Corea del Sur se enamoró de los perros y prohibió sacrificarlos para obtener su carne
Activistas por los derechos de los animales sostienen pancartas en el exterior de la Asamblea Nacional de Seúl para aplaudir el proyecto de ley que prohíbe el comercio de carne de perro. Foto: Jung Yeon-Je/AFP/Getty Images

Como la mayoría de los jóvenes surcoreanos, Annie Ko rara vez comía carne de perro y sus visitas a un restaurante que servía este plato no le remordían la conciencia. Y sólo era ligeramente consciente de las críticas internacionales que llevaron a la votación de la semana pasada para prohibir la cría, el sacrificio y la venta de carne de perro en el país.

Fue cuando trabajó como intérprete voluntaria para la Humane Society International cuando su opinión sobre el consumo de carne de perro, una tradición que, según algunos, se remonta a siglos atrás, cambió radicalmente.

Su trabajo como voluntaria la llevó a granjas donde se crían perros para el consumo, cuya carne se usaba en guisos y otros platos que, según los partidarios, ayudan a combatir la fatiga causada por los veranos calurosos y húmedos del país.

Entonces adoptó a DeeJay, que había sido rescatado de una granja canina. “Tuve uno o dos años para ver lo que ocurre en las granjas caninas antes de tener a mi perro… fue una experiencia de aprendizaje importante”, dice Ko, miembro del dúo de rock eléctrico Love X Stereo, de Seúl.

“Cuando estás en un restaurante, no ves realmente el proceso, pero eso cambia una vez que estás en una granja y ves lo horrible que es la situación, lo mal que se trata a los perros y cómo son portadores de todas estas enfermedades… cosas que te hacen sentir que eso está mal en muchos sentidos”.

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Annie Ko con su perro DeeJay. Foto: Annie Ko

A lo largo de los años, activistas han documentado la crueldad de la industria. Los perros son sometidos a condiciones deplorables, confinados en jaulas en medio de un entorno pútrido infestado de enfermedades y heces, y a menudo abandonados con heridas sin tratar. Se les alimenta con restos de comida de la basura, que a menudo contiene ingredientes nocivos. Se les sacrifica estrangulándolos, golpeándolos o incluso electrocutándolos, a veces durante periodos prolongados.

Los criadores, muchos de los cuales son de edad avanzada y ven en el comercio de carne de perro una forma de salir de la pobreza, afirman que las condiciones han mejorado en los últimos tiempos.

La narrativa política ha cambiado

A pesar de los horrores señalados por los activistas, pocos políticos parecían dispuestos a actuar. El consumo, en declive desde hace décadas, se limita en la actualidad a los surcoreanos de más edad que buscan una dosis de nostalgia culinaria. Pero el sector no es un minifundio económico. Hay unas mil 150 granjas y mil 600 restaurantes que venden platos de carne de perro, según el Ministerio de Agricultura. Los activistas afirman que se sacrifican hasta un millón de perros al año.

En 2022, los activistas encontraron un insólito aliado en el presidente entrante, Yoon Suk-yeol, y su esposa, Kim Keon Hee.

Los votantes sabían que Yoon, conservador, adoptaría una postura más dura respecto al programa nuclear de Corea del Norte e intentaría hacer retroceder las políticas internas progresistas de su predecesor liberal, Moon Jae-in. Pero nadie lo identificó como un aliado en la campaña que culminó con la reciente decisión de la Asamblea Nacional de declarar ilegal el comercio de carne de perro a partir de 2027.

Yoon y Kim, dueños de varios perros, no habían ocultado su oposición al consumo de carne de perro. Según datos del gobierno, hay más de 6 millones de perros de compañía en Corea del Sur, y la demanda de carne de perro está en mínimos históricos. Un reciente sondeo de opinión de Korea Research International, encargado por el grupo de defensa de los derechos de los animales Aware, reveló que el 93% de la gente no tenía intención de comer carne de perro, mientras que el 82% apoyaba la prohibición, frente al 73% de 2022.

En la asamblea nacional, 208 votaron a favor de la prohibición, con solo dos abstenciones. “La narrativa política cambió muy rápidamente”, dijo Ko. “Y creo que tiene mucho que ver con el gobierno actual”.

El ministro de Agricultura, Song Mi-ryung, afirmó que criminalizar el comercio reflejaba la transformación de Corea del Sur en una sociedad que prioriza el bienestar animal. “Ahora es el momento de que el gobierno tome medidas para resolver rápidamente el problema del consumo de carne de perro”, declaró.

Muchos han atribuido a Moon, que fue presidente en 2017 – 2022, el impulso de la campaña contra el comercio. En 2017 adoptó a Tori, una perra rescatada, y cuatro años después sugirió que había llegado el momento de prohibir el consumo de carne de perro.

La gente quiere animales de compañía

La ley incluye un periodo de gracia de tres años antes de que la prohibición entre en vigor y ayuda financiera para los criadores, pero muchos en la industria la condenaron como un ataque a su forma de vida.

Joo Young-bong, director de una asociación nacional de criadores de carne de perro, dijo que los productores se encontraban en un “estado de desesperación”.

“Prohibir lo que la gente come no tiene precedentes en la historia”, dijo Joo en una entrevista radiofónica. “La gente ha recuperado la salud y mejorado su bienestar después de comer carne de perro. Somos conscientes de que el consumo ha ido disminuyendo, pero es absurdo prohibir a la gente que coma lo que le gusta. Parece que nos hemos convertido en una república canina. Hay más gente paseando con perros que con bebés en brazos”.

Kim Dong-hyun, cineasta radicado en Seúl y dueño de un perro maltés, tenía dudas sobre condenar a toda la industria. “No creo que las viejas prácticas desaparezcan tan fácilmente”, afirma. “Hay que centrarse en fomentar mejores condiciones y eliminar el elemento de crueldad para estos animales, en lugar de oponerse rotundamente. Al mismo tiempo, me pregunto si es realista que algunos digan que apalear a un perro hasta la muerte hace que sepa mejor”.

Otros afirmaron que la ley acabaría con el sufrimiento generalizado. “Como a muchos de mis amigos, me engañaron para que comiera carne de perro cuando era niño”, dijo Kim Seo-hyun, estudiante de la provincia de Gyeonggi. “Las generaciones mayores dicen que es buena para la salud, pero conocer el trato cruel que reciben los perros me pone enfermo, y me alegra que por fin se prohíba”.

Ko reconoció que la carne de perro era una fuente de proteínas después de la guerra, cuando millones de coreanos luchaban contra la pobreza y la desnutrición. “Los perros estaban por todas partes entonces, así que creo que eran una opción obvia”, dijo. “Pero hoy en día, la gente quiere animales de compañía”.

Traducción: Ligia M. Oliver

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