El fallido golpe de Estado de Brasil es la flor envenenada de la simbiosis Trump-Bolsonaro
Donald Trump conversa con Jair Bolsonaro durante una cena a la que asistieron los entonces presidentes en Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida, el 7 de marzo de 2020. Foto: Jim Watson/AFP/Getty Images

En los días posteriores a la irrupción del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos, un profesor brasileño y experto en desinformación, David Nemer, concedió una entrevista en la que predijo que lo mismo ocurriría en Brasil dos años después.

La insurrección del domingo en Brasilia se produjo solo dos días después del segundo aniversario del ataque contra el Capitolio. Nemer señaló que su predicción no era obra de un vidente, sino que estaba basada en el análisis de la estrecha y creciente simbiosis de la derecha dura en Estados Unidos y Brasil, un vínculo que se creó en torno a las familias Trump y Bolsonaro y sus séquitos.

“La razón por la que lo decía era porque el mismo tipo de narrativa que circulaba en las redes sociales en Estados Unidos, también estaba circulando en los grupos de WhatsApp y Telegram que yo monitoreaba y que investigaba (en Brasil)”, explicó Nemer, profesor de estudios de medios en la Universidad de Virginia. Por ejemplo, Bolsonaro y sus partidarios comenzaron a sembrar la idea de que las máquinas de votación brasileñas estaban manipuladas dos años antes de que se llevaran a cabo las elecciones presidenciales de Brasil.

Los familiares han mantenido los lazos. Donald Trump y Jair Bolsonaro se han brindado un apoyo político mutuo incesante, que cada uno ha utilizado para rechazar las acusaciones de estar aislado en la escena mundial. Incluso antes de dejar el cargo, Bolsonaro salió corriendo a Florida y ahora se encuentra en Kissimmee, Orlando, cerca del baluarte de Trump en Mar-a-Lago.

El expresidente brasileño hace frecuentes apariciones fuera de su base temporal, la casa de vacaciones de un luchador de artes marciales brasileño retirado, para saludar a sus fervientes seguidores vestidos con una mezcla de playeras de futbol de Brasil, que los Bolsonaristas adoptaron como suyas, y ropa pro-Trump MAGA.

El hijo de Bolsonaro, Eduardo, ha actuado como enlace principal entre los dos bandos, realizando frecuentes viajes a Mar-a-Lago cuando su padre aún era presidente, y estuvo en Washington con motivo de la insurrección del 6 de enero. En agosto de 2021, Eduardo viajó a Sioux Falls, Dakota del Sur, para consultar al asesor de muchos años de Trump, Stephen Bannon, y a otros trumpistas implicados en la difusión de falsas acusaciones de fraude electoral en Estados Unidos.

El presentador de programas de entrevistas de extrema derecha de la cadena Fox, Tucker Carlson, ha servido para difundir las teorías conspirativas Bolsonaristas en los medios de comunicación estadounidenses. Por ejemplo, un invitado del programa afirmó como un hecho, sin aportar ninguna prueba, que las protestas pro-Bolsonaro en Brasilia fueron pacíficas y que la violencia y la destrucción fueron obra de agentes provocadores que trabajaban para el nuevo gobierno.

El invitado en cuestión, Matthew Tyrmand, es director de Project Veritas, un grupo de derecha que intenta utilizar operaciones encubiertas para avergonzar e intimidar a periodistas estadounidenses. Tyrmand forma parte del círculo de asesores estadounidenses cercanos a Eduardo Bolsonaro, en el que también figura Darren Beattie, exredactor de discursos de Trump.

El programa de Carlson no tiene una gran audiencia en Brasil, pero los vínculos con el programa por parte de influencers de la derecha en Brasil han contribuido a reforzar la moral entre los bolsonaristas, conscientes de que su mensaje tiene eco en una importante cadena estadounidense.

La relación simbiótica tiene un impacto más directo a través de las redes sociales. Un análisis realizado el año pasado por la organización independiente de periodistas Agência Pública descubrió un aumento de decenas de miles de tuits que fueron tendencia en Brasil a finales de 2020 y principios de 2021, en los que se difundían teorías conspirativas sobre el fraude electoral en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, compartiendo el hashtag #GoTrumpReeleito, utilizando memes e infografías falsas.

La narrativa estuvo impulsada por una combinación de partidarios de Bolsonaro y bots, imitando la forma en que se propagó la desinformación electoral en Estados Unidos.

También existen vínculos entre el bando de Bolsonaro y el movimiento conservador estadounidense en general. La Coalición de Acción Política Conservadora (CPAC), dirigida por la Unión Conservadora Estadounidense, organizó una serie de sus convenciones en Brasil, la última de ellas el pasado junio en São Paulo, que forman parte de sus esfuerzos por internacionalizarse, lo cual también ha llevado a la organización a Budapest, en apoyo del líder de la extrema derecha de Hungría, Viktor Orbán.

Sin embargo, fuera de estos eventos especiales, parece que existen pocos vínculos organizativos duraderos entre los republicanos estadounidenses y el Partido Liberal de Bolsonaro. Los esfuerzos de Bannon para crear una agrupación populista internacional a la que denominó Movimiento, en la que Eduardo Bolsonaro iba a ser la principal figura latinoamericana, resultaron infructuosos.

Nemer señaló que, si bien Bannon y otros han fracasado en gran medida en su intento de construir una organización transnacional factible, sí han tenido éxito en la elaboración de un libro de jugadas que se extiende a través de las culturas políticas, con el objetivo de impulsar a la extrema derecha y socavar las normas e instituciones democráticas. Para ello, el libro de jugadas emplea una mezcla de plataformas de redes sociales de última tecnología y tácticas populares antiguas, que culminaron en la insurrección del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos y la secuela del domingo en Brasilia.

“Es un libro de jugadas que se transmite, principalmente impulsado por Bannon y su equipo”, explicó Nemer. “Observando los datos que tengo, y viendo cómo se desarrollaron las cosas, no creo que hubiera órdenes procedentes del extranjero, o alianzas internacionales, pero sin duda motiva y refuerza estos movimientos”.

Aunque la dirección de la influencia fluye en gran medida de Estados Unidos a Brasil, en ocasiones se ha producido en sentido contrario. Mientras los derechistas estadounidenses sentaban las bases para impugnar los resultados electorales antes de las elecciones presidenciales de 2020, “expertos” brasileños fueron entrevistados en canales de televisión conservadores en 2018 en los que difundieron información falsa sobre máquinas de votación supuestamente manipuladas y fabricadas en Venezuela que formaban parte de una conspiración marxista para derrotar a Trump.

Partidario brasileño de Bolsonaro, Luiz Philippe de Orléans e Braganza –vástago de la extinta familia real brasileña– fue una de las personas que respaldó el intento de Donald Trump de crear su propia plataforma de redes sociales, Truth Social. Es solo un ejemplo de los vínculos económicos que hay detrás de los lazos políticos. Las aplicaciones de mensajería conservadoras Gettr y Parler afirmaron que Brasil se ha convertido en su segundo mayor mercado. Gettr fue fundada por un exvocero de Trump, Jason Miller, quien considera a la familia Bolsonaro como amigos personales.

“Las dos narrativas se alimentan mutuamente todo el tiempo”, señaló Nemer. “Así que por eso es tan frustrante porque hicimos todo tipo de advertencias, que lo mismo iba a suceder (en Brasil), pero las autoridades dejaron que sucediera de todos modos”.

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