‘Lo que vi fue aterrador’: Británicos aterrizan en Chipre después de escapar de Sudán
Sami Elhaj con su pasaporte y boleto de abordaje en el aeropuerto internacional de Larnaca en Chipre. Foto: Helena Smith/The Guardian

Aterrador, una locura, desesperación, alivio. Estas fueron las palabras que inmediatamente me vinieron a la mente cuando los ciudadanos británicos atrapados en el conflicto que asola a Sudán describieron sus sentimientos por haber sido trasladados a un lugar seguro durante una frágil tregua de 72 horas.

En Chipre, en la primera etapa de su viaje de regreso a casa, los evacuados hablaron sobre la ira, pero también sobre la esperanza cuando relataron la confusión en la que muchos se vieron inmersos involuntariamente cuando estalló la guerra en el país.

“Lo que vi ahí fue una locura, aterrador”, comentó Sami Elhaj mientras se preparaba para abordar un avión chárter con destino a Stansted en el aeropuerto de Larnaca junto con cientos de otros evacuados. “Nunca esperas que te ocurran este tipo de cosas”.

Criado en la ciudad de Birmingham, donde trabaja en la industria de fabricación de automóviles, este joven de 26 años quedó atrapado en la repentina caída de Sudán, en la violencia, cuando visitaba a unos parientes. “Había ido a apoyar a mi familia después de la muerte de mi padre”, explicó. “Todos estamos muy contentos y aliviados, pero sabemos que hay otros allá que quieren estar donde nos encontramos nosotros, que quieren estar aquí”.

El alto al fuego permitió que las tripulaciones de la RAF en Chipre, país en el que Reino Unido tiene dos bases militares, realizaran vuelos de rescate desde un aeródromo ubicado en el norte de Jartum.

A última hora del jueves, se esperaba haber realizado ya nueve de estos vuelos. A primera hora del jueves, tercer y último día de una tregua de 72 horas que los generales beligerantes finalmente decidieron prorrogar, fuentes bien informadas señalaron que 760 personas habían llegado a la isla del este del Mediterráneo.

Además de las personas con pasaportes británicos y las personas dependientes de ellos, se permitió abordar los aviones de transporte militar a docenas de ciudadanos estadounidenses y a casi 70 australianos, según indicaron diplomáticos. Para todos, los viajes significaron la libertad, pero también la vida garantizada tras pasar varias semanas en una zona de guerra que se ha vuelto cada vez más brutal.

Para Khadija Mohamed, una maestra de guardería que viajó a Jartum el 7 de abril, antes de que las tensiones entre el ejército de Sudán y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) se convirtieran en una espiral de brutalidad, las últimas semanas le ofrecieron una imagen del infierno. En el momento en que aterrizó en Chipre –el Estado miembro más oriental de la Unió Europea y un centro regional para la evacuación de personas no combatientes– en un avión C-130 Hércules, fue testigo de fusilamientos y tiroteos, vio cadáveres esparcidos por las calles “si es que se lo pueden imaginar” y olió el hedor acre de los automóviles quemados e incendiados: un cuadro de devastación que nunca creyó posible cuando viajó para visitar a su familia.

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La maestra de guardería Khadija Mohamed y su sobrina Rodina. Foto: Helena Smith/The Guardian

“Fue terrible”, comentó esta mujer de 53 años, de voz suave, mientras estaba formada junto a otros familiares en un mostrador de check-in en Larnaca. “Realmente apreciamos lo que el pueblo británico ha hecho por nosotros”.

Mohamed, que vive en Bristol desde 2003 y tiene doble nacionalidad, relató los peligros que supuso el llegar a la base aérea de Wadi Seidna sin escolta. “Yo estaba, todos estábamos, muy asustados”, comentó mientras rodeaba a su sobrina con un brazo para tranquilizarla. “Hubo muchos retenes controlados por el ejército sudanés a lo largo del camino. Cada vez tenías que enseñar tu pasaporte y era realmente aterrador. Tenías un nudo en el estómago”.

El Ministerio de Relaciones Exteriores calcula que alrededor de 4 mil personas con pasaporte británico pueden ser evacuadas. Aquellos que logren llegar a Chipre abordarán vuelos chárter especiales, también contratados por el gobierno británico, para trasladarse al aeropuerto de Stansted.

Sin embargo, aunque prevalecen los sentimientos de gratitud y alivio, también existe cierta ira por la desorganización que ha asolado la operación. Mona Zanon, que tiene problemas de movilidad, relató el trauma que supuso el verse obligada a llegar a la base aérea de la RAF sin ningún tipo de ayuda. “Envié un correo electrónico a las autoridades (británicas) para que vinieran y me recogieran”, explicó esta mujer de 65 años, visiblemente agotada y aferrándose a su pasaporte británico. “No recibí ninguna respuesta. Me enojó bastante”.

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Mona Zanon, residente en Manchester, en el aeropuerto de Larnaca en Chipre con su pasaporte británico después de ser evacuada por la RAF de Sudán. Foto: Helena Smith/The Guardian

En última instancia, Zanon, que vive en Manchester desde hace varias décadas, comentó que su hermano la llevó en automóvil al aeródromo. “Fue muy peligroso”, señaló. “Muy, muy peligroso”.
Para otros, el miedo a la incertidumbre acechaba incluso cuando llegaron al aeródromo. “Dejé todo atrás, mis joyas, mi ropa, todo”, explicó Hadija, madre de tres hijos y residente en Londres desde hace 30 años.

“No había avión (para nosotros) y durante dos días mi hijo, mi nuera y yo tuvimos que dormir en el piso. Había muy poco para comer y fue muy difícil, pero estoy, todos estamos, muy felices ahora”.

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