Un desliz y el libro de Scobie sobre Harry y Meghan se vuelve estratosférico. ¡Imagina su angustia!
“En estos días los Sussex prefieren hablar de prejuicios inconscientes, que el Príncipe Harry dijo es diferente al racismo”. Foto: Mike Segar/Reuters

Semana muy intrigante en el mundo editorial holandés, ya que la edición holandesa de un nuevo libro de Scobie sobre la realeza señala al Rey Carlos y a la Princesa de Gales como los dos miembros de la familia que supuestamente especularon sobre el color de la piel del hijo no nacido del Príncipe Harry y su esposa Meghan. La obra en cuestión es Endgame de Omid Scobie, oficialmente, un periodista amigo de los Sussex; extraoficialmente, un influencer que viste playeras polo de Jacquard que tiene bastante importancia. Al preguntarle por el furioso drama, Scobie declaró: “Para ser honesto, he estado funcionando en una burbuja sin emociones durante los últimos 10 días”. Que como sabrán fue exactamente lo mismo que dijo Lytton Strachey en la semana de publicación de su volumen sobre la reina Victoria. Nada sienta mejor a un historiador contemporáneo que el “ni siquiera puedo” con todo ello.

Pero nos estamos adelantando. Los detalles, quisiera decir hechos, pero de algún modo siento que es mejor no emitir juicios por ahora, son éstos. Omid Scobie, que cada vez se parece más una caricatura de Omid Scobie, ha publicado esta semana Endgame, del que la editorial dice que es “una penetrante investigación sobre el estado actual de la monarquía británica”. Sigue. “Un rey impopular, un heredero al trono sediento de poder, una reina dispuesta a llegar a extremos peligrosos para preservar su imagen y un príncipe obligado a empezar una nueva vida tras ser traicionado por su propia familia… éste es el final del juego de la familia real. ¿Tendrán lo que hay que tener para salvarla?”  Ahí está el meollo. Para quien haya pedido la ensalada de palabras, recomienda a los Windsor “seguir madurando”.

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Edición holandesa de Endgame, de Omid Scobie. Foto: Piroschka van de Wouw/Reuters

Esta obra se ha impreso en varios idiomas, pero solo en la versión holandesa aparecía material que nombra a Carlos y Kate como las personas en cuestión. ¿Se insertó? Si es así, ¿quién lo hizo? La respuesta a todas estas preguntas, y a muchas otras, sigue sin estar clara.

Una de las pobres traductoras holandesas ha sido localizada por The Mail en su casa y dice que, como siempre, se limitó a traducir lo que le pusieron delante los editores, que en Holanda son la empresa Xander Uitgevers. El propio Scobie declaró a la televisión holandesa: “Desafortunadamente no hablo holandés por lo que no he visto un ejemplar con mis propios ojos. Si ha habido errores en la traducción, estoy seguro de que los editores lo tomarán el control.” Si “tomar el control” significa eliminar todos los ejemplares, entonces, en muchos sentidos, el editor holandés nunca ha tenido más control que ahora. Cantidades industriales de control se están llevando a cabo ahora mismo en una serie de contenedores químicos en algún lugar de los Países Bajos.

En la gira publicitaria previa a la publicación del libro, Scobie insistió mucho en que no iba a nombrar a los dos miembros de la realeza que supuestamente hicieron comentarios, así que imagínense su angustia al descubrir que parecía que sí lo había hecho. Y, por desgracia, lo que ocurrió en Ámsterdam no se quedó en Ámsterdam. Después de todo, Scobie jura “por mi vida” que nunca escribió ninguna versión del libro que incluyera esta revelación. “Qué experiencia tan frustrante para mí”, reflexionó en Newsnight el jueves, “que un libro que fue tan fuertemente revisado, legitimado … [esté] ahora completamente ensombrecido”. Al parecer, “se está llevando a cabo una investigación exhaustiva sobre esta serie de acontecimientos”.

HarperCollins, la editorial inglesa del libro aún no ha hecho ningún comentario, quizá buscando la forma precisa de expresar su angustia por el hecho de que el libro haya salpicado los titulares durante toda la semana. Será fascinante oírlos hablar largo y tendido una vez que hayamos conseguido llegar al fondo del asunto.

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“No puedo evitar sentir que Omid Scobie se suma al total de la diversión humana, principalmente en la forma en que enfurece a casi todos los demás observadores y comentaristas reales”. Foto: Ken McKay/ITV/Shutterstock

En cuanto a los comentarios en sí, debemos decir que Carlos y Kate están considerando todas las opciones en cuanto a una respuesta, mientras que los Sussex retiraron esta insinuación particular de racismo después de solo una mención poco clara en su entrevista original con Oprah Winfrey. Ahora prefieren hablar de prejuicios inconscientes, que el Príncipe Harry ha dicho son diferentes al racismo. Varias personas han insistido airadamente en que no lo es. Pero mira, él solo puede decir su verdad.

Aspectos de la verdad de Scobie siguen en proceso de ser aclarados. Siempre me meto en un lío espantoso con su edad, remontándome a una entrevista que concedió a Tatler hace unos años, en la que afirmaba que nunca había mentido al respecto y, de hecho, deseaba que la gente se lo preguntara. Tatler acudió a Andrew Billen, el venerable entrevistador del Times que recientemente le había hecho un perfil, cuya transcripción profesional de su conversación incluía el siguiente intercambio: “¿Cuántos años tienes?” “Tengo 33”, responde Scobie. “Acabo de cumplir 33”. Parece que entonces tenía 38 o 39 años, y ahora tiene 42. Pocos de nosotros carecemos de alguna que otra tonta vanidad, por supuesto, y sin duda Scobie está agradecido de que esa investigación en particular haya sacado la verdad a la luz del sol.

Mientras esperamos a que concluyan investigaciones más importantes, ¿qué debemos hacer con S.A.R. Omid Scobie? No puedo evitar la sensación de que se suma al total de la diversión humana, principalmente en la forma en que enfurece a casi todos los demás observadores y comentaristas reales. Absolutamente todos los expertos de esa clase profesional son hilarantemente espantosos: aduladores, vanidosos, tontos, dados a entonar con reverencia absurda sobre las cosas más obviamente ridículas y, en muchos casos, mucho más grandiosos que la propia familia real.

Su aversión por Omid es el narcisismo de las pequeñas diferencias, nacido de la inestimable convicción de que él es -¿debe ser?- de alguna manera diferente a ellos. De hecho, es un reflejo de ellos y, si alguna vez saliera a un balcón para aceptar un ramito de flores, estaría encantada de darle mis mejores deseos y mi agradecimiento por el más valioso de los servicios públicos.

Traducción: Ligia M. Oliver

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