En el año del dragón, ¿soplará China fuego a su desinflada economía?
Analistas se preguntan si el año del dragón soplará el fuego que tanto necesita la economía china. Foto: Alex Plavevski/EPA

La economía china va de mal en peor, y apenas estamos en febrero.

Las cifras publicadas el jueves mostraron que los precios al consumo cayeron un 0.8% en enero en comparación con el año anterior, superando las expectativas de los economistas y marcando la mayor contracción en 15 años.

Los precios en China se han mantenido estables o han caído casi continuamente desde julio. Aunque hace más de un año que se abandonó la política de cero Covid en el país, los consumidores siguen mostrándose cautos a la hora de gastar, tanto en bienes cotidianos como en inmuebles, que tradicionalmente han sido el motor del crecimiento del producto interior bruto chino. El crecimiento de los ingresos se ha desacelerado y las elevadas tasas de desempleo están presionando a la baja los salarios de algunos trabajadores.

A algunos economistas les preocupa que una demanda persistentemente baja en China pueda tener efectos en cadena en todo el mundo, ya que podría empezar a depender de la demanda de otros países para reactivar su economía.

Esta preocupación es especialmente aguda en un momento en que los responsables políticos de Pekín han intentado compensar la espiral descendente del sector inmobiliario apostando fuerte por la fabricación industrial, sobre todo en tecnologías ecológicas como los vehículos eléctricos y los paneles solares. Se está animando a los bancos a aumentar los préstamos a los fabricantes, mientras que los préstamos al sector inmobiliario han disminuido. Un aumento de las exportaciones podría exacerbar las tensiones en torno a los aranceles comerciales y el dumping. El Reino Unido ya está investigando si las excavadoras chinas se venden a precios injustamente bajos, mientras que la Unión Europea ha puesto en marcha una investigación antisubsidios sobre los vehículos eléctricos chinos, una medida que ha causado consternación en Pekín.

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“China necesita tomar medidas rápida y agresivamente para evitar el riesgo de que la expectativa deflacionista se afiance entre los consumidores”, declaró a Reuters Zhiwei Zhang, economista jefe de la gestora de activos PinPOINT, con sede en Hong Kong.

La Oficina Nacional de Estadísticas de China dijo que la caída interanual de los precios al consumo se explicaba en parte por el hecho de que en 2023 la festividad del año nuevo lunar, que tradicionalmente impulsa el gasto, cayó en enero. Este año comienza el 10 de febrero.

Los analistas se preguntan ahora si el año del dragón soplará a la economía china el fuego que tanto necesita. En particular, se espera que los precios de los alimentos, que cayeron un 5.9% en enero, reciban al menos un impulso a corto plazo, ya que la gente se reúne para el banquete de año nuevo. Uno de los mayores lastres para los precios fue la carne de cerdo, que cayó un 17%.

Pero las tensiones a largo plazo de la economía china están demostrando que son obstinadas. A diferencia de crisis anteriores, Pekín no ha intervenido con un paquete de estímulos masivo. El presidente chino, Xi Jinping, afirma que quiere centrarse en un “crecimiento de alta calidad”, en lugar de la aceleración de dos dígitos que China experimentó a principios de la década de 2000. Todas las miradas están puestas ahora en las Dos Sesiones, las reuniones parlamentarias anuales del país que comienzan el 5 de marzo. Se espera que el objetivo de crecimiento para 2024 sea similar al 5% del año pasado. Es una cifra modesta para los estándares chinos, pero puede ser la nueva normalidad para la segunda economía más grande del mundo.

Traducción: Ligia M. Oliver

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