A pocas semanas del inicio del Mundial de futbol de Qatar, los padres amenazan con presentar una demanda debido a la angustia que provoca la escasez de las estampas del álbum Panini.
Los niños muestran sus calcomanías en Buenos Aires, pero cada vez son más difíciles de encontrar. Foto: Tomás Cuesta/Getty Images
El centro comercial Vía Manzanares, ubicado en el barrio norteño de Pilar, en las afueras de Buenos Aires, es un antiguo círculo de tiendas que rodea un modesto estacionamiento que suele dar servicio a una zona rural salpicada de complejos residenciales y clubes de polo, en un país que cuenta con los mejores jugadores de polo del mundo.
Hay un pequeño supermercado, una tienda de bicicletas, una tienda de sushi a domicilio, un café y nada más, excepto un perro somnoliento llamado Canela que se acerca tranquilamente para recibir una palmadita en la cabeza por parte de los clientes que se detienen a comprar un paquete de cerveza, un rápido café expreso o a pedir una bandeja de nigiri.
Sin embargo, en los últimos días su paz se ha visto perturbada por los fanáticos, no del polo, sino del futbol. Una gran cantidad de niños y adultos esperaban pacientemente formados frente a su dulcería, desesperados por comprar “figuritas”, estampas de jugadores de futbol similares a las tarjetas de béisbol estadounidenses.
El objetivo es llenar el tradicional álbum de la Copa del Mundo de Panini, un ritual de significado casi religioso que se repite cada cuatro años en Argentina cuando se celebra el torneo del Mundial. Las estampas vienen en paquetes sellados y no hay ninguna garantía de que los coleccionistas encontrarán los jugadores que necesitan para completar el álbum. Se vende en países de todo el mundo, y la versión en inglés en el Reino Unido les costará a los aficionados un promedio de alrededor de 870 libras para completarlo.
Ante la proximidad de los partidos de Qatar, Argentina ha entrado en un torbellino vertiginoso que está superando con creces cualquier otro furor por las estampas en un país que respira, sueña y vive el futbol.
“No puedo con la cantidad de personas que quieren estampas”, comentó la empleada de la dulcería de Vía Manzanares a principios de la semana, antes de tener que informar a sus angustiados clientes que el jueves se habían agotado los paquetes.
La manía por las estampas ha arrasado este año en Argentina como un tsunami, creando una escasez en el mercado de calcomanías que literalmente se ha convertido en un asunto de Estado.
Las dulcerías, conocidas en la zona como “quioscos”, han sido el punto de venta tradicional de los paquetes de estampas, sin embargo, este año Panini comenzó a suministrar las estampas a otros puntos de venta como supermercados y gasolinerías, provocando alaridos de protesta por parte de los dueños de las dulcerías.
El secretario de Comercio, Matías Tombolini, se vio obligado a convocar una reunión con los directivos de Panini y los representantes de las dulcerías para intentar solucionar una escasez que ha motivado amenazas mediáticas por parte de algunos padres de demandar a Panini por la angustia que la escasez les está provocando a sus hijos.
“Comenzó la reunión para evaluar la situación del mercado de figuritas del Mundial”, escribió en Twitter el secretario de Comercio, que se ofreció a “poner a disposición nuestros equipos jurídicos y técnicos para colaborar en la búsqueda de posibles soluciones”.
No obstante, con la inflación fuera de control y la pobreza pisándole los talones a un segmento cada vez más extenso de la sociedad, la intervención del gobierno resultó contraproducente. Se produjo una protesta en las redes sociales contra las autoridades por distraer los recursos del Estado para resolver el problema de las estampas y el gobierno suspendió abruptamente su intervención.
La calcomanía más difícil de encontrar es la del as argentino Lionel Messi, que al parecer jugará su último Mundial en los juegos de Qatar.
Marc R Stanley, el embajador de Estados Unidos en Argentina, publicó un eufórico video en Twitter abriendo sus paquetes de estampas. “Oh, rayos, tengo a Messi, no puedo creerlo. Es increíble. ¡Tengo a Messi! Muy bien, Messi, ¡eres mío!”.
Aparte de que la empresa italiana Panini permite que se vendan las estampas en otros lugares además de las dulcerías, se atribuye la escasez a los distribuidores que, según se informa, prescinden de los puntos de venta tradicionales para realizar ventas directas al por mayor a compradores individuales, a veces por internet.
Esto parece haber provocado el acaparamiento por parte de compradores masivos que posteriormente venden las estampas en el sitio de compras en línea Mercado Libre por hasta 10 veces su precio de venta sugerido de poco menos de un dólar por paquete.
Con una inflación que se acerca al 100% este año y el reciente intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que fracasó cuando no se disparó el arma del agresor, quizás Argentina necesitaba un poco de distracción, y la escasez de estampas parece funcionar.
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