Crece la indignación en Grecia tras choque de trenes
Manifestantes en Atenas el jueves después del choque mortal de trenes en el centro de Grecia. Foto: Kostas Tsironis/EPA

Miles de griegos salieron a la calle por segundo día consecutivo para protestar a medida que aumenta la indignación por la pérdida de vidas humanas en el choque frontal de trenes de la noche del martes.

Desafiando la lluvia torrencial y los truenos, los manifestantes marcharon desde la sede de Hellenic Train en Atenas hasta el parlamento de Grecia, coreando “este crimen no será olvidado”.

Muchos eran tan jóvenes como la inmensa mayoría de las personas fallecidas en la colisión entre un tren de pasajeros y otro de carga. De los 57 muertos confirmados hasta el momento, casi todos eran estudiantes. A última hora del jueves, las autoridades anunciaron que otras 56 personas que figuraban en la lista de pasajeros seguían desaparecidas.

“Intentarán taparlo, pero no se los permitiremos”, señaló Stelios Dormarazoglou, apretándose la gorra alrededor de la cabeza y gritando “los muertos se convertirán en una sola voz, su sangre los perseguirá”. Y añadió: “Todos saben que si el Estado griego hubiera querido, se podría haber evitado este accidente. Mi propio hijo trabajó en la mejora del sistema de señalamiento, hace nueve años. Desde entonces ha estado paralizado porque a las empresas solo les interesan las ganancias”.

Las protestas se produjeron horas después de que el gobierno de centro-derecha del primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, admitiera que los proyectos ferroviarios en todo el país se veían asolados por “males crónicos del sector público”.

En la primera admisión pública de los problemas que plagan la red ferroviaria, las autoridades señalaron que habían fracasado las iniciativas para revisar el sistema.

“Todos estamos desolados por este trágico incidente”, comentó Giannis Oikonomou, vocero del gobierno, en una conferencia de prensa. “La pérdida y el trauma que esto ha provocado, el trauma físico y mental de los supervivientes, y la angustia de este país es enorme, y es difícil de gestionar, particularmente en estos momentos”.

Mientras los equipos de rescate reanudaban el minucioso proceso de búsqueda de los fallecidos en los vagones más dañados, Oikonomou indicó que las autoridades investigarían las causas del accidente y los retrasos en la ejecución de los proyectos ferroviarios, que, según dijo él, “tienen su origen en males crónicos del (sector) público griego… que el gobierno no ha sido capaz de erradicar”.

Como muestra de la creciente indignación por el accidente, en las afueras de la ciudad de Tempe, en el centro de Grecia, los manifestantes lanzaron piedras contra las oficinas de la compañía de ferrocarriles de Atenas en la noche del miércoles, antes de que los dispersaran las salvas de gases lacrimógenos disparadas por la policía antidisturbios.

También estallaron protestas en otras grandes ciudades griegas. En Salónica y Patras se congregaron el jueves miles de ciudadanos enojados, en algunos casos lanzando piedras y bombas molotov, aunque la policía reportó una situación de calma al final de la tarde.

Mientras tanto, los trabajadores del sector ferroviario y del metro se declararon en huelga. En un comunicado, los sindicatos señalaron que el paro –que se prolongará hasta el sábado– fue convocado para protestar contra la “falta de respeto que los (sucesivos) gobiernos han mostrado hacia el sector ferroviario griego, lo cual condujo al trágico resultado ocurrido en Tempe”. Los sindicatos denuncian que el recorte de costes, la escasez de personal, el equipo anticuado y las infraestructuras deterioradas han asolado la red durante años.

Hellenic Train fue uno de los muchos servicios públicos privatizados en el momento más crítico de la larga crisis de deuda de Grecia.

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El jueves continuaron las labores en el lugar del choque. Foto: Apostolis Domalis/EPA

Un magistrado griego pidió una investigación urgente sobre las acusaciones de que un largo tramo de vía que conduce al aeropuerto internacional de Atenas, utilizado cada año por millones de turistas extranjeros, funciona con un sistema de señalamiento inadecuado. Las acusaciones fueron formuladas por la Federación de Trabajadores Ferroviarios, cuyas principales figuras acudieron a la televisión para pedir que se tomaran medidas.

La operación de rescate ha resultado especialmente difícil debido a que los trabajadores han tenido que recurrir a máquinas cortadoras especiales para separar los restos destrozados. En el momento en que se produjo el choque, a las 23:20 horas del martes, se cree que varios estudiantes estaban reunidos en el vagón restaurante, en el segundo vagón, que fue el que sufrió toda la fuerza de la colisión.

Los estudiantes abordaron el tren nocturno con destino a Salónica, en la capital griega, después de un fin de semana festivo de tres días. “Era un tren de estudiantes, lleno de chicos… veinteañeros”, comentó Costas Bargiotas, médico ortopédico jefe del hospital general de Larisa, a la cadena Skai TV. “Fue realmente impactante … los vagones se arrugaron como si fueran de papel”.

Aunque se espera que la búsqueda continúe en los próximos días, se ha disipado cualquier perspectiva de encontrar supervivientes, señalaron los trabajadores de emergencias. Las temperaturas habrían superado los 1,300ºC en los dos vagones delanteros cuando estallaron en llamas.

Los testigos que acudieron rápidamente al lugar del accidente, a 235 millas al norte de Atenas, descubrieron una escena de devastación. Los pasajeros que lograron escapar del tren o salieron despedidos por las ventanas de los vagones hablaron sobre el caos y el pánico.

Una superviviente describió el terror de tener que tomar la decisión en una fracción de segundo de “quemarme viva o saltar y romperme todos los huesos”. La mujer fue una de las 66 personas heridas trasladadas al hospital. Al menos seis de los heridos están conectados a soporte vital.

El sombrío proceso de identificación de las víctimas se volvió más complicado, informaron los medios de comunicación, debido a que los científicos forenses, en su mayor parte, solo disponían de partes de cuerpos incineradas con las cuales trabajar.

Los familiares que buscan desesperadamente a sus seres queridos tuvieron que proporcionar muestras de ADN para poder cotejar los cadáveres y entregarlos a sus familias. El Ministerio de Salud indicó que se impidió que los familiares vieran los cadáveres “por razones psicológicas”.

Grecia quedó sumida en un luto nacional, y Mitsotakis ordenó que las banderas ondearan a media asta durante un periodo de luto oficial de tres días.Estamos viviendo días especialmente oscuros para nuestro país”, manifestó el recién designado ministro de Transporte, Giorgos Gerapetritis, dirigiéndose a los periodistas cuando sustituyó a Kostas Karamanlis, quien renunció al cargo “en memoria de las víctimas” el miércoles. “Después de este trágico accidente, el país atraviesa momentos extremadamente difíciles”.

Mitsotakis prometió que se realizaría una investigación independiente a cargo de un comité de expertos multipartidista.

En las casi 48 horas transcurridas desde el accidente, gran parte de la culpa ha sido atribuida al jefe de estación de Larisa, la ciudad más cercana al lugar del accidente. El jueves, su abogado indicó que, aunque el empleado ferroviario de 59 años estaba dispuesto a asumir parte de la responsabilidad por el desastre, también influían otros factores.

Stefanos Pantzartzidis señaló que su cliente, detenido inmediatamente después del accidente, fue acusado de perturbar el transporte y de poner vidas en peligro.

“Está literalmente destrozado”, comentó Pantzartzidis. “Desde el primer momento, él ha asumido la responsabilidad que le corresponde… (pero) se ha producido una negligencia convergente de muchos otros factores”.

Aunque Mitsotakis y otros miembros de su gobierno no tardaron en culpar al “error humano”, cada vez está más extendida la creencia de que se podría haber evitado la tragedia.

“No es un error, es un crimen”, indicó en un título de portada el periódico de la oposición Syntakton, señalando que los sindicatos ferroviarios llevaban mucho tiempo advirtiendo sobre los peligros inherentes del sistema.

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