Prohibir teléfonos celulares en los colegios ingleses es una cortina de humo para ocultar problemas reales, dicen los críticos
Algunos colegios prohíben la entrada de teléfonos celulares, mientras que otros exigen su entrega o restringen su uso. Foto: Matt Cardy/Getty Images

Glyn Potts, director del Newman Roman Catholic College de Oldham, no podía ocultar su irritación ante los titulares de la mañana que anunciaban la prohibición gubernamental de los teléfonos celulares en los colegios públicos de Inglaterra.

Su colegio, como la inmensa mayoría, ya tiene una política sobre teléfonos celulares. “Están prohibidos y lo han estado durante 10 años”, dijo, rechazando el anuncio de la secretaria de Educación, Gillian Keegan, como una “cortina de humo” para distraer de los verdaderos retos a los que se enfrentan las escuelas, como la falta de fondos, la contratación de profesores y la atención a los alumnos con necesidades educativas especiales.

En el Newman RC College hay tolerancia cero con los celulares. Los alumnos pueden llevar sus teléfonos en el trayecto de ida y vuelta al colegio, pero en cuanto cruzan el umbral del recinto escolar deben apagarlos y mantenerlos fuera de la vista durante toda la jornada escolar.

Los alumnos tienen prohibido tenerlos en la mano, ya sea en clase o en el recreo. Si se ve alguno, se confisca y no se devuelve hasta el final del día. Una medida de la eficacia de la política es que, aunque la gran mayoría de los mil 502 alumnos llevan celulares, el personal solo ve dos o tres a la semana como máximo.

“Mi objetivo es garantizar que no se interrumpa el aprendizaje”, afirma Potts. El acoso escolar y el uso compartido de material inapropiado en los celulares son también grandes problemas para los jóvenes. “Se trata del bien común, que tiene que ser que los jóvenes se centren en el aprendizaje y en su profesor, no en su teléfono”, dijo.

Otras escuelas tienen políticas diferentes. Algunos prohíben totalmente los celulares, de modo que los niños no pueden llevarlos a la escuela, lo que puede ser difícil de aplicar si los alumnos esconden sus teléfonos. Otros exigen que se entreguen los teléfonos al comienzo de la jornada y se devuelvan a la salida, mientras que algunos centros permiten un uso restringido durante el almuerzo y el recreo o para realizar tareas escolares en clase.

“Estoy de acuerdo en minimizar el uso de los teléfonos en la escuela para cualquier cosa que no sean actividades de aprendizaje; sin embargo, nuestra escuela utiliza los teléfonos como parte de esas actividades de aprendizaje”, dijo un lector de The Guardian que deseaba permanecer en el anonimato, advirtiendo que una prohibición “afectará a la investigación de los niños en clase, la gestión de las tareas y la programación y la colaboración en equipo en el trabajo del proyecto”.

Hay quien aboga por hacer excepciones, por ejemplo, en el caso de niños con necesidades educativas especiales, problemas de salud mental o responsabilidades asistenciales. La directora general de Carers Trust, Kirsty McHugh, afirmó: “Es vital que los cientos de miles de jóvenes cuidadores de Inglaterra queden exentos de cualquier prohibición total de los teléfonos celulares en las escuelas, pues haría sus vidas aún más difíciles. Una prohibición total les imposibilitaría estar en contacto con los familiares de los que cuidan”.

Aunque muchos padres quieren que sus hijos puedan llevar teléfonos a la escuela para mantenerse en contacto, muchos se alegran de que se prohíban en las aulas. Nick Smith, director comercial de Cheshire, tiene tres hijos. “Para mí es un dilema, pero en general no me gustaría que se prohibieran por completo”, afirma.

“Mi hijo de 11 años acaba de empezar la secundaria y, en vista de ello, y de su nueva independencia para volver a casa solo, organizar sus propias actividades extraescolares y mantenerse en contacto con sus padres, le compramos un teléfono por primera vez.”

“No apruebo que los saquen en clase, pero si los prohíben completamente en la escuela, en lugar de insistir en que estén apagados y en una bolsa durante la jornada escolar, eso causaría más problemas que beneficios”.

La prohibición, anunciada el lunes durante la conferencia del Partido Conservador en Manchester, tuvo una acogida desigual. “Es el clásico anuncio de conferencia”, dijo Sam Freedman, experto en políticas y antiguo asesor del Ministerio de Educación.

“Algo que casi todas las escuelas ya hacen y que el Gobierno no puede obligarles a hacer de todos modos”, publicó en X, antes Twitter. Aunque puede que se haya informado de que se trata de “una prohibición de los teléfonos celulares”, en realidad adoptará la forma de orientación no reglamentaria y, por tanto, no es un requisito legal. Downing Street indicó ayer que el Gobierno podría legislar sobre el tema.

“Si te suena”, prosigue Freedman, “es porque también se anunció en 2021”. Gavin Williamson, el secretario de Educación en 2019-21, también buscó la prohibición de los teléfonos celulares como parte de una consulta sobre el comportamiento y la disciplina de los alumnos en las escuelas, que concluyó el año pasado que una prohibición general no era necesaria porque la mayoría de las escuelas ya estaban tomando medidas.

Sin embargo, Tom Bennett, asesor del Gobierno en materia de comportamiento, se mostró encantado. “Desde el punto de vista de la protección, el aprendizaje y el crecimiento, es una decisión absolutamente acertada. Las escuelas que hacen esto nunca miran atrás y nunca se arrepienten”, publicó en X.

Traducción: Ligia M. Oliver

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