consiguieran un vestido rosa de látex de Helmut Lang.

Parece cansada de volver a hablar de esa época, pero me sigue la corriente. Nueva York era emocionante en aquel entonces, comenta, “se estaba desarrollando esa escena emergente”. Sevigny trabajó en Liquid Sky, la influyente tienda de ropa y discos, que se convirtió en un lugar de encuentro. “Odio usar la palabra hipster, pero fue el nacimiento de esta onda del centro de Nueva York. Era una época específica de los 90 y tenía muchos amigos que se dedicaban a las bellas artes, la moda, y el cine y la música. Sentía que me estaba metiendo en todo eso”.

¿Sintió -con toda esta repentina atención- que tenía el mundo a sus pies? “¡No!”, responde ella. “Kate Winslet tenía el mundo a sus pies. Yo simplemente aspiraba a salir en la portada de la [revista] Face; no iba a salir en Titanic. Mi mundo se sentía bastante nicho y me sentía bien con eso. Era como si esta fuera mi gente, este es el lugar al que pertenezco. Quería ser una actriz de carácter”.

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Con Harmony Korine en 1996. Foto: Catherine McGann/Getty Images

Por eso actuó en Trees Lounge, comenta sobre la película de Steve Buscemi de 1996 sobre un bar de mala muerte. “Tenía todos estos grandes actores de carácter en ella, pensé: Quiero que esta sea mi trayectoria, quiero que la gente me vea como esto”. ¿Nunca quiso ir a Hollywood y convertirse en algo más convencional? “Quiero decir, ahora sí quiero”, dice, riendo. “Lo intenté durante un tiempo. Hubo un tiempo en el que me incliné por ello y entré en el juego. No sé si me encasillaron como ‘indie’, o qué fue, pero no he hecho muchas películas de estudio”. Agrega, sonriendo: “Todavía”.

De cualquier modo, la intensa fama, comenta, no parecía muy divertida. A finales de los 90, salió con Jarvis Cocker, el líder de Pulp. “Él era uno de los hombres más famosos de Inglaterra y recuerdo haber salido con él y que la gente nos perseguía por la calle”, cuenta Sevigny. “Me decía: vaya, nunca quiero esto. Creo que eso influyó mucho en algunas de mis decisiones, el ver lo que implica ser una persona realmente pública. Después, el hecho de tener que mantenerse a ese nivel también plantea sus propios retos, creo que eso sería algo estresante”.

Sevigny siempre pareció tener una idea clara de hacia dónde quería ir, lo cual atribuye a la lectura de algo que dijo el director Werner Herzog sobre construir una carrera como una casa, parafraseo, pero en consonancia con algo estructuralmente sólido, duradero y donde uno se sintiera cómodo viviendo. Para Sevigny, esto significó aceptar trabajos y directores interesantes: varias veces con Jim Jarmusch y Whit Stillman, por ejemplo; Dogville, de Lars von Trier; e incluso, se podría decir, la película de Vincent Gallo The Brown Bunny (famosa por una escena en la que Sevigny realiza sexo oral no simulado), que, aunque odiada por muchos críticos, le otorgó a Sevigny una reputación de intrépida

¿Alguna vez hizo algo solo por dinero? “Creo que hice algunas fotos de desnudos, en las que no se veía mi cara, por dinero”, responde, con una sonrisa. “Y quizá algo de publicidad coreana”. Podría haber tomado otras decisiones, comenta, si solo hubiera querido dinero.

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Dogville. Foto: Lions Gate/Allstar

Hay algo subversivo e intransigente en Sevigny. Nunca pareció la típica estrella de Hollywood y se quedó en Nueva York, en lugar de mudarse a Los Ángeles. Incluso cuando la llamaban la chica más genial de la ciudad, no parecía creérselo del todo; nunca pareció distante. Ha desarrollado una carrera paralela en la moda, como musa de diseñadores como Marc Jacobs y como diseñadora de sus propias colecciones. Tiene un enfoque experimental respecto a la forma de vestir que fue muy apreciado por las revistas de culto, pero no tanto por las revistas amarillistas. “Hubo cierta prensa sensacionalista que se centró en mí por mi estilo; era de la que se burlaban”, dice, con una sonrisa.

Tal vez este enfoque poco convencional se consolidó en su infancia, creció en una ciudad acaudalada en Connecticut, pero su familia era menos acomodada que el promedio y ella no aspiraba a las cosas que hacían sus compañeros de clase. “Tenía otros intereses”, comenta. “Me interesaba el teatro, la clase de artes, la música. Me interesaba más el mundo exterior en general e ir a Nueva York y ver lo que estaba ocurriendo ahí”. Su hermano mayor fue una gran influencia. A él le gustaba “el estilo de vida alternativo -la patineta, el punk rock y el hip-hop- y yo quería hacer todo lo que le gustaba a él y a su novia genial, que usaba Doc Martens y tenía el cabello morado”.

Desde niña sabía que quería ser actriz, desde que su madre la llevó a ver Annie en Broadway. Cuando la descubrieron más adelante, no era como si la hubieran sacado de la oscuridad total; había actuado en anuncios y modelado para los catálogos de Connecticut, “cosas muy regionales”, dice con una mirada cómplice. (Aun así, puedo imaginarme a la joven Sevigny haciendo que los pantalones de vestir de color pastel y las prendas de punto parecieran vanguardistas). “No tuve mucho éxito en eso”.

Tuvo más éxito, cuenta, en su campamento de teatro de verano, donde solía tener un papel protagonista. No obstante, su madre la animó a dejar de recorrer Nueva York en busca de audiciones cuando tenía alrededor de 12 años. “Cuando seas mayor”, recuerda que le dijo su madre, “podrás ver si quieres volver a dedicarte a esto profesionalmente”. Así que, cuando ocurrió Kids, en 1995, ese fue el momento. “Fue como: Tengo esta oportunidad, voy a considerar seriamente cómo hacer una estrategia”. Dice que pudo ser “un poco preciada”; hubo trabajos que desearía haber aceptado, pero no lo hizo, “porque no creía que fueran adecuados para mí. Eso me ha llevado a donde me encuentro ahora, pero eso podría significar que [estoy] pensando demasiado en todo“. Se ríe de sí misma.

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Sevigny caminando en la pasarela del desfile de Simone Rocha en la semana de la moda de Londres en febrero de 2019. Foto: Victor Virgile/Gamma-Rapho/Getty Images

Hace algunos años, parecía que Sevigny se había desilusionado del rumbo que estaba tomando su carrera. “Creo que los actores nunca se sienten realmente satisfechos con sus carreras y quizás yo era un poco más expresiva al respecto, tal vez en un intento de ser más interesante; no estoy segura“, comenta. “Creo que me sentí frustrada de ceder el control y de entregarme siempre a otras personas”. Hubo una tendencia a la actuación más dramática, mientras que ella quería hacer un trabajo más tranquilo y sutil. “Siempre me frustra la falta de oportunidades, pero eso pregúntaselo a cualquier actor”. Una sonrisa autoconsciente. “Solo es la lucha de los actores”.

Sevigny se dedicó a la dirección, algo que “ha sido muy satisfactorio”, comenta. Hasta ahora, ha realizado tres cortometrajes -todos enfocados en mujeres- que son fantásticos y soñadores, aunque también melancólicos o como pesadillas. En el primero, estrenado en 2016, una joven llamada Kitty se metamorfosea en un gato; el tercero, White Echo, seleccionado para competir en Cannes en 2019, es un filme profundamente inquietante sobre un grupo de amigas que invocan un espíritu.

Su sueño, explica, es dirigir un largometraje, aunque al mismo tiempo le preocupa: “¿Tengo la suficiente pasión? ¿Es esto lo único que me importa? Para mí, eso siempre han sido los amigos y la familia, y ahora tengo un hijo y un esposo. Así que estoy intentando recuperar esa pasión, porque siento que, para ser cineasta, hay que estar realmente enganchado”.

Durante su carrera, ¿ha notado algún cambio en el tipo de oportunidades que están disponibles para las mujeres? “Parece que sí, sobre todo en la televisión, porque cuando empecé a trabajar en Big Love [la serie de HBO sobre una familia mormona], rara vez había una mujer directora. Así que parece que existe una presión en este sentido. Hay más mujeres en puestos de poder, productoras y directoras, showrunners. Parece que muchas actrices están consiguiendo oportunidades para [dirigir] películas, y eso es emocionante”.

¿Cree que el movimiento #MeToo ha tenido un gran impacto? “Siento que existe un nivel de… no sé si es de respeto, pero sí se sintió como si los hombres ya no pudieran salirse con la suya. Gracias a Dios”. Sevigny comenta que ha recibido proposiciones de hombres en la industria, pero que los rechazaba con confianza, aunque reconoce que para otras mujeres podría resultar más difícil hacer lo mismo. “Simplemente nunca me pusieron en una posición en la que sintiera que tenía que hablar de algo“, dice. “Por supuesto, quieres ayudar a otras mujeres a contar sus historias, y quiero estar ahí y apoyarlas”.

En 2020, durante el confinamiento en Nueva York, Sevigny dio a luz a su hijo; un par de meses antes, se casó con su pareja, un galerista. El nacimiento de su hijo fue un periodo extraño, cuenta, un momento que cambió su vida y que coincidió con que el mundo también había cambiado. “Resulta difícil de diferenciar. El hecho de tener a esta persona a tu alrededor que tú solo… el amor; es desenfrenado, es una locura. Estoy tan enamorada de él y afortunadamente tan enamorada de mi esposo, y por suerte nos llevamos bien. Sé que, para algunas personas, el primer año puede ser difícil”. Se preocupa infinitamente por su hijo, dice riendo, “y sé que eso solo es el principio”.

Su ambición no ha disminuido. Ha salido a presentar y desarrollar ideas. “Dirigir, buscar [proyectos]; quiero hacer eso, pero también siento que los años de formación son… Quiero decir, es la vida de mi hijo y siento que me necesita en este momento. El simple hecho de pensar en cómo voy a navegar a través de eso también me produce ansiedad”, añade, sonriendo. Sin embargo, su carrera ha sido larga y los cimientos son sólidos.

The Girl from Plainville se estrenará en Hulu en Estados Unidos el 29 de marzo. Pronto llegará a Starzplay en Reino Unido.

Para atención al suicidio, puedes llamar a Saptel: al 55 5259-8121

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