De gris a verde: plan para convertir los tejados de zinc de París en jardines

Un trío de arquitectos afirma que instalar terrazas en los tejados de zinc, de los edificios de la capital francesa, París, podría aumentar la biodiversidad y combatir el calor de verano.

Desde la azotea del edificio residencial de ocho plantas del distrito 16 de París se ven la Torre Eiffel y el Arco del Triunfo. Sin embargo, es el espacio entre estos iconos lo que el equipo de Roofscapes me ha hecho subir por las escaleras para que vea; los tejados zigzagueantes que conforman una vasta zona de espacio no utilizado, ignorado y, en su mayor parte, invisible.

Esto es lo que Eytan Levi, Tim Cousin y Olivier Faber creen que podría ser clave para evitar el sobrecalentamiento de la ciudad tras una serie de veranos sofocantes en los que las temperaturas de la capital francesa alcanzaron la cifra récord de 42.6°C.

A pesar de que hace unos años se llevó a cabo una campaña para que estos tejados fueran declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la mayoría de la gente solo habrá visto los célebres tejados de zinc gris de París en los vertiginosos videos de TikTok realizados por temerarios saltadores de tejados.

Pero a medida que funcionarios y científicos se esfuerzan por encontrar soluciones al aumento de las temperaturas y promover la biodiversidad en metrópolis densamente pobladas con espacios abiertos limitados, París es la séptima ciudad más poblada del mundo con una bien documentada falta de parques, parece cada vez más claro que la respuesta, o parte de ella, está arriba.

No sería la primera ciudad que empieza a aprovechar sus tejados para soluciones climáticas. Zúrich cuenta desde 1991 con un programa obligatorio de tejados verdes para todas las azoteas de edificios nuevos que no se utilicen como terrazas; Linz, en Austria, exige tejados verdes desde 1984 y cuenta con una de las zonas de tejados verdes más densas del mundo, con unos 2.7 m² por ciudadano. Rotterdam también cuenta con un próspero movimiento de reutilización de azoteas.

París, sin embargo, presenta un reto particular. Se calcula que entre el 70% y el 80% de los edificios de la capital francesa, unas 110 mil viviendas, tienen tejados de zinc que no solo contribuyen activamente al aumento de las temperaturas al absorber el calor del sol, sino que además están inclinados, lo que significa que hacer algo con ellos es lo que los franceses llaman un casse-tête (dolor de cabeza).

El equipo de Roofscapes propone superar este problema con plataformas de madera fijadas a los paneles inclinados para crear jardines, terrazas e incluso pasarelas. Según ellos, esto tendría el triple beneficio de impedir el sobrecalentamiento del metal, lo que reduciría las temperaturas en la ciudad, aumentaría la biodiversidad y crearía espacios al aire libre para los residentes.

Existen peligros evidentes, como el riesgo de romper el tejado o caer por un lateral. Roofscapes afirma que las estructuras de madera se fijarán sobre muros de carga y que cada proyecto estará sujeto a una estricta aprobación urbanística basada en estudios de ingeniería y seguridad. Una vez aprobadas, las terrazas en el cielo podrían crearse a un costo de unos mil 500 a 2 mil euros (28 mil 700 a 38 mil 300 pesos) el metro cuadrado. El costo correría a cargo de los propietarios del inmueble o de los departamentos que lo componen, que se beneficiarían del espacio extra y podrían, según se espera, acceder con el tiempo a subvenciones del fondo de “transición ecológica” del Gobierno, como ya pueden hacer actualmente los propietarios de viviendas que desean mejorar su calificación energética.

Se está examinando un prototipo de instalación, que se espera esté terminado a principios del año que viene.

Levi, Cousin y Faber se conocieron en la Escuela de Arquitectura de Suiza y habían empezado su carrera profesional en varias empresas de París cuando se sintieron frustrados por lo que consideraban construcción y desarrollo “basados en encargos” que no dejaban “espacio para ser innovadores”, por lo que renunciaron. Se matricularon en la Escuela de Arquitectura y Planificación del MIT, en Estados Unidos, donde fundaron Roofscapes en 2020.

“Habíamos estado estudiando el cambio climático en la ciudad y, sobre todo, durante los calurosos veranos, cuando nos dimos cuenta de que estos tejados de zinc estaban expuestos al sol, acumulando energía solar y sobrecalentándose hasta 80° C. Contribuían al efecto de isla de calor en la ciudad, es decir, que hacía 10 grados más que en las zonas circundantes”, explica Cousin.

Uno de los principales retos es convencer a los arquitectos de los Bâtiments de France del Ministerio de Cultura francés, los guardianes del patrimonio inmobiliario del país que incluye los tejados de zinc de París, cuyos instintos son más protectores que progresistas.

“Hemos mantenido conversaciones con ellos, lo que ya es un gran paso y tenemos muchas esperanzas”, dice Levi. El equipo señala las terrazas de madera altane de Venecia como ejemplo de cómo pueden incorporarse estructuras de tejado a los entornos tradicionales.

El mes pasado, organizaron el primer festival de azoteas de París en colaboración con un sindicato francés de techadores y una asociación de jardines urbanos, que ahora se planea como un acontecimiento anual.

“Pudimos dar la bienvenida a cientos de visitantes y las numerosas reacciones que recibimos fueron abrumadoramente positivas, lo que pone de manifiesto el deseo de la gente de acceder a sus tejados, descubrir la ciudad de otra manera y hacer encuentros inesperados entre sí”, afirma Levi.

Hasta ahora, Roofscapes ha contado con subvenciones de las autoridades públicas y la Comisión Europea, pero los tres fundadores esperan poder ganar un sueldo algún día. “Es complicado y no es la forma más obvia de hacer un negocio o ganar dinero, pero esperamos que tenga éxito en dos o tres años y hemos recibido mucho interés de autoridades públicas, empresas y personas”, afirma Levi.

Y, como señala Cousin, en la azotea del octavo piso: ¿cuál es la alternativa?

“Para tener un impacto significativo en la ciudad hay que tener muchas azoteas, pero ya hemos visto una evolución en la mentalidad en torno a este tema. Hace unos años a la gente no le interesaba el cambio climático, ahora se ha dado cuenta de que es urgente”.

“No hay otras zonas en la ciudad para crear más espacios verdes que las azoteas”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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