Y la nominación al Oscar no es para… 20 grandes interpretaciones desairadas
Paul Giamatti en Sideways (Entre copas)... el actor no fue nominado por su interpretación en la comedia de Alexander Payne de 2004, pero es el favorito para llevarse el premio este año por otra película de Payne, The Holdovers (Los que se quedan). Foto: Fox Searchlight Pictures/Kobal/REX/Shutterstock

En vísperas de la publicación de las nominaciones anuales, he aquí las mejores interpretaciones del siglo XXI que ni siquiera han sido candidatas al Oscar.

20. Mark Ruffalo en You Can Count on Me (Puedes contar conmigo), 2000: mejor actor de reparto

El agridulce estudio de Kenneth Lonergan sobre dos hermanos huérfanos que luchan por reconectarse como adultos emocionalmente dañados supuso la consagración de Ruffalo en la gran pantalla. Su poco fiable y vagabundo Terry enfurece habitualmente a la estoica madre soltera Sammy, interpretada por Laura Linney; sin embargo, el entrecortado y sincero monólogo final de Terry, que hace referencia al título tácito de la película, es desgarrador. Sólo por ese discurso, Ruffalo debería haber sido nominado junto a Linney y el guion de Lonergan.

19. Dolly de Leon en Triangle of Sadness (El triángulo de la tristeza), 2022: mejor actriz de reparto

En el papel de la infravalorada criada filipina que da la vuelta a la tortilla ante los malcriados y ricos supervivientes de un crucero de lujo que naufraga, De Leon ancla la injuriosa humillación de Ruben Östlund con un astuto y firme carisma. La actriz participó en numerosas candidaturas de los Óscares, Baftas incluidos, pero se vio excluida de la mayor entrega de premios de la industria en un caso muy desafortunado, y revelador, de la vida imitando al sutil arte del machetazo.

18. Jake Gyllenhaal en Nightcrawler (Primicia mortal), 2014: mejor actor

La sátira sensacionalista de Dan Gilroy deja suelto a Gyllenhaal. En el papel de Louis Bloom, un vividor que se engancha de forma oportunista al periodismo policíaco nocturno, la manía sociópata de Gyllenhaal y su corrupto discurso de autoayuda son como los accidentes de coche que primero observa y luego manipula: espantosos, pero es imposible quitarlos de vista. Aparte, claro está, de la Academia, que injustamente pasó por alto su bestial interpretación extrañamente profética del panorama mediático moderno.

17. Sally Hawkins en Happy-Go-Lucky (Happy: un cuento sobre la felicidad), 2008: mejor actriz

Secrets & Lies (Secretos y mentiras) y Vera Drake (El secreto de Vera Drake) aparte, demasiadas interpretaciones magníficamente detalladas en películas de Mike Leigh pasan desapercibidas para la Academia. Poppy, la irreprimible y alegre maestra londinense interpretada por Hawkins, dio a conocer su polifacético talento, cosechando múltiples galardones e incluso un sorprendente Globo de Oro. Lamentablemente, su vibrante interpretación de la alegría que oculta una autoconciencia mucho más inteligente, quedó inexplicablemente fuera en un año débil para el Oscar.

16. Emily Blunt en The Devil Wears Prada (El diablo viste a la moda), 2006: mejor actriz de reparto

La carta de presentación de Blunt en Estados Unidos fue el papel de “Emily”, la desdichada ayudante de la gélida editora de la revista de moda Anna Wintour, interpretada por Meryl Streep, en este exitoso filme. La actriz capta a la perfección el desalentado profesionalismo de su personaje y el sarcasmo británico como mecanismo de supervivencia. Y si el incipiente acceso al estrellato de Hollywood ya era suficiente recompensa, su atractiva autenticidad y su buen momento cómico merecían también el reconocimiento de la Academia.

15. Ethan Hawke en First Reformed (La iglesia de la salvación), 2018: mejor actor

Cuatro nominaciones, dos a mejor actor de reparto, dos por coescribir los guiones de Before Sunset (Antes del atardecer) y Before Midnight y (Antes de medianoche) apuntan a un amplio reconocimiento de Hawke en el Oscar. Aun así, el reconocimiento por su papel protagonista como ministro de una iglesia cuya crisis de fe ante la maldad de la humanidad se vuelve autodestructiva, habría sido bien merecido. Y en el año de la desconcertante victoria de Rami Malek en Bohemian Rhapsody (Bohemian Rhapsody: la historia de Freddie Mercury), su omisión equivale a un pecado mortal.

14. Scarlett Johansson en Lost in Translation (Perdidos en Tokio) y Girl With a Pearl Earring (La joven con el arete de perla), 2003: mejor actriz

Un caso para dividir el voto personal probablemente mantuvo a Johansson fuera de la votación en su año de despegue. Encarnar tanto a una joven novia a la deriva en el Tokio moderno como a la inspiración del siglo XVII para el preciado retrato de Vermeer demostró su deslumbrante versatilidad, aunque quizás eso confundió a los votantes. No fue hasta 2020, cuando realmente consiguió la doble nominación (por Marriage Story (Historia de un matrimonio) y Jojo Rabbit), cuando el Oscar apreció tardíamente su indudable talento.

13. Paul Bettany en Master and Commander (Capitán de mar y tierra), 2003: mejor actor de reparto

La trepidante aventura marinera de Peter Weir se ha convertido en un clásico muy querido, aunque a pesar de su apasionante acción naval, el corazón de la película es el divertido doble juego de Russell Crowe, el macho capitán alfa, y Bettany, el astuto y racional médico del barco. Bettany, como confidente y cómplice, hace maravillas con su modesta decencia, un hombre de valor discreto, esencial pero fácilmente ignorado en tiempos de ostentación.

12. Kirsten Dunst en Melancholia (Melancolía), 2011: mejor actriz

Hay una extraña tendencia de actores estadounidenses (James Spader, John Turturro y otros) que ganan premios por su interpretación en Cannes, sólo para ser olvidados por los premios más importantes de su propio país. Dunst podría ser la omisión más atroz de todas por su desgarrador retrato de una depresiva novia que encuentra una aceptación espeluznante cuando se enfrenta a la aniquilación de la Tierra en el apocalipsis operístico de Lars von Trier.

11. David Oyelowo en Selma (Selma: el poder de un sueño), 2014: mejor actor

Muy a menudo, las nominaciones de los Óscares a la actuación se asemejan a una competición para imitar de la manera más fidedigna a la vida real. Es una pena, por tanto, que uno de los mejores ejemplos recientes, en el conmovedor drama sobre los derechos civiles de Ava DuVernay, haya pasado desapercibido. El Martin Luther King de Oyelowo es el noble estadista y astuto estratega de la leyenda, pero también un individuo imperfecto, a veces vacilante, que da vida al hombre detrás del mito.

10. Nicole Kidman en Birth (Reencarnación), 2004: mejor actriz

Establecida en la realeza de Hollywood, Kidman es una habitual de los Óscares, con cinco nominaciones y una victoria. Pero también es indicativo de las preferencias de los votantes por la Actuación (con mayúscula) el hecho de que su matizado papel de viuda afligida que se enfrenta a la posible reencarnación espiritual de su marido en un niño no se haya tomado en cuenta. El ininterrumpido primer plano de más de dos minutos en silencio de esta ópera podría ser su trabajo más expresivo en pantalla.

9. Lupita Nyong’o en Us (Nosotros), 2019: mejor actriz

Nyong’o desempeña una doble función en el escalofriante thriller de Jordan Peele sobre el allanamiento de morada, como la valiente heroína Adelaide, y su fantasmagórico doble, Red, furtivo, de voz ronca y siempre empuñando unas tijeras. Resulta totalmente convincente en ambos papeles, incluso en el extravagante giro final de Peele. Sin embargo, el tema verdaderamente horrible aquí es cómo el eterno desdén de la Academia por las películas de terror descarta regularmente algunas de las mejores interpretaciones femeninas del momento.

8. Hugh Grant en Paddington 2, 2017: mejor actor de reparto

Llevarse lo mejor de la función en una película tan prácticamente perfecta de hocico a pata como Paddington 2 es todo un elogio. Esa es la belleza del gran crimen de Grant, que se burla de sí mismo en su papel del vanidoso Phoenix Buchanan, un actor que lucha por convertirse en enemigo del oso favorito de Londres. A diferencia del ansia injustificada de Buchanan por la adoración del público, el delicioso y deliberadamente mal actor que Grant interpreta merecía de verdad los focos de la Academia.

7. Jennifer Lopez en Hustlers (Estafadoras de Wall Street), 2019: mejor actriz de reparto

Desde el momento en que JLo hace su espectacular entrada bailando en el tubo al ritmo de Criminal de Fiona Apple, es la dueña de los espectadores del club, y de toda la película de Lorene Scafaria. Sin embargo, más que su sensualidad al rojo vivo, el conmovedor retrato que hace López de Ramona, mamá gallina y cerebro calculador detrás de la narrativa de las estrípers, es su mejor papel desde Out of Sight (Un romance muy peligroso). Que le negaran la nominación fue, bueno, criminal.

6. Oscar Isaac en Inside Llewyn Davis (Balada de un hombre común), 2013: mejor actor

La galería de películas perdedoras de los hermanos Coen tocó su melodía más lastimera con el cantante de folk, beatnik, sin dinero, sin suerte y sin tiempo, con la revolución musical de Dylan acercándose rápidamente. Isaac personifica a la perfección la desastrosa mezcla de arrogancia artística y profundo odio a sí mismo de Davis, al tiempo que demuestra sus propias dotes musicales. Tal vez inevitablemente, el único Oscar del malogrado Llewyn es el hombre que le proporciona su conmovedora melodía.

5. Gene Hackman en The Royal Tenenbaums (Los excéntricos Tenenbaums), 2001/Ralph Fiennes en The Grand Budapest Hotel (El gran hotel Budapest), 2014: mejor actor

A pesar de sus repartos de lujo, sorprendentemente ningún actor de una película de Wes Anderson ha sido nominado al Oscar. De ahí que agrupemos dos de las mejores interpretaciones oscuramente cómicas de las dos últimas décadas: Hackman, en su mejor momento, como pícaro patriarca, y Fiennes, como conserje de hotel, que revelan de forma experta y gradual la melancolía que subyace bajo la prístina estética y los diálogos inexpresivos de Anderson. 

4. Amy Adams en Arrival (La llegada), 2016: mejor actriz

La carrera a mejor actriz de 2016 podría ser la categoría interpretativa más competitiva de este siglo. Tanto es así que la película favorita de Adams sorprendentemente no fue nominada. Los votantes se equivocaron. La resonante historia de Denis Villeneuve sobre el contacto alienígena con la Tierra depende de la afligida lingüista de Adams, que conduce al público a través de una espiral temporal de pérdida, revelación y desgarradora aceptación. Habría sido una digna ganadora. Y, sin embargo,…

3. Sandra Hüller en Toni Erdmann, 2016: mejor actriz

…la mejor interpretación del año tampoco fue escogida. La tragicomedia épica de Maren Ade, que redefine una relación padre-hija a través de su homónimo alter-ego, otorgó a Hüller una magistral actuación como la nada tonta ejecutiva Inés, quien se desentraña profesional y personalmente. Dos escenas en particular, una actuación forzada de Whitney Houston en un karaoke y una improvisada fiesta nudista, son lo mejor que se puede hacer en la pantalla.

2. Paul Giamatti en Sideways (Entre copas), 2004: mejor actor

La odisea romántica y enófila de Alexander Payne fue el éxito indie de 2004 y un imán para los premios. Por eso, cuando se anunciaron las cinco nominaciones principales, incluidas las de dos de sus cuatro protagonistas, la ausencia de Giamatti tuvo un sabor… amargo. Quizás fue demasiado convincente en su papel de snob del vino (su frase contra el Merlot afectó a las ventas) y perdedor enamorado de Miles, como para que se registrara como una gran actuación.

1. Naomi Watts en Mulholland Drive (Sueños, misterios y secretos), 2001: mejor actriz

La victoria de Halle Berry en 2002 fue culturalmente importante. Pero, echando la vista atrás, ¿hubo alguna actuación ese año, o incluso este siglo, tan desafiante artística y emocionalmente desgarradora como la de Watts? La astillada y atormentada obra maestra de David Lynch transforma a la actriz de ingenua y asombrada en una ruina suicida. Se trata de una obra transformadora y profundamente perturbadora, quizá demasiado reflejo de la oscura realidad de Hollywood para el soñado concurso autocomplaciente de la Academia.

Traducción: Ligia M. Oliver

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