Canadá tiene una oscura historia con los nazis: un escándalo político provoca un ajuste de cuentas
Un veterano de la “División Galitzia” de las SS camina entre las tumbas de sus compañeros en Chervone, Ucrania, en 2009. Miles de ucranianos se trasladaron a Canadá tras la Segunda Guerra Mundial. Foto: AFP/Getty Images

Esta semana, en la Cámara de los Comunes, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, pidió disculpas después de que un veterano de guerra que luchó junto a los nazis fuera invitado al Parlamento del país, calificado de “héroe” y celebrado con dos ovaciones.

Trudeau dijo que todos los legisladores “lamentan profundamente” haberse puesto en pie y aplaudido, “aunque (lo hiciéramos) sin ser conscientes del contexto”, y añadió que el acto fue en perjuicio a la memoria de millones de “víctimas del genocidio nazi”.

“Cada año hay menos supervivientes del Holocausto que compartan de primera mano los horrores de lo que vivieron”, dijo Trudeau. “Y, por tanto, nos corresponde a todos garantizar que nadie olvide nunca lo que ocurrió”.

Pero la amnesia momentánea, un olvido aparentemente compartido por todos los legisladores que aplaudieron aquel día, se ha transformado en un costoso escándalo político y ha provocado un reexamen más amplio del legado de los grupos ucranianos vinculados al nazismo en Canadá.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Ucrania fue uno de los principales campos de batalla del frente oriental. Alrededor de 4.5 millones de ucranianos lucharon en el Ejército Rojo; muchos menos, aproximadamente 250 mil, se aliaron con la Alemania nazi. Algunas facciones lucharon en distintos momentos tanto contra las fuerzas soviéticas como contra las alemanas; otras participaron en el asesinato masivo de judíos ucranianos.

Yaroslav Hunka, el veterano de 98 años aplaudido en el Parlamento de Canadá fue miembro de la 14ª División Waffen de las SS, una unidad de voluntarios también conocida como “División Galitzia”.

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el grupo también era conocido como Primera División Ucraniana del Ejército Nacional Ucraniano, lo que en los años siguientes tuvo el efecto de ocultar sus vínculos con el régimen nazi.

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Yaroslav Hunka, el veterano de 98 años que fue aplaudido en el Parlamento de Canadá. Foto: Patrick Doyle/AP

Después de la guerra, miles de ucranianos se trasladaron a Canadá, y muchos de los que habían vivido el terror de Stalin y la consiguiente hambruna masiva mantenían firmes opiniones antisoviéticas. Sin embargo, los posibles vínculos y simpatías con los nazis se pasaron por alto en gran medida cuando se inició la guerra fría, afirma Ivan Katchanovski, politólogo de la Universidad de Ottawa.

A pesar de los vínculos de la División Galitzia con crímenes de guerra, se erigió un cenotafio en honor de la División en el mayor cementerio ucraniano de Canadá. El monumento ha sido durante mucho tiempo fuente de frustración para grupos polacos y judíos. En junio de 2020 se pintaron con spray las palabras “monumento de guerra nazi” en el cenotafio.

“El grupo, y los monumentos conmemorativos a los combatientes, han escapado realmente al escrutinio porque muy poca gente sabe que la Primera División Ucraniana no era más que un nombre diferente de la 14ª División Waffen de las SS. Y esta fue una de las razones, por desgracia, por las que nadie planteó la cuestión en el parlamento la semana pasada”, dijo Katchanovski.

Cuando subió al estrado del parlamento canadiense hace una semana, Zelenskiy elogió a la ciudad de Edmonton por ser el primer lugar del mundo en erigir un monumento conmemorativo de la hambruna del Holodomor, una política deliberada de la Unión Soviética que acabó con la vida de millones de ucranianos.

A ocho kilómetros al norte, un busto del líder militar ucraniano Roman Shukhevych sobre un zócalo de piedra ha indignado durante mucho tiempo a grupos judíos y polacos. Shukhevych, que luchó por la independencia de Ucrania, sirvió con los nazis y se cree que fue autor de masacres en Volinia y Galitzia oriental.

Diplomáticos de Polonia e Israel condenaron recientemente un monumento similar en Ucrania, alegando que Shukhevych era responsable del asesinato de decenas de miles de personas “a balazos, quemados, violados, torturados y otros métodos bestiales, solo porque rezaban a Dios en polaco o hebreo”.

Aunque a muchos canadienses les haya sorprendido la existencia de estatuas que veneran a tales figuras, estos monumentos han sido durante mucho tiempo una “dolorosa fuente de tensión” para la comunidad judía, dijo Dan Panneton, del Centro de Amigos de Simon Wiesenthal.

“Creo que mucha gente se está dando cuenta ahora de lo profundo que es este dolor. Pero la realidad es que los monumentos están en propiedad privada. Y a lo largo de los años, hemos observado una reticencia en determinados sectores nacionalistas de la comunidad a abordar los aspectos negativos de la colaboración nazi y su participación en el Holocausto”.

La polémica sobre la invitación de Hunka también ha reabierto el debate sobre los cientos de presuntos criminales de guerra que se asentaron en el país.

“Canadá tiene una historia realmente oscura con los nazis en Canadá”, dijo a la prensa el ministro de Inmigración, Marc Miller, antes de la disculpa del primer ministro. “Hubo un momento en nuestra historia en el que era más fácil entrar (en Canadá) como nazi que como judío. Creo que es una historia que tenemos que reconciliar”.

Destacados grupos judíos, entre ellos el Centro de Amigos de Simon Wiesenthal, han pedido que se hagan públicos todos los registros sobre la admisión de antiguos soldados nazis, incluida la totalidad de un histórico informe de 1986 sobre criminales de guerra que eludían la justicia dentro de Canadá.

La Comisión de Investigación sobre Criminales de Guerra en Canadá de 1985, conocida coloquialmente como la Comisión Deschênes, investigó si el país era un refugio para criminales de guerra y simpatizantes nazis. La comisión fue impulsada en parte por los informes de que el médico nazi Josef Mengele había intentado emigrar a Canadá a principios de la década de 1960.

Sin embargo, a lo largo de los años solo se han publicado partes redactadas del informe, omitiendo un apéndice con los nombres de 240 presuntos criminales de guerra nazis que podrían estar viviendo en Canadá.

“Las acusaciones de crímenes de guerra contra miembros de la División Galitzia nunca han sido probadas”, decía el informe final. El gobierno federal solo ha procesado a cuatro individuos por crímenes de guerra, pero ninguno de esos intentos ha acabado en condena. Debido a la naturaleza secreta del contenido del informe, sigue sin estar claro hasta qué punto el gobierno investigó a otros individuos sospechosos de crímenes de guerra.

“Recordar el Holocausto no significa solo recordar a las víctimas”, escribió David Matas, de B’nai Brith Canada, en un editorial reciente. “Significa también recordar a sus asesinos”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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