Catástrofe para la biodiversidad: así podría ser el mundo en 2050 si no actuamos ya
Catástrofe para la biodiversidad. Foto: Screenshot video The Guardian

La crisis climática, especies invasoras, sobreexplotación de recursos y contaminación podrían acabar con ecosistemas cruciales. Hemos pedido a los expertos en biodiversidad que expongan los riesgos y ofrezcan algunas soluciones.

El calentamiento global, la deforestación y el agotamiento de los recursos naturales son algunos de los factores que influyen en la biodiversidad mundial.

La continua destrucción de la naturaleza en todo el planeta provocará a mediados de este siglo graves trastornos en el suministro de alimentos y agua potable, la desaparición de especies únicas y la pérdida de paisajes fundamentales para la cultura y el ocio humanos, según han advertido los expertos.

Para 2050, si la humanidad no cumple sus compromisos de abordar los cinco principales factores de pérdida de naturaleza, los sistemas naturales en estado crítico podrían desmoronarse justo cuando se prevé que la población humana alcance su punto máximo.

The Guardian preguntó a destacados científicos, líderes indígenas y conservacionistas de todo el mundo sobre las consecuencias de la inacción ante la pérdida de biodiversidad para mediados de este siglo. A pesar de que un millón de especies vegetales y animales están en peligro de extinción, el recrudecimiento de los incendios forestales, las inundaciones y las condiciones meteorológicas extremas debido a la crisis climática, la conservación de la naturaleza se está convirtiendo cada vez más en parte de las guerras culturales que asolan muchos países y que han espoleado la oposición a muchas políticas medioambientales.

Si no se toman medidas de aquí a mediados de siglo, pueden producirse extinciones, la rápida propagación de especies invasoras (a menudo portadoras de nuevas enfermedades), la contaminación por plásticos a gran escala, el colapso de las poblaciones de peces y la desaparición de bosques, según han advertido expertos de todos los continentes.

Según la lista roja de la UICN, más de una cuarta parte de las especies animales y vegetales cuya conservación se ha evaluado a profundidad están en peligro de extinción.

“Me llena de dolor ver la interminable destrucción de los ecosistemas naturales de mi país, Brasil”, declaró Alexandre Antonelli, Director Científico del Real Jardín Botánico de Kew. “Desde las selvas amazónicas y atlánticas hasta los matorrales del Cerrado, se están perdiendo brutalmente árboles que son el hogar de innumerables insectos y orquídeas, suelos repletos de hongos y microorganismos, y tierras que los jaguares y los tucanes habitaron durante milenios. Las causas de la pérdida de biodiversidad son reales y están a la vista de todos. La ciencia ofrece soluciones poderosas, pero el tiempo se acaba”.

Para contrarrestar la posible pérdida, la investigación indica que la humanidad debe trabajar para restaurar la naturaleza en todo el planeta, adoptar prácticas agrícolas más respetuosas con el medio ambiente, reducir el consumo de carne, detener la propagación de especies invasoras y reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles.

En la cumbre sobre biodiversidad COP15 celebrada el pasado diciembre, los gobiernos acordaron 23 objetivos, entre ellos la restauración del 30% de los ecosistemas terrestres, aguas continentales, costeras y marinas degradadas del planeta. Hasta ahora, los gobiernos no han cumplido ninguno de sus objetivos autoimpuestos sobre la pérdida de naturaleza, y los expertos afirman que eso debe cambiar urgentemente.

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Tierras de cultivo cubiertas de arena en Ambovombe, Madagascar. Cuatro años de sequía, la peor en décadas, junto con la deforestación provocada por la tala de árboles para obtener carbón vegetal y abrir tierras para la agricultura, han transformado la zona en un desierto. Foto: OCHA/Reuters

Una palabra: desierto

Sandra Myrna Díaz, bióloga argentina que copresidió la evaluación del estado del planeta realizada por la IPBES en 2019, afirmó: “En los últimos 50 años, el motor más importante del declive de la biodiversidad ha sido, por mucho, el cambio en el uso de la tierra”.

“Si estas tendencias continúan en las próximas décadas, es probable que la salud del suelo se deteriore aún más debido a la erosión por los cultivos anuales intensivos, (con) la contaminación por biocidas y la salinización. La proporción de naturaleza en contacto directo con el gran público seguirá reduciéndose”.

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Gráfico de The Guardian. Fuente: Global Forest Watch/Universidad de Maryland.
Nota: los países nombrados son aquellos con la mayor pérdida total de biodiversidad entre 2002 y 2022.

La humanidad ha talado alrededor de un tercio de todos los bosques para dedicarlos a la agricultura en los últimos 10 mil años, según calculan los investigadores, destruyendo ecosistemas clave como las selvas tropicales, que se cuentan entre las de mayor biodiversidad del planeta.

Pero los expertos advierten que también están en peligro paisajes áridos de carácter único. Emma Archer, catedrática de Geografía y Ciencias Ambientales de la Universidad de Pretoria, afirma: “El paisaje del Karoo sudafricano está cambiando, moldeado por la evolución de los sistemas agrarios, el aumento de las inversiones en minería y energías renovables y el cambio climático”.

“A menos que comprendamos y abordemos mejor cómo interactúan estos factores para afectar a este valioso paisaje de gran biodiversidad, uno de los ecosistemas desérticos con mayor biodiversidad del mundo, las consecuencias serán graves”.

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Bomberos luchan por contener los incendios forestales en Grecia en agosto de 2023, mientras el sur de Europa sufre temperaturas superiores a la media y sequía. Crédito: Bloomberg/Getty

Las consecuencias del cambio de uso del suelo suelen estar interrelacionadas con otros factores de pérdida de biodiversidad, advierte Cristiane Julião, del pueblo indígena pankararu de la Amazonia brasileña. “Si no tomamos las medidas necesarias para conservar la biodiversidad, el futuro del mundo y el de nuestro pueblo puede describirse con una palabra: desierto”.

“La Amazonia brasileña, donde vive mi pueblo, se convertirá en un desierto si el sistema económico mundial sigue dando prioridad a la explotación y al beneficio por encima de la salud de nuestro planeta y de nuestra gente. Si no cambiamos ahora el curso actual del desarrollo, será el fin de nuestros conocimientos, prácticas y tradiciones de los que dependen los animales, las plantas y el clima”.

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El jacinto de agua es una especie invasora originaria de Sudamérica que se introdujo en África como planta ornamental. Desde entonces ha asfixiado muchos cursos de agua, como el lago Victoria, pero ahora se utiliza como suplemento alimenticio para animales.
Foto: James Oatway/Premio África a la Innovación en Ingeniería

Especies invasoras en marcha

El mes pasado, una evaluación de expertos de la ONU advirtió de que las especies invasoras se habían convertido en un problema multimillonario, que previsiblemente empeorará si no se toman medidas para la conservación. Se han registrado al menos 3 mil 500 especies invasoras nocivas en todo el mundo, propagadas por los viajes y el comercio humanos, y están desempeñando un papel cada vez más importante en catástrofes naturales como los mortíferos incendios forestales de agosto en Hawái.

Aníbal Pauchard, catedrático de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, que ayudó a dirigir la evaluación de expertos de la ONU, afirmó que, si no se toman medidas, en 2050 Chile “habrá perdido su singularidad ecológica y será menos favorable para la naturaleza y la gente”. Alrededor de una cuarta parte de la biodiversidad de Chile no se encuentra en ningún otro lugar de la Tierra debido a barreras naturales como el desierto de Atacama, los Andes y el océano Pacífico.

Las especies invasoras se han convertido en una amenaza para ello, afirmó Pauchard. “La sobreabundancia de especies exóticas invasoras (…) habrá sustituido a los ecosistemas locales únicos, provocando la extinción de algunas especies autóctonas, especialmente las endémicas de Chile, y una fuerte reducción del número de otras”.

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Un nido de avispón asiático, Vespa velutina, una peligrosa especie invasora en Europa y muchas otras partes del mundo, cuelga en lo alto de un árbol.
Crédito: Hans Verburg/Getty

Hanno Seebens, del Centro Senckenberg de Investigación sobre Biodiversidad y Clima de Fráncfort, afirma que el calentamiento del clima y la propagación de especies invasoras podrían hacer que animales portadores de enfermedades llegaran a nuevos ecosistemas en Europa. “El calentamiento continuado debido al cambio climático permitirá que especies transmisoras de enfermedades como el mosquito tigre (…) se extiendan por Europa”.

Si nada cambiara, dijo Seebens, se espera que el número de especies invasoras en Europa se duplique para 2050.

En Norteamérica, sin mayores medidas de bioseguridad, las especies invasoras amenazarán la salud humana, la biodiversidad autóctona y la economía, advirtió el profesor Peter Stoett, que copresidió la evaluación de la ONU sobre especies invasoras, realizada a lo largo de más de cuatro años.

“Las malezas invasoras seguirán contribuyendo a la combustión y a los incendios forestales; las invasiones costeras amenazarán aún más la pesca; el cambio climático probablemente ampliará el radio de acción hacia el norte del mejillón cebra y otros invasores en los Grandes Lagos, y preocupa especialmente la vulnerabilidad del Ártico en general”, afirmó. “Todo este ecosistema cambiará si no se intensifican los esfuerzos de control”.

La cooperación mundial es crucial

Los investigadores calculan que los seres humanos necesitarían 1.7 planetas Tierra para mantener el ritmo de consumo actual. Ante la necesidad de más recursos para la transición a la energía verde, los expertos afirman que las empresas mineras deben encontrar nuevos métodos de extracción que minimicen los daños a la naturaleza.

El Dr. Charles Barber, asesor principal sobre biodiversidad del Instituto de Recursos Mundiales (WRI), ha declarado: “El auge de la minería para la transición a energía verde enviará a los mineros a los últimos refugios de biodiversidad en los próximos 25 años. Esos minerales se desenterrarán, y los necesitamos. Para evitar una catástrofe de biodiversidad, tenemos que desarrollar formas de explotación minera muy distintas de los métodos ambiental y socialmente destructivos de ayer y de hoy”.

Unai Pascual, del Centro Vasco para el Cambio Climático, afirmó que el crecimiento demográfico y la urbanización ejercerán una mayor presión sobre la demanda de recursos si no se gestionan adecuadamente, y añadió que una gestión adecuada debe garantizar que haya espacio para la naturaleza en las zonas urbanas.

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Crecimiento urbano de Naypyidaw, Myanmar, entre 1984 y 2018. Datos de www.nasa.gov

Pascual dijo: “Más de dos tercios de la población prevista de 10 mil millones de personas vivirán en ciudades en 2050. Esto aumentará las necesidades energéticas para gestionar la creciente complejidad del metabolismo urbano. Las ciudades también aumentarán la demanda de extracción de recursos naturales… con graves riesgos para la salud de los ecosistemas. Una parte creciente de la población desconectará de la naturaleza, tanto física como psicológicamente”.

“Si no actuamos ahora con eficacia para proteger y mejorar la biodiversidad urbana”, añadió Pascual, “probablemente asistiremos a un sufrimiento humano más grave, especialmente por parte de los habitantes urbanos más vulnerables del mundo”.

Tras décadas de sobrepesca de especies clave para el consumo humano, varios expertos destacan el colapso de las pesquerías como una amenaza, especialmente dados los riesgos del calentamiento global. En palabras del Dr. Jean-Marc Fromentin, del organismo de protección marina UMR Marbec: “Si no se toman medidas decisivas, la productividad de los océanos y, por consiguiente, las capturas mundiales de pescado van a disminuir drásticamente debido al calentamiento del agua del mar y a la acidificación provocada por el cambio climático”.

“Este declive será especialmente grave en los océanos tropicales, donde los peces en estado salvaje son esenciales para la seguridad alimentaria de las comunidades costeras locales”, añadió.

Surangel Whipps Jr., presidente de Palaos, país del Pacífico, y copresidente del Grupo de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible, afirmó que el mundo podría aprender de las costumbres de su país: “La tradición bul de Palaos, una práctica sostenible que consiste en hacer una pausa en la pesca para reponer las reservas, ha alimentado a nuestras generaciones”.

“La cooperación mundial es crucial”, afirmó. “Las medidas de sostenibilidad dentro de nuestra zona económica exclusiva por sí solas no pueden garantizar la capacidad del mundo para proporcionar alimentos, aire y agua”.

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La erosión costera en un acantilado en la isla de Walney, Cumbria, Reino Unido, deja al descubierto antiguos vertederos. Fotografía: Ashley Cooper/Global Warming Images/Alamy

Aguas subterráneas que nunca podrán limpiarse

La acumulación de plásticos, productos químicos, pesticidas y fertilizantes en los ecosistemas naturales se destaca como una amenaza para la biodiversidad que exige medidas inmediatas, afirman los expertos. El Dr. Marcus Eriksen, cofundador del Instituto 5 Gyres, que trabaja para reducir la contaminación por plásticos, afirma que es vital actuar para evitar inundar ecosistemas clave con más residuos.

“Cuando publicamos nuestra estimación global de microplásticos en los océanos del mundo, con un promedio de 170 toneladas de partículas, también descubrimos una tendencia alarmante y creciente. Esta cifra se cuadruplicaría fácilmente para 2050, superando probablemente la capacidad de los sistemas terrestres para hacer frente a ese nivel de contaminación”, afirmó.

“Esto subraya la importancia de un tratado mundial enérgico de la ONU sobre la contaminación por plásticos, que se está debatiendo ahora. No podemos reciclarnos para salir de este lío”.

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Captura de anchoas, principal medio de vida de muchos lugareños de la provincia vietnamita de Phu Yen. Crédito: Tan Dao Duy/Getty

Federico Maggi, de la Universidad de Sídney, afirma: “En los cultivos y campos de todo el mundo se utilizan cada año unos 3 millones de toneladas de pesticidas para controlar plantas, hongos y bacterias no deseados. De esta cantidad aplicada en los campos, el 82% se biodegrada en moléculas más sencillas cuyos efectos sobre el medio ambiente y la biodiversidad aún no se han analizado del todo. Del resto, el 10% permanece en el suelo, mientras que el 8% se filtra a los mantos acuíferos”.

Los residuos de pesticidas que permanecen mantienen su función esencial, dijo, “por lo que reducen la biodiversidad allí donde son transportados… reduciendo las poblaciones de lombrices de tierra, anfibios, polinizadores y muchos otros organismos no objetivo”.

James Dalton, director del Programa Mundial del Agua de la UICN, afirmó que el impacto de la contaminación humana también se observa en el subsuelo, en las aguas subterráneas. “Utilizamos (el agua) y a menudo no la devolvemos al lugar de donde procede, lo que significa que no recargamos las aguas subterráneas con el exceso de agua que sacamos y no utilizamos”, afirmó.

“El agua que utilizamos, la contaminamos, y parte de esos contaminantes vuelven al subsuelo. Luego se infiltran lentamente en nuestro futuro suministro de agua, a veces de forma permanente. En Estados Unidos hay aguas subterráneas contaminadas que nunca podrán limpiarse (recordemos a Erin Brockovich).

“El futuro nos depara decisiones difíciles”, afirmó. Pidió: “una regulación mucho mejor del uso de las aguas subterráneas; controles mucho, mucho más estrictos de los contaminantes y su seguimiento; dejar algunas zonas del planeta libres de desarrollo en la tierra para proteger los recursos hídricos que hay debajo”.

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Personal de la marina de Sri Lanka trata de retirar los “nurdles”, pequeñas bolitas de plástico utilizadas en la industria, que llegaron a la costa procedentes de un carguero averiado frente a Colombo en 2021. Un informe de la ONU lo calificó como el “mayor vertido de plástico” de la historia.
Foto: Chamila Karunarathne/EPA

Enorme cambio en los ecosistemas marinos

Aunque el cambio climático supone una amenaza directa para la humanidad, también representa un gran peligro para la vida en la Tierra, a menudo de forma imprevista, advierten los investigadores. Henry Häkkinen, investigador postdoctoral del Instituto de Zoología de la ZSL, afirma: “Las aves marinas de Europa ya se enfrentan a muchos problemas: los depredadores invasores, los enredos con aparejos de pesca y la gripe aviar amenazan gravemente sus poblaciones, entre otras muchas amenazas. Pero ahora nuestros mares se están calentando, lo que está provocando un enorme cambio en el funcionamiento de los ecosistemas marinos. Muchas aves marinas dependen de estas especies de aguas frías, especialmente durante la época de reproducción, y si su alimento desaparece, también lo harán las aves marinas”.

Juan Lucas Restrepo, director general de Alianza de Bioversity International, advirtió que la crisis climática podría suponer un gran reto para el futuro suministro de alimentos en el sur de Asia. “El cambio climático seguirá siendo uno de los principales motores de los cambios de los ecosistemas (del sur de Asia) en las próximas décadas.

“El aumento de las temperaturas, las sequías prolongadas y los fenómenos climáticos extremos ya están modificando el hábitat natural en el que crecen muchas especies de cultivos, con repercusiones negativas en el rendimiento y la seguridad alimentaria”.

“Esto supone una enorme amenaza para la sostenibilidad medioambiental, social y económica de la región. Si esta tendencia continúa, limitará la disponibilidad de alimentos y aumentará su precio, con el consiguiente incremento de la subnutrición”.

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Contaminación por plásticos en una playa de Sudáfrica. Foto: Martin Harvey vía Getty

Susan Chomba, directora de paisajes vitales para África del WRI, afirmó que sortear las amenazas que plantea la crisis climática en África y sus ecosistemas tendrá consecuencias internacionales. “El mundo no puede resolver la crisis del hambre, ni la crisis climática, sin África”.

“Pero hoy nos enfrentamos a la tormenta perfecta: casi el 60% de la tierra cultivable del continente está degradada. Más de 280 millones de africanos pasan hambre. Las sequías y los ciclones provocados por el clima están acabando con los avances en materia de desarrollo conseguidos en las últimas décadas. Seguir por este camino perjudicará a las economías de los países y diezmará uno de nuestros mayores sumideros de carbono, la cuenca del Congo”.

Chomba concluyó: “La esperanza reside en los 33 millones de pequeños agricultores que producen más del 70% de los alimentos para el continente y la exportación. De Níger a Kenia, estos agricultores están dando grandes saltos, restaurando tierras degradadas para convertirlas en explotaciones productivas que cultivan alimentos sanos, ricos en biodiversidad y que son importantes sumideros de carbono. En toda África se vislumbra la esperanza de un nuevo camino”.

Los siguientes expertos también aportaron sus opiniones y ayudaron a dar forma a este artículo: Josef Serttele, Joe Millard, Balkisou Buba, Rukka Sombolinggi, Cristiane Fontes, Charlotte Couch, Erin Matson, Terry Hughes, Stephanie Roe, Zitouni Ould-Dada, Eduardo Brondizio y Chris Carbone.

Traducción: Ligia M. Oliver

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