Cómo el ejército jugó a favor y en contra de Imran Khan, quien terminó dividiendo a Pakistán

Imran Khan suele ser considerado el hombre que más dividió a Pakistán.

Para algunos, el exjugador de cricket superestrella convertido en primer ministro, que fue derrocado del poder el pasado mes de abril y detenido el martes por un caso de corrupción, es el salvador antisistema que Pakistán ha estado esperando desde hace mucho tiempo. No obstante, para otros, su presunta corrupción, su ineptitud económica y sus tácticas políticas de “tierra quemada” desde que fue destituido constituyen la razón por la que Pakistán se enfrenta a una crisis política, económica y constitucional sin precedentes que está destrozando al país.

Khan saltó a la fama inicialmente en Pakistán como el rompecorazones con estudios en Oxford que llevó al país a la gloria en la Copa Mundial de Cricket de 1992. Se casó con la aristocracia británica, con la periodista Jemima Goldsmith en 1995, sin embargo no tardó en dar a conocer sus ambiciones políticas en su país.

En 1996, cofundó y se convirtió en líder de un nuevo partido político conocido como Movimiento por la Justicia de Pakistán, o partido Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI). Las ambiciones del PTI consistían en llevar la democracia, el progreso y los conocimientos a un país que durante mucho tiempo se vio frenado por la interferencia –o el control absoluto– del ejército y el dominio de unas pocas dinastías políticas poderosas.

Mientras permaneció en la oposición política durante más de una década, Khan comenzó a adoptar una agenda nacionalista que se basaba principalmente en narrativas islamistas y antioccidentales, reposicionándose a sí mismo como un musulmán devoto y marcando una clara línea divisoria con su anterior reputación de playboy continental de estilo occidental.

Se pronunció en contra de la “guerra contra el terrorismo” de Estados Unidos y compitió en las elecciones basándose en una agenda anticorrupción, pero en 2014 fue acusado de corrupción por el cofundador de su partido en un caso que aún está activo el día de hoy.

No obstante, muchos creen que fue el respaldo de la poderosa clase dirigente militar de Pakistán, que gobernó el país durante décadas –tanto de forma directa mediante golpes de Estado militares como entre bastidores, como titiriteros políticos del país–, lo que finalmente llevó a Khan al poder.

El ejército se enemistó con las dinastías que dominaban el panorama político del país y comenzó a buscar un nuevo rostro al cual brindar su apoyo tácito. De acuerdo con los miembros de su partido, Khan se convirtió en el “favorito” del ejército y en 2018 fue elegido primer ministro por una escasa mayoría. Khan niega que el ejército haya desempeñado papel alguno en su elección.

Según quienes forman parte de su gobierno, el ejército “llevó la batuta” durante los primeros años de Khan en el poder. A los generales se les dio el control de áreas importantes del gobierno, se aprobaron políticas favorables para el ejército y se controló estrictamente a los medios de comunicación. También se ejerció una severa represión contra los opositores de Khan, y muchos de ellos fueron encarcelados.

Sin embargo, en 2021 empezaron a aparecer fisuras en la relación. Un animado Khan comenzó a mostrarse resentido por el control del ejército y a intentar resistirse a él, señalando que su gobierno estaba siendo “chantajeado”. Entretanto, el ejército estaba descontento con el deterioro de la situación económica de Pakistán. A medida que empezaban a retirar discretamente su apoyo, el gobierno de Khan se debilitaba públicamente.

A pesar de los esfuerzos de Khan de impedir que se produjera una moción de censura en abril de 2022, primero disolviendo de manera inconstitucional el parlamento y posteriormente amenazando con imponer la ley marcial, fue expulsado del poder después de que decenas de diputados del partido PTI retiraran su apoyo.

No obstante, el capital político de Khan aumentó vertiginosamente tras su destitución como primer ministro. Mientras intentaba volver a ocupar el cargo más alto, empezó a posicionarse como un rebelde antisistema y lanzó una crítica contra los mismos generales que, según se dice, lo llevaron al poder, alterando la política pakistaní en el proceso.

En varios discursos y en las redes sociales culpó al ejército de orquestar una “conspiración respaldada por Occidente” para derrocarlo, y pronunció mordaces discursos contra las figuras militares más poderosas del país, que anteriormente eran consideradas como intocables.

En noviembre, después de que un hombre armado le disparara en un mitin en Punjab, acusó abiertamente al gobierno y al ejército de confabularse con potencias extranjeras para asesinarlo. Ahora se enfrenta a decenas de procesos relacionados con corrupción y sedición, que, según alega él, tienen motivaciones políticas. En marzo logró eludir la detención al escapar a la casa de un vecino.

Los críticos lo han acusado de provocar la agitación política con fines egoístas, pero, del mismo modo que miles de personas salieron a las calles después de que perdiera el poder, la perdurable popularidad de Khan se volvió evidente horas después de su detención el martes, cuando muchos de sus leales incondicionales salieron a las calles en protestas convocadas en todo el país. Repitiendo la retórica de Khan, muchos arremetieron contra el ejército y pidieron que se llevaran a cabo elecciones generales anticipadas, que debían celebrarse en octubre. Si se llevan a cabo –y se permite que Khan se postule–, se cree en general que ganará las elecciones.