El caso que sigue sacudiendo a El Vaticano: la desaparición de Emanuela Orlandi
Emanuela Orlandi desapareció en 1983 después de salir de su casa en la Ciudad del Vaticano para asistir a una clase de flauta en Roma. Foto: AP

Poco antes de su desaparición en el verano de 1983, Emanuela Orlandi fue a la Piazza del Catalone, una pequeña plaza ubicada a las afueras de las murallas de El Vaticano, para reunirse con sus amigos.

Todavía existía un ambiente festivo en aquel sofocante mes de junio, pocas semanas después de que el equipo de futbol AS Roma se proclamara campeón de la Serie A. En una fotografía tomada en aquella época, Orlandi, que entonces tenía 15 años, luce una diadema amarilla y roja, los colores del equipo de futbol, que le había hecho su madre. Fue una de las últimas fotografías que le tomaron a la adolescente antes de que desapareciera sin dejar rastro el 22 de junio de 1983, una imagen que ha llegado a definir la campaña de búsqueda incansable de la verdad de su hermano mayor, Pietro Orlandi.

“Emanuela siempre estaba aquí con amigos”, comentó el hermano en una entrevista con The Observer en la Piazza del Catalone. “Seguían celebrando; fue la última foto que le tomaron sonriendo”.

La desaparición de Emanuela –a la que su familia no ha vuelto a ver desde que salió de su casa en la Ciudad del Vaticano, donde su padre era un empleado laico de la casa papal, para ir a una clase de flauta en Roma– ha acaparado la atención de Italia durante cuatro décadas. Pero no fue hasta enero de este año cuando la poderosa e indescifrable Santa Sede inició su propia investigación, con su promotor de justicia, Alessandro Diddi, prometiendo hacer todo lo posible en un misterio que ha generado muchas teorías, algunas de ellas estrafalarias, aunque ningún hecho concreto. Este mes, los fiscales de Roma empezaron a colaborar con El Vaticano en la investigación.

“Durante 40 años nunca ha habido una colaboración entre ambos”, señaló Orlandi, que recientemente causó polémica tras insinuar que el muy venerado papa Juan Pablo II podría haber estado involucrado en la desaparición de su hermana menor. “Hasta hace unos años, El Vaticano decía que no sabía nada, que ella desapareció en Italia y que, por tanto, debía ser investigado allí. Por otro lado, me han dicho que Roma tiene muchos documentos. Durante todos estos años, El Vaticano se ha mantenido en silencio; tal vez esto significa que alguien de ahí tiene pruebas de lo que ocurrió”.

La investigación de El Vaticano comenzó unos meses después de que la serie de Netflix titulada La chica del Vaticano: La desaparición de Emanuela Orlandi volviera a poner el caso de Emanuela en el centro de la atención mundial. La serie analizó las teorías que han surgido a lo largo de los años, la primera de las cuales sostiene que fue secuestrada por una pandilla con el fin de chantajear a El Vaticano para que liberara a Mehmet Ali Agca, que fue encarcelado en 1981 tras intentar asesinar a Juan Pablo II. También se ha vinculado su desaparición a una serie de escándalos financieros ocurridos en el banco vaticano, a una supuesta red sexual dirigida por la policía vaticana y a la mafia.

Otra teoría señalaba que Emanuela fue trasladada a Londres, donde vivió durante años en un albergue juvenil que pertenecía a una congregación católica, con los gastos sufragados por El Vaticano. Según esta hipótesis, murió en Londres antes de que su cuerpo fuera trasladado de vuelta a Roma y enterrado en El Vaticano. En 2019, se reabrieron dos tumbas ubicadas en El Vaticano tras una pista de que podían haber enterrado allí a Emanuela. No se encontraron restos humanos.

Sin embargo, la nueva y más sorprendente afirmación de la serie de Netflix provino de una amiga de la infancia de Emanuela, que dijo que la adolescente le había confiado que “alguien cercano” a Juan Pablo II había abusado de ella.

“Ella dijo que la conversación ocurrió unos días antes de la desaparición de Emanuela y que (el supuesto incidente) tuvo lugar en los jardines de El Vaticano”, explicó Orlandi. Que Emanuela podría haber sido víctima de pedofilia es probablemente la teoría más verosímil, añadió. “Cuando sabes que en ese entorno hacen ciertas cosas, ¿tal vez la pusieron en esa situación?”.

La determinación de Orlandi de descubrir la verdad ha irritado a El Vaticano. En abril, durante un interrogatorio con fiscales de El Vaticano, compartió una cinta de audio que contenía una supuesta conversación entre un periodista y el jefe de una organización delictiva de Roma sospechosa de estar involucrada en la desaparición de Emanuela. En la grabación, el jefe de la organización delictiva insinuaba que el difunto Juan Pablo II, cuyo nombre original era Karol Józef Wojtyła, salía por la noche con clérigos de alto rango en busca de chicas adolescentes.

Posteriormente se emitió parte del audio en un programa de la televisión italiana durante una entrevista con Orlandi, en la que este añadió: “Me dicen que Wojtyła salía de vez en cuando en las noches con dos monseñores polacos, y ciertamente no era para bendecir hogares”.

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Pietro Orlandi celebró la investigación vaticana. Foto: AGF/Universal Images Group/Getty Images

El papa Francisco denunció las “insinuaciones ofensivas y carentes de fundamento” durante su Ángelus dominical, mientras que el periódico de El Vaticano, L’Osservatore Romano, indicó que las “acusaciones anónimas y vergonzosas” eran una “locura”.

Orlandi afirma que El Vaticano explotó la controversia para desacreditarlo. “Siempre he dicho que creo que Juan Pablo sabía algo”, señaló. “Pero fue la persona que aparece en la cinta de audio la que utilizó palabras ofensivas contra él. También di los nombres de los dos monseñores, que eran cercanos a Juan Pablo. Todos sabían que en ocasiones salían juntos en las noches. Yo simplemente añadí que sus (salidas) no eran por motivos religiosos”.

Orlandi también se ha quedado con la duda de si el papa Francisco sabía algo sobre el destino de su hermana cuando, poco después de su elección en 2013, el pontífice le dijo que Emanuela estaba “en el cielo”.

“Él me dijo esas palabras, no sé por qué”, comentó Orlandi. “Para (Joseph) Ratzinger (su predecesor, el papa Benedicto XVI), Emanuela era un tabú. Así que el hecho de que Francisco utilizara su nombre me hizo pensar que quería colaborar conmigo, pero desde entonces no ha querido que volvamos a reunirnos”.

Orlandi, que tiene otras tres hermanas, describió una infancia privilegiada dentro de las murallas de El Vaticano, donde disfrutaban de los jardines y se sentían como si estuvieran en “el lugar más seguro del mundo”.

Su búsqueda de la verdad está influenciada en parte por la culpa. El día que desapareció, Emanuela le pidió que la llevara a su clase de flauta. “Hacía tanto calor en Roma que no quise ir”, explicó. “Ella se enojó un poco y se fue. Todavía me pregunto si esto habría pasado si la hubiera llevado”.

El tiempo dirá si la investigación aportará las respuestas que él necesita. “Durante todos estos años no sabemos si Emanuela está viva o muerta”, comentó. “Continuaré con mi batalla hasta el final”.

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