La lenta respuesta a la viruela del mono expone a las agencias sanitarias de EU ‘cansadas y estresadas’
Una persona llega para recibir la vacuna contra la viruela del mono en el Northwell Health Immediate Care Center de Fire Island, en Nueva York, el 15 de julio de 2022. Foto: Eduardo Muñoz/Reuters

La respuesta “lenta y burocrática” que ha hecho que la viruela del mono se propage rápidamente por Estados Unidos –con más de mil casos solo en la ciudad de Nueva York– revela cuán deteriorados han estado los organismos de salud locales desde la pandemia de Covid-19, señalaron los defensores.

La viruela del mono, que anteriormente era un virus africano poco frecuente, se ha arraigado en el mosaico de organismos municipales, estatales y federales que componen la infraestructura de salud pública de Estados Unidos.

“Desgraciadamente, el retraso de las medidas significa que la viruela del mono se ha extendido dentro de la comunidad homosexual y entre otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres”, señaló David Harvey, director ejecutivo de la Coalición Nacional de Directores de ETS.

“Este brote se ha convertido en una crisis de salud pública en Estados Unidos. Todavía nos encontramos en una situación muy caótica a nivel estatal y local respecto a una respuesta organizada”.

Para explicar el caos, muchos especialistas destacan la forma en que el Covid-19 modificó el panorama de las autoridades de salud pública. Anteriormente considerados árbitros neutrales de la información, muchos funcionarios de salud pública fueron atacados políticamente a raíz de las poco populares políticas de uso de cubrebocas y de vacunación.

En todo el país, los funcionarios de salud pública fueron acosados, amenazados, despedidos o simplemente se sintieron agotados y renunciaron. La situación no se vio favorecida por el hecho de que los recursos que antes se destinaban a cuestiones como el seguimiento de las enfermedades transmisibles, como la tuberculosis, o la gestión de clínicas de vacunación rutinarias, de repente fueron desviados al Covid-19.

Las clínicas de salud sexual también han tenido problemas, debido a que se destinaron recursos de pruebas y personal a la respuesta del Covid-19, lo cual perjudicó a las organizaciones que ya habían sufrido años de escasez de fondos.

El resultado ha consistido en peores resultados en materia de salud para muchos servicios básicos de salud pública: las vacunaciones rutinarias de los niños han disminuido; han aumentado las muertes por sobredosis; y Estados Unidos ha registrado un índice récord de infecciones de transmisión sexual por sexto año consecutivo.

A medida que se ha ido propagando la viruela del mono, el gobierno de Joe Biden ha intentado responder distribuyendo alrededor de 1.1 millones de vacunas y aumentando la capacidad para realizar pruebas, las cuales han aumentado de 6 mil a 80 mil por semana. La Organización Mundial de la Salud declaró a la viruela del mono como una emergencia sanitaria mundial esta semana, y Estados Unidos podría hacer lo mismo al declarar la viruela del mono como una emergencia de salud pública nacional, lo cual liberaría un mayor número de recursos para las agencias locales.

“El sistema está cansado, estresado, mal pagado y falto de personal”, señaló Lori Tremmel Freeman, directora ejecutiva del Asociación Nacional de Funcionarios de Salud de Ciudades y Condados. “Todos los mismos problemas que nos asolaron durante la pandemia todavía están con nosotros y no han desaparecido”.

“A esto se añade, con la viruela del mono y demás, que también tenemos un personal que ha experimentado un trauma de salud mental documentado tras la pandemia”.

Los defensores de la salud pública desean que el presidente y el Congreso asignen más fondos para hacer frente al brote, y para las clínicas de salud sexual en general. Los centros públicos han demostrado ser la primera línea de defensa contra la viruela del mono, a pesar de que los fondos federales para la prevención de esta labor han disminuido un 41% desde 2003.

“A los proveedores locales de salud sexual les están pidiendo que actúen frente a la viruela del mono, además de una epidemia de ETS que ya está fuera de control en Estados Unidos”, señaló Harvey. “Nos encontramos en el punto de quiebre: necesitamos que el gobierno de Biden y el Congreso financien inmediatamente los programas de salud pública y los servicios clínicos para las ETS”.

Aunque cualquier persona puede contraer la viruela del mono, el virus ha afectado principalmente a los hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres. Las clínicas de salud sexual con frecuencia han sido las primeras en responder al brote debido a la forma en que la viruela del mono puede manifestar sus síntomas, con lesiones alrededor de los genitales y el ano, aunque el sexo no es más que una de las formas de contagio de la viruela del mono. Cualquier contacto estrecho con una persona infectada puede propagar la enfermedad, lo que incluye tocar, besar y abrazar, así como compartir vasos, utensilios, ropa de cama y toallas.

Aunque el virus, que pertenece a la misma familia que la viruela, rara vez es letal, los síntomas pueden ser insoportables, con lesiones dolorosas y síntomas similares a los de la gripa, indican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Según se informa, hasta el 10% de las personas requieren hospitalización, y muchas acuden a los servicios de urgencias debido a los fuertes dolores, explicó Freeman.

La situación se complica debido a que las pruebas para detectar la viruela del mono son limitadas. No existen pruebas caseras y los resultados pueden tardar días en salir. No obstante, existe una vacuna para la que pueden ser elegibles las personas de mayor riesgo; también pueden ser elegibles para el tratamiento con el medicamento tecovirimat, vendido como TPOXX. Sin embargo, los obstáculos son importantes, puede ser difícil conseguirlo, y el tecovirimat –generalmente reservado para personas con síntomas graves– debe ser solicitado por los médicos a la Reserva Nacional Estratégica del Gobierno, lo cual implica un importante papeleo.

Por otra parte, las personas que no tienen seguro probablemente carecen de acceso tanto a las vacunas como a los medicamentos, señaló Freeman; alrededor del 12.7% de la comunidad LGBTQ+ no cuenta con seguro médico, en comparación con el 11.4% de la población general, según un análisis realizado por funcionarios federales. Incluso si uno tiene seguro, hay obstáculos presentes en el sistema de salud de Estados Unidos, como intentar moverse entre las clínicas de atención urgente, los proveedores de atención médica primaria y los departamentos de salud estatales.

Freeman relató una historia sobre un departamento de salud local que pidió información a su estado sobre un brote de viruela del mono. El estado respondió que lo consultara con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Los CDC volvieron a remitir a los funcionarios locales al estado.

“En este caso hay muchos señalamientos”, dijo. “Deberíamos haber aprendido. Deberíamos saber más ahora que hace tres años de nuestra respuesta al Covid-19 (sobre) lo que tenemos que hacer en esta situación”.

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