¿Son realmente ecológicas las cápsulas de café? La verdad detrás de los sorprendentes hallazgos
'Duele saber que generamos tantos residuos'. Foto compuesta: The Guardian/Getty Images/NASA

Si bebes una de las 2 mil millones de tazas de café que se consumen cada día en todo el mundo, es posible que el mes pasado hayas visto los titulares que celebran la creación de la cápsula de café, un recipiente de una sola porción –normalmente hecha de plástico o aluminio– que se puede insertar en una máquina para preparar una taza de café.

Un nuevo análisis reveló que es posible que las cápsulas de café sean más respetuosas con el medio ambiente que el café de filtro, lo cual fue noticia en el periódico Washington Post y en la cadena británica BBC. Pero, ¿podría ser realmente cierto? Algunos expertos y entusiastas del café cuestionan hasta qué punto las cápsulas son buenas para el planeta, especialmente tomando en cuenta los residuos que notoriamente generan las cápsulas.

No obstante, algunos académicos sostienen que, aunque es importante considerar la forma en que se desechan las cápsulas, la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero se producen durante el cultivo del café. Por lo que reducir la cantidad de café que consumes, aunque ello implique utilizar una cápsula de café, puede disminuir las emisiones de tu hábito de tomar café.

“Duele saber que generamos tantos residuos”, comentó por correo electrónico Luciano Rodrigues, uno de los investigadores del nuevo estudio y estudiante de doctorado en Ciencias Ambientales de la Universidad de Quebec en el distrito de Chicoutimi. Pero aunque mañana no hubiera cápsulas de café en el mundo, el hecho de prescindir de ellas “no contribuiría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”.

El análisis original

El mes pasado, un equipo de investigadores de la Universidad de Quebec en Chicoutimi publicó un análisis que estudiaba las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a la preparación de una taza de café de cuatro maneras diferentes: con prensa francesa, café instantáneo, filtro o en cápsulas individuales. Lo que descubrieron sorprendió a muchos lectores. En algunos casos, una cafetera de filtro tradicional puede producir 1.5 veces más emisiones que una cápsula de café, a pesar de los residuos de aluminio o plástico que los usuarios tienen que tirar a la basura.

Esto se debe a que “las cápsulas de café evitan el uso excesivo de café y agua”, escriben los autores del artículo, al medir con precisión la cantidad correcta de ingredientes. Si se deja que midan por su propia cuenta, muchos consumidores de café utilizan un 20% más de café y el doble de agua de lo que realmente se necesita para preparar una taza de café filtrado. Y, además, el cultivo de ese café extra emite más gases de efecto invernadero que la fabricación y desecho de las cápsulas de café, halló el análisis.

Producir 11 g de café arábica en Brasil –la cantidad que se puede ahorrar utilizando una cápsula de café– emite alrededor de 59 g de CO2 equivalente, es decir, aproximadamente el doble en comparación con los 27 g de CO2 equivalente que se emiten al crear y desechar esas mismas cápsulas.

Tiene sentido que instintivamente pensemos que “las cápsulas son obviamente peores para el medio ambiente porque las usamos y las tiramos a la basura”, pero que “usar el doble de cantidad de café para preparar un café de filtro no es un problema”, señaló Viana. Sin embargo, el trabajo que conlleva la producción de café en grano es en realidad “mucho más contaminante”. La diferencia radica en que los consumidores no lo ven.

Independientemente de cómo prepare uno su café, la producción de los granos de café es la fase del ciclo de vida del café que más gases de efecto invernadero emite, contribuyendo entre el 40% y el 80% de las emisiones totales del café. Esto es consecuencia de la forma en que el sector agrícola utiliza el riego intensivo, los fertilizantes y los pesticidas a fin de aumentar el rendimiento de las plantas de café, y contribuye a una gran deforestación en los países donde se cultiva el café.

¿Qué dicen otros científicos?

Viana comentó que no le sorprendieron los hallazgos de su equipo, aunque sí la atención mediática que recibieron, porque “no somos los primeros en informar sobre descubrimientos similares”.

The Conversation –donde se publicó originalmente el artículo– es una redacción sin fines de lucro centrada en compartir noticias académicas con el público en general, pero no es una revista académica o científica. Viana espera que él y sus colegas publiquen un artículo revisado por pares sobre el mismo tema a finales de este año. Sin embargo, los resultados no son nuevos: un profesor de ingeniería de la Universidad de Wisconsin-Madison realizó un análisis similar en 2017, y un equipo de investigadores suizos publicó unos resultados parecidos en 2007.

Aunque la mayoría de los investigadores coinciden en que las cápsulas de café producen menos emisiones que el café de filtro, eso no significa que no haya otras formas más respetuosas con el medio ambiente de preparar una taza de café, o que el impacto de las cápsulas de café sea el mismo en todas las ciudades o países.

En 2021, un equipo de investigadores italianos descubrió que el uso de una Moka pot (cafetera italiana), una cafetera para estufa muy popular en Europa y Latinoamérica, puede producir una cantidad significativamente menor de gases de efecto invernadero que una cápsula. (El estudio señalaba que, debido al envasado extra y a la eliminación de residuos postconsumo, “la preparación de una taza de café con una cápsula de café o una cafetera de cápsulas supondría unas emisiones extra de 27.6 o 12.6 g de CO2e con respecto a las emitidas con una cafetera Moka de inducción, respectivamente”). Incluso el análisis realizado por el equipo canadiense reveló que el café instantáneo generaba menos emisiones.

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Café preparado en una cafetera Moka. Foto: Natalia Rudisuli/Alamy

Mauro Moresi, profesor de ingeniería de la Accademia dei Georgofili y uno de los investigadores del estudio realizado en Italia en 2021, coincidió en que, en todos los casos examinados por él y su equipo, “la fase de cultivo del grano de café y de producción de café verde representaba el principal problema”. Señala que las emisiones relacionadas con la producción pueden variar de un país a otro, dependiendo, por ejemplo, de la magnitud de la deforestación, por lo que es importante tomar en consideración el lugar de procedencia del café.

Pero, ¡los residuos!

El simple hecho de que las cápsulas produzcan menos gases de efecto invernadero que el café filtrado no significa que los residuos que generan no sean un problema, señala Viana. A nivel mundial, las cápsulas de café generan alrededor de 576 mil toneladas métricas de residuos. Solo el número de tazas Keurig desechadas en 2014 podría dar 12 vueltas a la Tierra.

Estudios como el que están realizando Viana y su equipo son importantes, comenta Andrew Gray, profesor auxiliar de hidrología de cuencas de la Universidad de California-Riverside. “Lo que ocurre es que, con frecuencia, los investigadores parecen tender a centrarse en el uso de uno de estos tipos de índices para medir el impacto ambiental o climático –como la emisión de CO2 a la atmósfera– y después ignoran potencialmente otros tipos de impactos potenciales sobre el medio ambiente, como la producción de contaminación, en este caso, la contaminación por plásticos”.

“Un rasgo distintivo de la era en la que vivimos actualmente, y en la que hemos estado viviendo durante las dos últimas décadas, es el uso cada vez mayor del plástico para muchas aplicaciones de un solo uso”, indicó Gray. “Durante mucho tiempo se ha pensado que los plásticos eran sustancias inertes”, no obstante, los científicos empiezan a comprender cada vez mejor sus posibles repercusiones en la salud humana y animal, como agentes cancerígenos y disruptores endocrinos. “Hay muchos motivos potenciales por los cuales preocuparse, especialmente porque estamos encontrando microplásticos en todas partes”.

El impacto de los residuos de envases “es bastante complejo y varía según el escenario de eliminación utilizado a escala local o nacional”, explicó Moresi. Mientras que Keurig Dr Pepper utiliza plástico derivado de combustibles fósiles para fabricar sus cápsulas, Nespresso produce cápsulas hechas de aluminio, que se pueden reciclar en algunas ciudades, pero no en todas. Y el simple hecho de que se puedan reciclar las cápsulas de café no significa que siempre se reciclen, un estudio reveló que solo el 11% de las cápsulas fueron recicladas en Brasil en 2017. Por este motivo, algunas ciudades, como Hamburgo, Alemania, prohibieron las cápsulas de café.

En un intento para combatirlo, la empresa suiza Migros lanzó a finales del año pasado una nueva máquina de “bolas de café”. En lugar de utilizar plástico o aluminio, las bolas de café de Migros están cubiertas de un revestimiento a base de algas marinas, que, según indica la empresa, hace que las bolas sean completamente aptas para el abono.

Viana explica que el café podría convertirse en una de las “principales víctimas” de la crisis climática, a medida que disminuya la superficie mundial apta para la producción de café. Es fundamental, escriben él y sus coautores, que los productores y proveedores de café “tomen medidas para reducir el impacto medioambiental y social de la producción de café”.

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