¿Es resfriado, superresfriado o covid? ¿Debo seguir a pesar de todo?
“Estaba bien cuando salí de casa”. Foto: SolStock/Getty Images (Posado de una modelo)

Era casi medianoche del viernes y yo estaba sentada en un estudio de televisión con un pañuelo de papel hecho bola en una mano y un paquete de chicles en la otra, como un niño al que un oficial de policía del covid le pidió que sacara todo lo que traía en los bolsillos y se ha metido sin querer en un programa de actualidad.

Esto es 100% cierto: no me sentía mal cuando salí de casa.

Mi mejor argumento sobre por qué estaba moqueando y me ardían los globos oculares era que soy alérgica al ambientador de coche con olor a pino del Uber. “Se me pasará”, pensé mientras esperaba a que la cámara se moviera a otro sitio para poder sonarme de nuevo. No pasó, y no todo fue bien, y con “todo” me refiero a “mí”.

Las reglas de las enfermedades cambiaron después del covid: antes se esperaba que llevaras el rinovirus contigo por toda la ciudad hasta que sintieras que ibas a morir y si, por casualidad, se lo contagiabas a alguien, te apreciarían aún más, porque ahora sabrían lo mal que te sentías.

Aunque la pandemia no produjo nada parecido a la revolución social a gran escala que muchos de nosotros esperábamos al principio, al menos nos enseñó esta lección de sabiduría:

“Quizás deberías quedarte en cama si no te sientes bien”.

Sin embargo, como todas las correcciones sociales, se ha convertido en una sobrecorrección, así que ahora son las reglas de la peste: si quieres ir a algún sitio moqueando, primero tienes que asegurarle a todo el mundo que no es covid.

Se trata de un arte bastante oscuro, ya que las pruebas son un poco irregulares y a veces la enfermedad sólo se detecta cuando ya está saliendo del cuerpo. Tienes que hacer que funcione con la fuerza de tu convencimiento:

“Te prometo que no es covid”.

Luego tienes que cuadrar todas las demás infecciones respiratorias modernas:

“No creo que sea neumonía de pulmón blanco”, “estoy bastante segura de que no es un superresfriado”, ante la seguridad de amplio espectro de que a estas alturas ya nadie te creerá:

“¡Estaba bien cuando salí de casa!”, seguido de un sin sentido: “te lo prometo al 100%”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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