Escapó de la violencia física de su marido, pero los lazos económicos les mantuvieron unidos durante años
El sistema financiero se ha convertido en una nueva e importante frontera en la lucha contra la violencia de pareja. Ilustración: Susie Ang/The Guardian

La abogada experta en quiebras extendió todas las deudas de Jean sobre la mesa. Estudió detenidamente cada documento, tratando de tragarse la pena. Los papeles documentaban los más de 140 mil dólares que Jean y su expareja les debían a sus acreedores. Escapó de la violencia física de su marido, pero los lazos económicos les mantuvieron unidos durante años.

El diálogo en torno al control coercitivo con relación a los abusos económicos está ganando fuerza en Estados Unidos, donde California ha aprobado leyes para proteger a las víctimas de los cobradores.

Era junio de 2021. Jean, a quien The Guardian identifica por su segundo nombre para proteger su identidad durante el litigio de divorcio en curso, se había separado de su marido dos años antes. Ya se le había concedido una orden de alejamiento por violencia doméstica en el condado de Alameda, California, tras sufrir lo que ella describe como abusos físicos, emocionales, mentales y sexuales.

Pero, mientras tanto, los préstamos y gastos compartidos entre Jean y su expareja se habían ido acumulando. Como Jean era la titular de la mayoría de sus tarjetas de crédito, estaba en deuda con el banco. Declararse en quiebra parecía su única esperanza para empezar de cero.

“Básicamente, estaba económicamente peor que cuando empecé a trabajar a los 16 años”. Jean

El sistema financiero se ha convertido en una nueva e importante frontera en la lucha contra la violencia de pareja. Más de nueve de cada diez supervivientes de una relación abusiva sufren abusos económicos, según la Coalición Nacional contra la Violencia Doméstica de Estados Unidos.

Más de la mitad de las supervivientes encuestadas por FreeFrom, una organización sin fines de lucro con sede en Los Ángeles y líder en este ámbito, afirmaron que los agresores habían accedido a la cuenta bancaria, supervisado, retirado dinero o la habían controlado de alguna otra manera, todas ellas formas consideradas como abuso económico. Las supervivientes declararon tener, en promedio, menos de 300 dólares a los que podían acceder.

En otro estudio, de la Fundación Allstate, casi ocho de cada diez supervivientes señalaron la falta de dinero como principal obstáculo para abandonar a una pareja abusiva.

“Las instituciones financieras no son los ‘malos de la historia’, pero la gente abusa de su infraestructura”, afirma Amy Durrence, directora de cambio de sistemas de FreeFrom.

Los organismos reguladores están tomando nota. Países como el Reino Unido y el estado australiano de Nueva Gales del Sur ya han ampliado la legislación sobre violencia doméstica para incluir el “control coercitivo”, es decir, las pautas de comportamiento que los agresores utilizan para dominar a sus parejas y limitar su libertad.

El diálogo en torno al abuso económico está empezando a ganar fuerza también en Estados Unidos. California es uno de los pocos estados que ha ampliado su definición legal de violencia doméstica para incluir el control coercitivo, y una nueva ley en vigor desde julio impide a los acreedores cobrar una deuda si una superviviente puede demostrar que fue coaccionada. Pero otra legislación presentada en el estado el año pasado, que habría dado capacitación en línea para que las instituciones financieras aprendieran a detectar y responder a los abusos económicos, no consiguió superar la legislatura.

“Imagínese contraer una enorme deuda de tarjeta de crédito o, peor aún, una hipoteca contra su voluntad. Esta es una vía rápida hacia la ruina financiera”, dijo Dave Min, el senador del estado de California autor del proyecto de ley contra el cobro de deudas coaccionadas. “No podemos permitir que las supervivientes de la violencia doméstica no tengan salida de una situación que no es obra suya”.

Mientras el poder legislativo de Estados Unidos se pone al día poco a poco, las organizaciones sin fines de lucro llevan tiempo trabajando, ofreciendo ayuda a través de organizaciones como FreeFrom que distribuye subvenciones en efectivo a las supervivientes. Los defensores también se centran en ayudar a legisladores y bancos a entender mejor en qué consiste el abuso económico, con la esperanza de inculcar los conocimientos básicos necesarios antes de que las instituciones puedan realizar cambios más amplios.

Jean había revelado a la compañía de su tarjeta de crédito que era una superviviente de abuso doméstico, pero eso no cambió su situación. “Me dijeron: ‘lo sentimos mucho’, pero no hicieron nada al respecto”, afirmó. “No les importa lo que pase con mi vida personal. Sólo quieren que pague mis facturas”.

La explotación financiera puede adoptar muchas formas invisibles pero insidiosas. Puede consistir en dañar el crédito de la pareja poniendo en marcha un negocio o abriendo una tarjeta de crédito a su nombre sin su conocimiento, dijo Judy Postmus, decana de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Maryland.

“Imagínese contraer una enorme deuda de tarjeta de crédito o, peor aún, una hipoteca contra su voluntad. Es una vía rápida hacia la ruina financiera”. Dave Min

Algunas personas impiden a sus parejas ir a trabajar, las acosan en el trabajo o se comportan de forma que llevan a alguien a perder el empleo y los ingresos. Otra táctica común es mantener un control total sobre las cuentas financieras de alguien. Los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) han calculado que la violencia de pareja cuesta a las mujeres supervivientes casi 104 mil dólares a lo largo de su vida.

“La gente puede estar fuera de una relación por 20 años, pero seguir teniendo problemas para recuperar su puntuación de crédito”, dijo Postmus.

El abuso económico también puede ocultarse tras una fachada de riqueza

“Sabemos que hay toda una serie de lugares donde esto ocurre, pero no es tan fácil de detectar como los huesos rotos y los moratones”, dijo Moo Baulch, experta en violencia doméstica y asesora que ha trabajado con el mayor banco de Australia, el Commonwealth Bank of Australia, para poner en marcha programas de apoyo a las supervivientes.

“Hay mujeres ricas y acomodadas que tienen cinco coches en la entrada y una preciosa casa de verano, que viven, para todo el mundo, una vida hermosa y privilegiada”, dijo Baulch. “Pero si no se les permite poner gasolina a su coche, o tienen que rendir cuentas de los kilómetros recorridos cuando lo conducen para dejar a sus hijos en colegios privados, o si no tienen acceso al dinero porque todo está invertido en un fideicomiso financiero familiar”, dijo, entonces no pueden cubrir sus necesidades básicas.

Antes de casarse, Jean trabajaba para una organización sin fines de lucro y vivía al día. Ella y su pareja se fueron a vivir juntos en 2013 y se casaron al año siguiente. Él tenía un fideicomiso familiar con el que compró su casa y el hecho de no pagar alquiler redujo los gastos de ella.

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Algunas personas impiden a sus parejas ir a trabajar, las acosan en el trabajo o se comportan de forma que llevan a alguien a perder su empleo y sus ingresos. Ilustración: Susie Ang/The Guardian

Dejó su trabajo tras tener un hijo en 2015. “Me ponía nerviosa no tener mi propio dinero y estar en una relación desequilibrada”, dijo. El fondo fiduciario depositaba dinero en la cuenta personal de su marido, pero Jean era responsable de pagar los gastos del hogar.

“Tenía que pedirle que ingresara dinero en nuestra cuenta común para pagar las facturas de las tarjetas de crédito, el seguro médico y el recibo de la luz”, explica.

Escapó de la violencia física de su marido

Él empezó a retener fondos a medida que su relación se iba fracturando.

“Me sentía como una niña”, dijo, pero no identificó este comportamiento como un tipo específico de abuso. “En aquel momento, me pareció que era controlador, un problema de pareja. Era solo un desacuerdo sobre cómo debían tratarse las finanzas”.

Las iniciativas legislativas en Estados Unidos están en sus primeras fases, pero las instituciones financieras de otros países pueden ser un modelo a seguir. En el Reino Unido, el sector financiero y bancario ha actualizado un Código de Prácticas contra el Abuso Financiero al que se han adherido casi 40 marcas, y algunos banqueros británicos reciben formación sobre cómo la explotación financiera es una táctica de maltrato doméstico.

En Australia, Baulch ha participado en la formación de equipos del sector privado que prestan apoyo a las supervivientes y detectan señales de alarma de abuso económico antes de que sus clientes acumulen deudas importantes. Baulch ayudó al Commonwealth Bank of Australia a elaborar respuestas basadas en experiencias traumáticas cuando los clientes utilizaban las funciones de mensajería de las plataformas bancarias para acosar y mantener contacto con sus exparejas que habían cortado otras formas de comunicación.

Digamos que alguien devuelve dinero a un amigo a través de una plataforma financiera móvil: “Puede que le envíes 50 dólares a través de tu aplicación y le digas: ‘Gracias, he pasado una noche estupenda’”, explicó. “Nuestro equipo encontró… un montón de transacciones muy pequeñas que iban entre dos cuentas con mensajes abusivos en ellas”.

“Todavía no he avanzado tanto como me gustaría hacia mis objetivos de estabilidad financiera… cuando comparo dónde estoy ahora con dónde pensaba que estaría hace 20 años”. Jean

Los mensajes que encontraron iban desde los abiertamente amenazadores hasta otros más sutiles, dijo, como una cadena de transacciones de un centavo con una sola palabra en cada una que juntas formaban una letanía de mensajes violentos.

En Estados Unidos, FreeFrom ofrece un programa nacional de subvenciones en efectivo para supervivientes a través de un fondo de seguridad que proporciona dinero en efectivo sin condiciones. También administra un programa de igualación de ahorros para ayudar a los supervivientes a constituir ahorros de emergencia durante seis meses. Los datos de 2020 muestran que más de la mitad de los receptores de subvenciones gastaron el dinero en alimentos, y casi uno de cada tres lo utilizó para servicios públicos o artículos para el hogar.

Las beneficiarias contaron a FreeForm que este colchón financiero les facilitó abandonar situaciones inseguras o pagar gastos de emergencia sin ponerse en contacto con sus agresores. Otras organizaciones sin fines de lucro de San Francisco y Kansas han puesto en marcha programas similares de becas y ahorro para supervivientes.

Al mismo tiempo, la organización está impulsando un cambio sistémico más amplio con sus pautas de “banca segura”, un conjunto de 11 recomendaciones que cualquier banco de Estados Unidos podría implementar para proteger mejor a los clientes que están sujetos a abuso. Los puntos clave incluyen la implementación de protecciones mejoradas contra el fraude en las cuentas de las sobrevivientes, lo que les permite abrir nuevas cuentas bancarias con alternativas a la divulgación de su dirección, que es necesario mantener en secreto, y ofrecer planes de pago flexibles para que las personas no dañen aún más su crédito mientras pagan sus deudas.

Estas pautas podrían haber sido un salvavidas para Jean cuando apenas tenía ingresos y estaba endeudada

“Todavía no estoy tan avanzada como me gustaría estar en cuanto a mis metas de estabilidad financiera cuando me comparo con otras personas, o cuando comparo dónde estoy ahora con dónde pensé que estaría hace 20 años”, dijo.

Pero ahora tiene un nuevo trabajo que ama y sueña con mudarse a otro estado más cerca de su familia para poder comenzar un nuevo capítulo. Aunque sigue sumida en un litigio de divorcio, se aferra a la esperanza de que esto finalice pronto, lo que le permitirá comenzar de nuevo.

“Definitivamente estaré celebrando”, dijo, “como organizarme una fiesta o salir a bailar con mis amigos”.

Se espera que el Estado Dorado supere a Alemania como la cuarta economía más grande del mundo este año, pero no toda esta riqueza se comparte por igual. En esta serie, The Guardian y Fuller Project analizan las vidas de las mujeres, especialmente las mujeres de color, que ayudan a impulsar la economía del segundo estado con mayor diversidad racial de Estados Unidos, pero que no reciben su parte justa del pastel.

The Guardian publica este artículo en asociación con Fuller Project, una sala de redacción sin fines de lucro dedicada a la cobertura de los problemas de las mujeres en todo el mundo. Regístrese para recibir el boletín de Fuller Project y siga a la organización en Twitter o LinkedIn.

Traducción: Ligia M. Oliver

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