El republicano John Kennedy: ¿habla como un sureño o como el Gallo Claudio?
El senador John Neely Kennedy recientemente se ganó la reprimenda del gobierno mexicano por su lenguaje 'vulgar y racista' dirigido a los mexicanos. Foto: Evelyn Hockstein/Reuters

El senador John Neely Kennedy, un republicano de Luisiana, ofendió a los mexicanos de todo el mundo en una audiencia sobre el presupuesto del FBI y la DEA llevada a cabo este mes, en la que pidió a los miembros del ejército estadounidense y a los agentes de las fuerzas del orden que invadieran México con el fin de “detener a los cárteles”, al tiempo que añadió que México estaría “comiendo comida para gatos y viviendo en tiendas de campaña detrás de un Outback (restaurante de carnes)” si no fuera por “la gente de Estados Unidos”.

El principal diplomático de México condenó los comentarios como “profundamente ignorantes”, y el embajador del país en Estados Unidos pidió una disculpa formal por el lenguaje “vulgar y racista”. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, instó a los más de 37 millones de estadounidenses de ascendencia mexicana y de otros países latinoamericanos a “no votar por personas con esta mentalidad tan arrogante, tan ofensiva y tan tonta” en el futuro.

Todo este episodio ejemplificó la forma en que John Kennedy se ha convertido en los últimos años en una sonora voz conservadora en Estados Unidos y en un estado que ha dependido en repetidas ocasiones de trabajadores de origen mexicano para reconstruir viviendas y empresas tras los huracanes y otras catástrofes naturales.

Sin embargo, a medida que se desarrollaban las consecuencias de sus comentarios sobre México, los críticos también aprovecharon la oportunidad para destacar que el senador republicano fue en su día un demócrata moderado –y algunos dirían que incluso liberal– antes de que cambiara de partido en 2007, justo en el momento en que el movimiento de extrema derecha Tea Party se imponía en la política de Luisiana.

Y esos críticos sostienen que el político, que posee títulos de la Universidad Vanderbilt, la Universidad de Virginia y la Universidad de Oxford en el Reino Unido, está “interpretando el papel de un pueblerino listo” cuando hace cosas como burlarse de México con el fin de explotar la “intolerancia y el miedo de su base”.

Kennedy se ha hecho famoso por pronunciar comentarios “simplones”, en ocasiones racistas, con un exagerado acento del sur de Estados Unidos que ha sido comparado en cierto modo con el del Sr. Haney, el estafador de la anterior serie Green Acres de la cadena CBS, y el del Gallo Claudio, el gallo de caricatura que aparece en Looney Tunes. Esta última comparación es tan sorprendente que el periódico Times-Picayune de Nueva Orleans publicó en una ocasión un juego de preguntas que incluía una serie de comentarios excéntricos con el siguiente titular: “¿Quién lo dijo? ¿El senador John Kennedy o el Gallo Claudio?”

En una audiencia de confirmación en el Senado, Kennedy le dijo en una ocasión a una profesora de derecho de Cornell nacida en la Rusia de la era soviética: “No sé si llamarle profesora o camarada”, insinuando que ella era comunista o una agente extranjera.

El comentario surgió tres años después de que John Kennedy fuera objeto de las burlas de algunos sectores por haber pasado el día feriado del 4 de julio –que conmemora la independencia de Estados Unidos del Reino Unido– en Rusia con líderes de la potencia rival de su país.

Por otra parte, en un anuncio de campaña a favor de la policía y de mano dura contra la delincuencia, Kennedy terminaba el video diciendo: “Miren, si odian a los policías solo porque son policías, la próxima vez que estén en problemas, llamen a un adicto al crack”.

No obstante, cuando era una figura de la política del estado de Luisiana, la elocución de Kennedy se ceñía más a unos orígenes propios de su patrimonio neto calculado en más de 12 millones de dólares (unos 200 millones de pesos) en 2016. En entrevistas y videos de procesos anteriores a su cambio al Partido Republicano, Kennedy –uno de los miembros más ricos del Congreso– parece hablar únicamente con un ligero acento sureño.

Antes de que llegara al Senado, Kennedy nunca fingió ser un pueblerino“, comentó Robert Mann, profesor de comunicación de masas de la Universidad Estatal de Luisiana y autor del libro Backrooms and Bayous: My Life in Louisiana Politics. “En cambio, normalmente actuaba como la persona bien educada y pudiente que es”.

Mann explicó que, aunque John Kennedy fue miembro del Partido Demócrata durante su anterior cargo como tesorero del gobierno del estado de Luisiana, fue uno de los críticos más francos del gobernador de aquel momento: Bobby Jindal, republicano. Sin embargo, una vez que cambió de partido y entró a la escena política nacional, Kennedy cambió literalmente su tono.

“Después de llegar al Senado y darse cuenta de que Fox News y sus espectadores disfrutaban su numerito, se dedicó de lleno a esta nueva personalidad”, comentó Mann. “El Kennedy de 2005 o 2008 es una persona completamente diferente en estilo y tono del que se ve hoy en día en la televisión“.

Para Mann, los comentarios ingeniosos de Kennedy no son genuinos, son comentarios simplones improvisados. Son intentos calculados de tranquilizar a su base conservadora. “La relación es simple, creo: él valida y refuerza periódicamente sus opiniones distorsionadas (sobre) los mexicanos, los afroamericanos y otras personas marginadas”, señaló Mann. “Eso les dice a ellos que él no es una persona urbana, rica y bien educada, sino simplemente uno de ellos”.

“Así es como los políticos han complacido a la gente del más bajo nivel durante siglos. Kennedy ha dominado la técnica”.

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John Kennedy habla ante Donald Trump en un mitin en Baton Rouge, Luisiana, en diciembre de 2016. Foto: Drew Angerer/Getty Images

Mann comentó que John Kennedy “interpretaba un papel en televisión” al hacer declaraciones en ocasiones “sin sentido” y al utilizar un acento exagerado, lo cual parece encajar en la larga tradición de personas ambiciosas que utilizan la alteración de la voz para beneficiarse. Algunos ejemplos recientes incluyen a Elizabeth Holmes, la fundadora de la empresa Theranos que está destinada a ingresar a la cárcel tras afirmar de manera fraudulenta que su tecnología podía diagnosticar enfermedades con una sola gota de sangre y que admitió que la voz de barítono que usaba antes de su condena penal no era su voz real. Otro ejemplo es Paris Hilton, que recientemente prescindió de la icónica y aguda voz de “timidez” que utilizaba cuando aparecía en el reality show de televisión The Simple Life.

“Ese papel es el de un pueblerino listo que, a pesar de su falta de sofisticación, siempre tiene un insulto preparado para los engreídos de la ciudad”, comentó Mann. “Si se le observa a través del lente de alguien que finge una actitud, las palabras no tienen por qué tener un sentido absoluto. Lo que cuenta es la imagen y la actitud”.

No obstante, aunque es posible que John Kennedy esté interpretando a un personaje, los comentarios del senador tienen repercusiones en el mundo real, incluso en las relaciones exteriores. Los comentarios tensaron la relación entre Estados Unidos y México.

Ambos países son socios económicos, con más de 33 millones de turistas estadounidenses que visitan México cada año y más de 800 mil millones de dólares (unos 14 billones de pesos) en comercio bilateral. Esto incluye los más de 40 mil millones de dólares que Luisiana exporta a México y los 15 mil millones que el estado compra, lo cual crea un saldo superávit a favor de Luisiana de 25 mil millones de dólares.

Además, más de 2 millones de ciudadanos estadounidenses viven de forma permanente en México, y los empleos que genera el comercio entre ambos países dan sustento a más de 70 mil familias de Luisiana.

Un alto diplomático mexicano de la embajada de México en Washington comentó que la retórica de los recientes comentarios de Kennedy sobre su país y su gente es “contraria a las necesidades de la relación México-Estados Unidos”, la cual, indicó, requiere “un diálogo más fuerte y un entendimiento mutuo”.

“Los comentarios ignorantes y mal intencionados tienen el potencial de desviarnos hacia una trayectoria que puede fomentar aún más los malentendidos y la mala comunicación entre ambos países”, señaló el funcionario. “El verdadero reto radica en comprender y atender los numerosos retos comunes, pero también las oportunidades a las que se enfrentan México y Estados Unidos, sobre la base del respeto”.

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