‘Canarios en la mina de carbón’: la pérdida de aves indica que el planeta está cambiando
Las familias de aves más amenazadas son aquellas de mayor tamaño y que tardan más tiempo en reproducirse, entre ellas el pavo de matorral australiano. Foto: thomasmales/Getty Images/iStockphoto

Las aves del mundo, descritas como los “canarios en la mina de carbón” del planeta, están desapareciendo en grandes proporciones a medida que aumenta el colosal impacto de la humanidad sobre la Tierra, según revela un análisis global.

Existen alrededor de 11 mil especies de aves en todo el mundo, sin embargo, las poblaciones de la mitad de ellas están disminuyendo, mientras que solo el 6% está incrementando. Su vuelo y su canto hacen que sean más fáciles de estudiar en comparación con muchos animales, lo que significa que son el gran grupo mejor estudiado.

Las poblaciones de aves también se ven afectadas por todos los daños causados por la actividad humana, desde la destrucción del hábitat silvestre, la crisis climática y los pesticidas, así como otros tipos de contaminación, hasta la caza excesiva y el impacto de las especies foráneas y las enfermedades. Esto las convierte en los mejores indicadores vivos del cambio global, señalaron los científicos.

En las últimas décadas se han perdido miles de millones de aves solo en Norteamérica y Europa, y aunque existe un mayor número de especies en los trópicos, una mayor proporción se encuentra en peligro de extinción en las zonas templadas y en los países más ricos, indicó el análisis.

Los esfuerzos de conservación han logrado rescatar del borde de la extinción a algunas especies individuales en lugares concretos, sin embargo, se necesita la disposición política y el financiamiento para revertir el declive mundial, señalaron los investigadores.

“Las aves son un taxón mucho más poderoso (que otros) para contarnos la historia sobre el estado del planeta”, dijo Alexander Lees, de la Universidad Metropolitana de Manchester, Reino Unido, y que dirigió el análisis. “Sabemos tanto sobre ellas que ni siquiera sabemos cuántas especies de insectos existen”.

“Actualmente, estamos clasificando las especies que están en peligro, pero no estamos deteniendo el flujo de especies que se dirigen hacia la extinción“, explicó. “Hay un límite de lo que podemos hacer con la conservación in situ”. Mientras que el trabajo de conservación ha mejorado las poblaciones de 70 especies de manera suficiente como para reducir su peligro de extinción desde 1988, se ha producido un deterioro de 391 especies, reveló el análisis.

Los datos mundiales recopilados por Birdlife International sustentaron el análisis, y la CEO del grupo de conservación, Patricia Zurita, comentó: “Las aves realmente son el canario en la mina de carbón como indicadores del estado de nuestro planeta, por su sensibilidad a los cambios de los ecosistemas, su omnipresencia en todo el planeta y por lo bien estudiadas que están. (Nosotros) tenemos que escuchar y actuar con base en lo que nos dicen las aves, ya que desaparecen cada vez con mayor rapidez“.

Una excepción del declive generalizado ocurre en el grupo de las aves acuáticas, cuyas poblaciones que viven en pantanos en Norteamérica y Europa han aumentado un 13% desde 1970. La restauración de áreas de pantanos relativamente pequeñas puede tener un gran impacto, mientras que las aves que viven en praderas y bosques necesitan áreas mucho más grandes.

El análisis, publicado en la revista Annual Review of Environment and Resources, reveló que se tiene conocimiento o se sospecha que el 48% de las especies de aves está disminuyendo, en comparación con el 39% que presenta una tendencia uniforme, el 6% que muestra un aumento y el 7% que presenta una tendencia desconocida.

La mayoría de los datos a largo plazo proceden de Europa, Norteamérica, India y algunos lugares de África, no obstante, un seguimiento más reciente realizado en Latinoamérica y Asia muestra resultados similares. La población de aves en Estados Unidos y Canadá ha disminuido en 3 mil millones desde 1970, mientras que en Europa han desaparecido 600 millones desde 1980.

El análisis destaca la extraordinaria variedad de aves, desde los petreles antárticos que anidan 200 km tierra adentro en la Antártida hasta el petrel de las tormentas de Hornby que anida en el desierto de Atacama. Se reportó un buitre moteado o de Rüppell volando a 11 mil 300 metros de altura, mientras que los pingüinos emperador se pueden sumergir a más de 500 metros bajo la superficie del océano. Las aves tienen un enorme valor cultural, pero también son vitales para los ecosistemas, ya que dispersan las semillas y se comen las plagas.

Las aves se ven afectadas por todos los impactos de la actividad humana. Por ejemplo, se calcula que solo en Canadá mueren 2.7 millones de aves al año por ingerir pesticidas, mientras que los gatos domésticos pueden matar a 2 mil 400 millones al año en Estados Unidos. Las familias de aves más amenazadas son las de mayor tamaño y las que tardan más tiempo en reproducirse, entre ellas los loros, los albatros, las grullas y las aves corpulentas como el pavo de matorral australiano. Todos los países albergan al menos una especie de ave amenazada a nivel mundial y 10 naciones tienen más de 75, indicó el análisis.

Las especies que habitan en las tierras de labranza están disminuyendo precipitadamente, señaló el análisis, con una reducción del 57% en Europa desde 1980. Esto se debe a la agricultura intensiva que suministra alimentos económicos, explicó Lees, y añadió: “Si queremos que los agricultores cultiven la vida silvestre, tenemos que pagar por ello como sociedad”.

Se han rescatado especies individuales, como el cernícalo de la isla Mauricio, que se redujo a una hembra reproductora, pero que ahora ha recuperado una población de cientos de ejemplares, y el pavón pico de hacha, en Brasil, que se extinguió en estado silvestre, pero que se ha recuperado a partir de aves que estaban en posesión de coleccionistas privados.

Sin embargo, el análisis concluyó: “La creciente huella de la población humana representa el último motor de la mayoría de las amenazas contra la biodiversidad de las aves. La falta de progreso en la conservación (de las aves) suele reflejar una falta de recursos o de disposición política, en lugar de una falta de conocimiento de lo que es necesario hacer”.

El profesor Stuart Pimm, de la Universidad de Duke, Estados Unidos, comentó que el análisis era excelente y acreditado, incluso con la escasa disponibilidad de datos en algunas regiones. “Lo que sí es seguro es que alrededor de dos tercios de todas las especies de aves viven en los bosques tropicales, y que las acciones humanas están reduciendo esos hábitats”, señaló Pimm. “Incluso sin cálculos poblacionales detallados, sin duda sus cifras están disminuyendo”.

Lees explicó que la población no tiene por qué sentirse impotente respecto a su contribución para revertir el declive, pero añadió: “Todos tenemos conexiones (con las aves). Si una empresa está vinculada a la deforestación en Brasil, no le compren nada”, dijo. “Y si todo el mundo reserva para la naturaleza la mayor cantidad de terreno posible dentro de sus jardines, eso supone una superficie bastante grande. Otra herramienta es el voto, tenemos los políticos por los que votamos”.

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