¿Debo preocuparme por compartir la cama con mi mascota?
Holly Golightly, interpretada por Audrey Hepburn, durmiendo en la cama con su gato mascota en Diamantes para el desayuno. Foto: Paramount Pictures/Allstar

Como especie, llevamos durmiendo junto a nuestros amigos de cuatro patas desde… bueno, nadie está del todo seguro, pero sin duda mucho antes de que surgieran las rutinas modernas a la hora de dormir. Las primeras camas de verdad aparecieron hace unos 4 mil años, mientras que la domesticación de los perros comenzó al menos 20 mil años antes, con nuestros compañeros caninos funcionando como una combinación de repelente de depredadores y bolsa de agua caliente, pero, ¿debemos compartir la cama con una mascota?

Hoy en día hay muy pocos lobos errantes y tenemos edredones y mantas térmicas para mantenernos calientes. Entonces, ¿es posible que dejar que perros, o gatos, compartan nuestro espacio para dormir nos haga más mal que bien?

La respuesta es: probablemente no. “No creo que haya nada de lo que preocuparse”, afirma Esme Wheeler, experta en bienestar canino de la RSCPA, quien, en aras de la transparencia, deja que su perro duerma en la cama.

Puede que haya pequeños riesgos de transmisión de enfermedades o pulgas, pero si vives con un perro, tenerlo en la cama no va a aumentar el riesgo.

Esme Wheeler

“Si tienes el sueño ligero puede que te interrumpa un poco el sueño, ya que los perros tienen patrones de sueño diferentes a los de los humanos: pueden estar hiperalertas, por lo que están atentos a todo y a veces se levantan de repente, lo que puede ser un problema”.

¿Hasta qué punto son problemáticas estas alteraciones del sueño? Sorprendentemente, no hay suficientes investigaciones para hacer recomendaciones firmes, y los resultados de los estudios son dispares.

Una encuesta nacional entre australianos reveló que, en general, los dueños de perros y gatos eran menos propensos a tomar medicación para conciliar el sueño que los que no los tenían, aunque la encuesta no incluía preguntas específicas sobre el colecho y la trayectoria de la causalidad no está clara. En un estudio más reciente, en el que se utilizaron acelerómetros para medir la calidad del sueño de los humanos y de los canes que dormían con ellos, se descubrió que, aunque el hecho de tener un perro en la habitación apenas afectaba al sueño, la presencia del animal en la cama disminuía la eficiencia del sueño de sus dueños.

En otras encuestas, algunos propietarios de animales de compañía afirmaron que sus mascotas eran molestas, mientras que otros las describían como beneficiosas. En general, no es concluyente. Pero si no nota los efectos a diario, probablemente no tenga mucho de qué preocuparse.

¿Y los perros? Aquí es donde las cosas se ponen un poco más complicadas, ya que a nuestras fieles mascotas les cuesta entender cuándo cambian los horarios de sueño, o por qué.

“Lo que hay que tener en cuenta es la coherencia”, dice Wheeler. “Si empiezas a dejar que tu perro duerma en la cama, no puedes esperar que entienda cuando de repente ya no se le permite. Si vas a hacerlo, tienes que hacerlo y continuar o enseñar al perro que puede subir a la cama en determinados momentos; quizá haya un estímulo que lo represente, como una manta especial.” Esto puede ser especialmente importante si cambia el estado de la relación: si la pareja veta los acuerdos de colecho canino, habrá que volver a educar al perro con delicadeza.

Hay que tener en cuenta que, a medida que el perro envejece, puede perder la capacidad de levantarse o bajarse de la cama. Para reducir el estrés en los últimos años, es conveniente que disponga de su propio espacio para dormir.

Es importante recordar que los perros y los niños no deben permanecer juntos en espacios para dormir. “Por muy acostumbrado que esté un niño a los perros, y viceversa, es esencial que un adulto participe activamente y supervise de cerca en todo momento cuando estén juntos”, afirma Dogs Trust.

¿Y los gatos? Aquí no hay tantos estudios, ya que los felinos que duermen con sus amos tienden a ser menos comunes. “Los gatos han tenido un camino de domesticación más corto que los perros”, dice Wheeler. “Los perros han coevolucionado con los humanos y algunos dirían que nos han domesticado tanto como nosotros a ellos. Eso no quiere decir que los gatos no sean capaces de formar vínculos estrechos con los humanos, por supuesto”. Aun así, la mayoría de los consejos anteriores siguen siendo válidos, y los gatos, como los perros, pueden reducir la hormona del estrés, el cortisol.

¿Y los reptiles? ¡Un rotundo no!

Traducción: Ligia M. Oliver

No te pierdas: ¿Realmente necesitas caminar 10 mil pasos al día? 

Síguenos en

Google News
Flipboard