“No creyeron mi vida”: la poetisa sueca de la guerra de pandillas
Faysa Idle ha perdido a su hermano mayor y a un amigo cercano. Foto: The Guardian

Como hermana de un importante miembro de una pandilla sueca, Faysa Idle tenía una diana en la espalda. Estocolmo le parecía una zona de guerra. No podía ir a ninguna parte sin que la siguieran, tenía prohibida la entrada en ciertos barrios y estaba constantemente asustada.

“Sentía que ya no vivía en Suecia. En mi cabeza, sentía que no vivía en Suecia, sino en Irak o algo así”, dice la poetisa de 25 años, que nunca ha estado en una pandilla, pero que ha perdido a su hermano mayor y a un amigo cercano a causa de la violencia que ha asolado su país.

Al final, el desgaste mental de años viviendo en el centro de las guerras de pandillas suecas y su miedo y desesperanza ante la escalada de la situación, tanto en su comunidad del suburbio de Tensta, en Estocolmo, como en casa con su familia, fue demasiado. Ya no podía trabajar y su vida empezó a desmoronarse rápidamente. Empezó a fumar cannabis, dejó de cuidar de sí misma, se volvió violenta y perdió el sentido de los límites.

“Todo en la vida carecía de sentido”, dice. “Era como si odiara tanto la vida que podía ponerme en medio de la plaza y decir: Mátame, por favor. Te lo ruego, mátame. Porque no puedo seguir, no puedo seguir ni un día más”.

“No creyeron mi vida”: la poetisa sueca de la guerra de pandillas - 3726ed6e-6c06-443f-aef6-db715e87dd51
Un agente de policía inspecciona el lugar de una explosión en una zona residencial de Fullerö, al norte de Uppsala (Suecia), el 28 de septiembre de 2023. Foto: Anders Wiklund/EPA

Pero en 2020, encontró la fuerza para alejarse. El punto de inflexión llegó cuando Idle y sus hermanos, cada uno con un precio de 100 mil coronas (164 mil pesos) sobre sus cabezas, apenas escaparon con vida de la boda de uno de sus hermanos, Bilal, buscado por una pandilla rival. Había cundido el pánico en la pista de baile cuando se corrió la voz de que la policía había detenido a tres adolescentes fuertemente armados a 20 minutos del lugar de la boda. Desde entonces, Bilal fue detenido en España, donde permanece bajo custodia como sospechoso de delitos graves.

Ahora, mientras el país asimila el mes de tiroteos más mortífero desde que se iniciaron los registros en 2016, Idle ha decidido hablar claro sobre la violencia y cómo está destruyendo familias, en particular la vida de las mujeres, y comunidades. El libro de Idle Ett ord för blod (Una palabra para la sangre), publicado recientemente, ha causado sensación en Suecia al documentar el brutal impacto de la violencia en hermanas, parejas y madres inocentes.

Un total de 11 personas murieron en septiembre en Suecia en tiroteos, lo que provocó un urgente examen de conciencia por parte de ciudadanos, jefes de policía y políticos. El primer ministro, Ulf Kristersson, dijo en un discurso nacional la semana pasada: “Suecia nunca ha visto nada igual. Ningún país de Europa ha visto nada igual”. Culpando a la “ingenuidad política” y al “fracaso de la integración”, Kristersson, cuyo gobierno de minoría llegó al poder hace un año prometiendo hacer frente a la delincuencia de pandillas, dijo que “perseguiría” y “derrotaría” a las pandillas.

Pero el problema parece ir en aumento. Hasta el 15 de septiembre, un total de 34 personas habían muerto este año en tiroteos, según cifras de la policía. En 2022 hubo 391 tiroteos en Suecia, 62 de ellos mortales, mientras que el año anterior murieron 45 personas por disparos.

“Te rompe el corazón que vaya a peor, pero siento que mi libro es más actual ahora y voy a intentar hacer lo que pueda desde mi dirección y (conmover) a tanta gente como pueda”, dice Idle.

“No creyeron mi vida”: la poetisa sueca de la guerra de pandillas - 98968427-225a-4d4d-b094-501fe83ab1ec
Faysa Idle: “Está claro, activamente no han querido dejarnos entrar”.

Hay dos Suecias, dice, que existen en paralelo: aquella en la que ella creció, en Tensta, donde su madre somalí tenía múltiples trabajos para intentar llegar a fin de mes, y “la otra Suecia”, donde la gente no tiene que vivir con el mismo estrés y peligro ni preocuparse por los ingresos desde una edad temprana.

El problema es sistémico, dice, entre las autoridades suecas y las comunidades de refugiados e inmigrantes que viven en la pobreza. “Está claro, activamente no han querido dejarnos entrar”.

Para resolver la crisis actual, el país necesita unirse, añade. “Tenemos que reunirnos, todos nosotros en realidad, Suecia tiene que reunirse y marcar algún tipo de diferencia. Nunca podremos hacerlo si nos sentamos y nos culpamos unos a otros”. La disminución constante de la edad de los niños y jóvenes que mueren es devastadora, dice. “Da miedo. Me da tanto miedo que sean niños de 15 años. Es horrible”.

Antes de 2015, cuando estalló la violencia en su barrio y dice que todo el mundo se vio obligado a elegir un bando, Tensta era una comunidad feliz y bulliciosa. Pero ese año, su amigo murió baleado. Pronto se convirtió en algo normal ver a su hermano Bilal, miembro destacado de la pandilla Shottaz, con un chaleco antibalas. Mientras estaba en prisión, su hermano mayor, padre de cuatro hijos y taxista, fue asesinado a los 34 años en 2018.

“No creyeron mi vida”: la poetisa sueca de la guerra de pandillas - 522738de-6603-4876-9ca2-5f8e66ce620d
Agentes de policía trabajan cerca de la escena de un tiroteo, en Malmö, Suecia, en noviembre de 2019. Foto: Johan Nilsson/AP

“Escribí este libro porque las chicas hemos estado muy oprimidas durante mucho tiempo. No hemos tenido voz, no hemos podido protegernos, nos han expuesto en las redes sociales, las fotos privadas están ahí afuera en línea”, dice.

“Esos tipos están enojados unos contra otros, lo que significa que nosotras, que somos hermanas de algunos de esos tipos, acabamos en las garras de todo eso y entonces significa que nos convertimos en víctimas de algo que no hemos creado”.

Con estas acciones, las mujeres se ven obligadas a vivir con estrés y miedo mientras intentan hacer trabajos normales y vivir sus vidas. “Te impide entrar en la sociedad como es debido, porque tienes otras reglas y otras condiciones”.

Con lágrimas a borbotones, describe el dolor de enterrar a su hermano, asesinado cerca de su casa familiar en 2018. Al día siguiente estaba en el trabajo a las 9 de la mañana para abrir la tienda.

Cuando buscó ayuda psiquiátrica, al principio el médico pensó que había que hospitalizarla porque creían que tenía psicosis. “No creían mi vida”, dice, después de contarles las múltiples experiencias traumáticas que había vivido.

Ser mujer en el entorno en el que creció es doloroso. “Te preocupas por tu hermano, te preocupas por tu hijo, te preocupas por si va a volver a casa esta noche”, añade. “Las mujeres hemos vivido demasiado tiempo en silencio”.

Las acciones de sus familiares también influyen en cómo las ve la sociedad, afirma. “Aunque intentes hacerlo bien, intentes hacer el bien, cada día cuando te golpeas, te golpeas, te golpeas”, dice, indicando presión en sus sienes, “insistes, insistes, insistes, al final pensamos: al demonio. Siempre me van a ver así (relacionada con las pandillas) y siempre va a ser así”.

Idle, que siempre ha sido una lectora y escritora voraz, dice que sus palabras la han salvado. “Mis palabras son la única arma poderosa que tengo y en mi fuero interno sabía que (el libro) iba a marcar la diferencia, de lo contrario no lo habría escrito”.

Las palabras e imágenes de Idle han aparecido en periódicos y radios nacionales tras la publicación de su libro, y desde la última oleada de violencia, su voz ha ocupado un lugar destacado en la conversación nacional. Poco después de que tres personas fueran asesinadas en solo 12 horas la semana pasada, Idle expresó su indignación en la Feria del Libro de Gotemburgo: “Debemos proteger a las mujeres a toda costa”.

Pero no ha sido sin riesgos y peligros. Para publicar este libro, rompiendo el código del silencio al hablar tan abiertamente, sobre todo como mujer, ha tenido que romper con todo lo que conoce y empezar una vida totalmente nueva. Se ha trasladado a una nueva zona y ha limitado el contacto con antiguos conocidos.

“No sé qué consecuencias tendrá esto, pero sé que ya hemos vivido las consecuencias durante mucho tiempo. Ya hemos vivido en la miseria”, dice, y añade: “Soy muy, muy valiente. Y soy una mujer cansada”.

Traducción: Ligia M. Oliver

No te pierdas: La censura china bloquea imagen de atletas abrazadas en Tiananmen

Síguenos en

Google News
Flipboard