Archivos revelan el papel de Nixon en el complot para impedir que Allende ocupara la presidencia de Chile
Richard Nixon. Las transcripciones de una llamada telefónica que Nixon hizo a su asesor de seguridad nacional Henry Kissinger al día siguiente también se encuentran entre las revelaciones. Fotografía: Washington Post/Getty

Los documentos, publicados en una nueva edición en español de los archivos de Pinochet por el archivista y escritor Peter Kornbluh, incluyen la agenda de Nixon del 15 de septiembre de 1970, que muestra una reunión en el Despacho Oval con Agustín Edwards, dueño del grupo mediático conservador El Mercurio. Dichos archivos revelan el papel de Nixon en el complot.

Días antes de la confirmación de Salvador Allende como presidente de Chile en 1970, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, se reunió con un magnate de los medios chilenos de derecha para discutir cómo bloquear el camino del líder socialista a la presidencia.

Un día antes, Edwards se había reunido con el director de la CIA, Richard Helms. Las notas de esa conversación detallan las observaciones del barón de los medios sobre varios miembros de las fuerzas armadas, lo que llevó a Nixon a solicitar un “plan de juego” para un golpe militar que evitaría la toma de posesión de Allende.

Allende había obtenido una pequeña victoria sobre su rival Jorge Alessandri en las elecciones presidenciales, pero sin una mayoría clara, el sistema electoral en ese momento requería que el Congreso ratificara al candidato que formaría un gobierno.

En secreto, y con el apoyo de la Casa Blanca del presidente Nixon, se tramó un plan para que los militares tomaran el poder, disolvieran el congreso y bloquearan la toma de posesión de Allende.

Junto con las municiones y los pagos, Edwards transmitió las demandas de los militares de “garantías claras y específicas”, así como “la seguridad de que no serían abandonados y condenados al ostracismo”, según un memorando titulado “Conversación con Agustín Edwards, propietario de la cadena de periódicos chilenos El Mercurio, 18 de septiembre de 1970”, que anteriormente había sido fuertemente redactado.

“Es increíble que, 50 años después, todavía estemos conociendo detalles clave de cómo Estados Unidos intentaba bloquear, frustrar, socavar y desestabilizar al primer presidente socialista electo en Chile”, dijo Kornbluh.

“Chile es una de las operaciones encubiertas más infames de la CIA, y una en la que tienes un vínculo explícito con el presidente de Estados Unidos que ordena derrocar a un gobierno elegido democráticamente. Estos documentos nos recuerdan la malevolencia de la política exterior de Estados Unidos en Chile”.

Luego de las reuniones en Washington, la CIA entregó a uno de los conspiradores una póliza de seguro de vida y “dinero para callar”, mientras que otro recibió armas, municiones y 50 mil dólares en efectivo para llevar a cabo el complot, que involucró el secuestro del general René Schneider, el entonces jefe de las fuerzas armadas chilenas, a quien se consideraba leal a la constitución.

El intento fue fallido y el general Schneider murió tres días después a causa de las heridas de bala que sufrió cuando su automóvil fue emboscado el 22 de octubre de 1970.

Las transcripciones de una llamada telefónica que Nixon hizo a su asesor de seguridad nacional, Henry Kissinger, al día siguiente también se encuentran entre las revelaciones, durante las cuales Kissinger confiesa que “probablemente sea demasiado tarde” para evitar el gobierno de Allende, y descarta a las fuerzas armadas chilenas como un “basto grupo de incompetentes”.

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La nota privada del director de la CIA, Richard Helms, a Henry Kissinger el 14 de septiembre de 1970. Fotografía: Biblioteca Presidencial Gerald Ford

“Ninguno de ellos mostró remordimiento por la muerte del general Schneider”, explicó Kornbluh.

“Lo que les enfadó fue que los militares chilenos no habían llevado a cabo el complot que se había tramado”. Peter Kornbluh

El incidente sirvió para conseguir el apoyo público a favor de Allende, y el congreso de Chile ratificó debidamente su presidencia en una votación el 24 de octubre.

Después de la toma de posesión de Allende, el periódico de Edwards, El Mercurio, y la CIA trabajaron continuamente para socavar el gobierno de Allende. El 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet lanzó un sangriento golpe de Estado en el que murieron miles, incluido Allende, y marcó el comienzo de 17 años de gobierno militar.

Antes del 50 aniversario del golpe, el actual presidente de Chile, Gabriel Boric, solicitó al gobierno de Joe Biden más información sobre la participación de Estados Unidos en el complot.

Juan Gabriel Valdés, embajador de Boric en Washington, solicitó formalmente al presidente Biden que divulgue documentos que detallen las conversaciones del Despacho Oval sobre Chile entre 1973 y 1974.

Varios archivos revelan el papel de Nixon

Muchos registros de la época siguen clasificados o redactados y el amargo legado de la dictadura sigue dividiendo a Chile.

Pero si bien el goteo de documentos desclasificados y revelaciones ha acercado a Chile a comprender el papel de Estados Unidos en el derrocamiento de Allende, los esfuerzos concertados para ocultar los hechos han hecho que sea poco probable que alguna vez se forme una imagen completa, dijo la historiadora Antonia Fonck.

“No estoy segura de que alguna vez encontremos una ‘verdad’ integral, dada la cantidad de información que se quemó o se perdió”, dijo Fonck, autora de Miradas Desclasificadas, un libro sobre el gobierno de Allende a través del lente de los documentos estadounidenses.

Boric, de 37 años, y una generación de activistas estudiantiles convertidos en políticos insisten en que la dictadura debe ser totalmente tenida en cuenta y condenada.

Pero en la derecha, muchos siguen siendo leales a Pinochet. En el 49 aniversario del golpe de Estado del año pasado, el dos veces derrotado candidato presidencial de extrema derecha José Antonio Kast tuiteó que Chile había “elegido la libertad” con el golpe militar.

Traducción: Ligia M. Oliver

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