Brasil: el asesinato del tesorero del partido de Lula aumenta el temor a una campaña violenta
Luiz Inácio Lula da Silva encabeza las encuestas en las elecciones presidenciales y muchos temen que se produzcan más disturbios a medida que se agrava la polarización política en Brasil. Foto: Andressa Anholete/Getty Images

Los líderes políticos brasileños hicieron un llamado a la calma esta semana después de que el asesinato de un miembro del Partido de los Trabajadores provocara el temor de que la violencia política en el polarizado país vaya a estallar en el período previo a las elecciones presidenciales que se celebrarán en octubre.

Luiz Inácio Lula da Silva, ex presidente de izquierda y líder del Partido de los Trabajadores, que actualmente encabeza las encuestas para las elecciones del 2 de octubre, envió sus condolencias a la familia del hombre fallecido, quien pertenecía a su partido, e hizo un llamado al “diálogo, la tolerancia y la paz”.

Jair Bolsonaro, el presidente de extrema derecha en funciones que puede ser destituido de su cargo en las elecciones, comentó que no quería el apoyo de partidarios violentos, sin embargo, publicó una serie de tuits en los que atacó a la izquierda por lo que llamó como su “innegable historial de episodios violentos”.

Bolsonaro tiene un historial de agresividad y sus partidarios están detrás de una serie de recientes ataques que culminaron el pasado fin de semana con el asesinato del tesorero del Partido de los Trabajadores en la ciudad de Foz de Iguazú, en el oeste del país.

Marcelo de Arruda fue asesinado en su propia fiesta con motivo de su 50° cumpleaños en la mañana del domingo, cuando un partidario de Bolsonaro invadió el evento y le disparó tres veces. Arruda, un guardia municipal que organizó una fiesta con temática de Lula, respondió al fuego antes de su muerte, dejando a su agresor en un estado grave en el hospital.

El ataque ocurrió solo dos días después de que otro simpatizante de Bolsonaro lanzara un burdo artefacto casero que contenía heces a la multitud reunida en un evento de campaña de Lula en Río de Janeiro. En otro incidente ocurrido en el estado de Minas Gerais tres semanas antes, un dron lanzó lo que, según se informa, eran aguas negras sobre una concentración pro-Lula.

Los ataques coinciden con la polarización existente en la política brasileña, la cual cobró velocidad en 2016 con la destitución de la sucesora de Lula, Dilma Rousseff, elegida personalmente, y el encarcelamiento de Lula dos años después por delitos de corrupción, condenas que fueron anuladas en 2019 después de que se descubriera que los fiscales actuaron de manera conjunta con el juez.

Lo que ha cambiado desde entonces, según dicen los expertos, es la creciente percepción, especialmente por parte de la derecha, de que no se pueden resolver las diferencias políticas a través del debate.

“Este grupo de extrema derecha, del cual muchos, incluido el presidente, tienen ideas fascistas, no quiere reconocer a las instituciones y las reglas del juego establecidas”, señaló Darci Frigo, presidente del Consejo Nacional de Derechos Humanos de Brasil. “Bolsonaro tomó la decisión de eliminar a la izquierda y ha permitido que sus partidarios usen la violencia para hacerlo, para dividir y odiar”.

“Lo que ocurrió en Foz de Iguazú no es un caso aislado, fue incentivado por la retórica del presidente”.

Bolsonaro se encuentra detrás de Lula por dos cifras en la mayoría de las encuestas y la perspectiva de la derrota está detrás de gran parte de su lenguaje incendiario, indicaron los expertos.

Su agresividad sucede a pesar de que el propio Bolsonaro es la víctima de mayor perfil de la violencia política de los últimos años. El líder populista fue apuñalado un mes antes de las elecciones de 2018 y pasó semanas en el hospital antes de recuperarse a tiempo para ganar la presidencia.

Incluso antes de ese incidente, Bolsonaro había adoptado puntos de vista extremistas contra los homosexuales, las mujeres y los afrobrasileños, y con mayor frecuencia contra la izquierda. En 2018 simuló disparar una ametralladora y comentó a una multitud reunida en el estado de Acre que quería “ametrallar” a los izquierdistas y “expulsarlos” del estado.

Su retórica no ha disminuido durante su mandato y sus decepcionantes cifras en las encuestas lo están llevando a adoptar posturas cada vez más extremas, diseñadas para animar a su base más firme y asustar a los activistas de la oposición para que no salgan a la calle, señaló Felipe Borba, coordinador de un centro de estudios sobre la violencia política en la universidad Unirio de Río.

“Se estimula el uso de la violencia contra los rivales como parte de una estrategia electoral… especialmente por parte del presidente Jair Bolsonaro contra los partidarios del expresidente Lula”, explicó Borba. “También lo está haciendo para desviar la atención de los verdaderos problemas del país”.

Borba comentó que el aumento de la violencia ocurre en el inicio de lo que se espera sean unos tensos meses de campaña, no solo para la presidencia sino también para el Congreso y los 27 gobiernos estatales.

Un estudio realizado por su oficina reveló que el número de ataques con motivación política registrados en lo que va de 2022 es mayor que el registrado en el mismo periodo hace dos años, antes de las elecciones municipales. El dato resulta particularmente grave si se considera que en las elecciones municipales hay más candidatos y contiendas que en las elecciones nacionales.

Más preocupante aún es el posible final del presidente.

Bolsonaro ha puesto en duda en repetidas ocasiones la confiabilidad de las urnas electrónicas utilizadas en Brasil, a pesar de que existen pocas o ninguna evidencia de que son vulnerables, y ha advertido abiertamente que se podría negar a dejar el cargo en caso de que el resultado no sea de su agrado.

“Si Bolsonaro pierde las elecciones y unes eso a su intolerancia y a la percepción de que le hicieron trampa, podríamos tener actos de violencia a gran escala después de las elecciones, algo cercano a lo que vimos en Estados Unidos con la invasión del Capitolio”, señaló Borba.

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