¿Debería sentirme mal por aún querer tener sexo ahora que tengo 87 años?
'Aunque tengo disfunción eréctil, todavía siento el deseo de acariciar el cuerpo de mi esposa y excitarla'. Foto compuesta: Guardian design/Getty (Modelo posando)

Soy un hombre de 87 años y estoy casado desde hace 40 años. Mi esposa, también de 80 años, y yo hemos dormido en habitaciones separadas desde hace 30 años, debido a mis ronquidos. Aun así, teníamos una buena vida sexual, aunque menos frecuente de lo que me hubiera gustado. Todavía siento el deseo de unirme a ella en la cama (aunque ahora tengo disfunción eréctil), para hacerla llegar al orgasmo. Sin embargo, mi esposa nunca ha sido expresiva; siempre he sido yo el que ha iniciado un mimo o unas palabras de cariño. Ella no puede entender que un hombre de mi edad todavía se excite con la idea de tener intimidad con ella; le parece incluso extraño. Pero, cuando accede a regañadientes a compartir su cama conmigo (una vez cada dos meses tal vez), se excita rápidamente y puedo hacer que tenga un orgasmo en minutos. Me siento muy avergonzado, incluso raro, cuando rechaza mi petición de acompañarla en la cama. Incluso genera una discusión, de la que me siento culpable… Entonces, ¿cuál es la respuesta? ¿Soy raro?

No eres raro, y solo aquellos con ideas muy anticuadas sobre el sexo pensarían que lo eres. Desafortunadamente, todavía hay personas que creen en los prejuicios que abundan sobre el sexo en la tercera edad, y creen que el interés sexual desaparece de forma automática a partir de cierta edad. Por el contrario, es completamente normal y saludable que quieras tener intimidad con tu esposa a cualquier edad. Incluso si surgen problemas, como las dificultades de erección (que, por cierto, se pueden tratar), siguen existiendo muchos estilos de intimidad que las personas pueden seguir disfrutando, como tú has comprobado. El placer, el erotismo, la relajación, la diversión y la conexión que se encuentran incluso en las formas no penetrativas y no genitales del sexo en pareja –incluyendo el tacto, los besos, las caricias, los abrazos y las conversaciones eróticas– son elementos que contribuyen poderosamente a una vida feliz y plena tanto para los jóvenes como para los mayores.

Pamela Stephenson Connolly es una psicoterapeuta ubicada en Estados Unidos que se especializa en el tratamiento de desórdenes sexuales.

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