La comunidad LGBTQ+ de Israel teme por su futuro bajo un gobierno de extrema derecha
Uno de los partidos de la coalición pidió la cancelación de los eventos del Orgullo Gay, como el celebrado en Tel Aviv. Foto: Corinna Kern/Reuters

La posibilidad de que la extrema derecha se incorpore al gobierno tras las recientes elecciones de Israel ha dejado a la comunidad LGBTQ+ del país temiendo por su futuro.

Elementos de la coalición entrante encabezada por el primer ministro electo Benjamin Netanyahu no han ocultado el hecho de que son hostiles con los palestinos y las personas LGBTQ+.

Avi Maoz, líder del partido extremista nacionalista religioso Noam, que contribuyó a la victoria del bloque de Netanyahu, señaló que las personas homosexuales son una “amenaza para la familia” y que el mayor logro que pueden alcanzar las mujeres es casarse y criar hijos.

Se prevé que Maoz dirija una nueva autoridad de “identidad nacional judía” dotada de competencias sobre algunas actividades escolares, entre ellas los derechos de las minorías y la igualdad de género.

Para muchos votantes de izquierda, el ascenso de un gobierno homofóbico y ultrarreligioso no supuso una sorpresa después de cuatro años de caos político y sucesivas elecciones desencadenadas por el juicio por corrupción de Netanyahu. A pesar de las dificultades iniciales para la negociación de la coalición, se espera que el nuevo gobierno dure toda una legislatura.

Matan Rudner votó por el partido de izquierda Meretz, que no logró superar el umbral electoral en las elecciones que se llevaron a cabo el mes pasado y está fuera de la Knesset (parlamento israelí), lo cual debilita una representación de izquierda ya de por sí escasa.

Rudner, guía turístico de 24 años, que se identifica como homosexual, emigró a Israel en 2017 desde Estados Unidos y vive en Jerusalén. “Siento que he dedicado mi vida y dedicaré mi vida a Dios, al pueblo judío y a este Estado”, comentó. “Pero durante muchos años, Israel se ha estado encaminando en esta dirección … Espero que algo vaya a cambiar, pero no sé si cambiará”.

Con la derogación de las leyes de adopción homosexual y gestación subrogada en la agenda legislativa del nuevo gobierno, a Rudner le preocupa si podrá tener una familia. “El futuro que veo para mí en este país es mucho más oscuro que antes de las elecciones”, señaló. “Sin embargo, no puedo imaginar mi futuro fuera de Israel. Siento que no hay otra opción más que quedarme aquí y luchar por mis derechos”.

También se considera que la capital cultural y económica de Israel, Tel Aviv, se encuentra bajo amenaza. El partido Noam pidió la cancelación de los eventos del Orgullo Gay.

Hilal Habashi, ciudadana palestina transgénero de Israel residente en Jaffa, una zona de mayoría árabe ubicada al sur de Tel Aviv, que trabaja en el sector tecnológico, comentó que la situación política le resultaba confusa.

“Parece que van a empezar por cosas pequeñas, eliminando elementos del paquete de atención médica, como los medicamentos subvencionados. Tal vez no tendremos hormonas ni acceso a la preparación quirúrgica… Si tienes que pagar precios privados por eso, afectará a todos, independientemente de cuánto dinero ganes”.

Habashi de por sí se esfuerza por no parecer femenina cuando sale de casa en su vecindario, que describe como conservador. “De por sí no hay mucha compasión por las personas trans. Si vamos a tener un lugar para este tipo de discurso en público –transfobia y homofobia– hará que para mí sea mucho más difícil vivir mi vida, y eso me asusta”, dijo.
“Temo ser perseguida por ser una mujer trans… La comunidad palestina también es maltratada por el gobierno, los funcionarios y la policía. Lo que afrontamos es traumático”.

Algunos miembros de la comunidad LGBTQ+ están pensando en irse. “Me sentí traicionada por mi propia gente. Es una gran decepción, y todavía es muy difícil de aceptar”, señaló Shay Lerner, de 34 años, una DJ que está planeando mudarse a Alemania. “Estoy decepcionada de mi país porque esta no es la forma en que me educaron: me educaron para responsabilizarme de mis actos y para ver a los demás y considerarlos seres humanos”.

Israel se considera a sí mismo una democracia, señaló Lerner, pero le resulta difícil compaginar esa idea con sus experiencias como persona homosexual y activista de derechos humanos de izquierda. “En realidad no se puede ser una democracia solo para un pueblo, solo para el pueblo judío… Este es un miedo real”.

“Comenzarán a negarnos servicios, y sentiremos la pérdida de los derechos por los que hemos luchado durante tanto tiempo”.

En última instancia, existe una falta de compromiso político en la comunidad homosexual, añadió, algo que debe cambiar. “Nadie quiere involucrarse realmente en la política aquí porque está considerada como algo sucio… Espero que esto sea una gran lección”.

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