<i>Mi Perro</i>: presos y sus perros en Latinoamérica, un ensayo fotográfico
Un preso juega con su perro y otro perro de un compañero. Tocuyito, Valencia 2022 Foto: Ronald Pizzoferrato/The Guradian

El ensayo analiza cómo los presos en un entorno violento, doloroso y precario desarrollan profundos vínculos afectivos con otra especie, como un perro.

Venezuela, un país con una crisis económica, política y social de más de 20 años, no se caracteriza por ser vanguardista en materia penitenciaria. Aunque las relaciones internas que se forman entre reclusos y perros no son nada nuevo si se comparan con programas de otros países, lo innovador es que nadie les pidió a los presos que cuidaran de un perro, cuando cuidar de un recluso en una cárcel venezolana puede ser un “deporte extremo”.

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Rafael Briceño, un preso que cumple una condena de cinco años por robo, carga a su perro chihuahua, que comparte con su compañero de celda. Tocuyito, Valencia 2022. Foto: Ronald Pizzoferrato

Las cárceles de América Latina son un entorno violento y las condiciones de vida suelen ser precarias. No es ése el tema de este ensayo. Una situación tan adversa quizás no debería permitir el rescate y la crianza de otro ser vivo. Esto se manifiesta de forma natural, como si entre tanta lucha el alma también buscara su alimento.

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Un perro callejero que forma parte de la compañía de los guardias de seguridad pero que también entra en la cárcel y pasa tiempo con los otros perros. El Rodeo, Miranda 2023. Foto: Ronald Pizzoferrato
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Un preso saluda a amigos de otra torre a través de esta puerta en El Rodeo, Miranda 2023. Foto: Ronald Pizzoferrato

Al explorar la relación entre presos y perros, Mi Perro ofrece una visión más amplia y matizada de la vida en prisión. Muestra cómo los vínculos y la necesidad de conexión superan las barreras impuestas por el encarcelamiento. Esto no sólo proporciona una comprensión más profunda de la experiencia humana en situaciones extremas, sino que también cuestiona la noción de la prisión como lugar de exclusión y castigo absoluto.

Mediante investigaciones de campo periódicas y material fotográfico, el proyecto muestra cómo podemos entablar relaciones desde una perspectiva diferente con personas que no se ajustan necesariamente a las normas sociales. En este caso, el perro actúa como mediador, permitiéndonos alinearnos o ponernos al mismo nivel.

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Un preso con su perro, que es su compañero desde hace cuatro años. Dice que el perro es como su familia, su fuente más importante de afecto y amor en la cárcel. Tocuyito, Valencia 2022. Foto: Ronald Pizzoferrato

El proyecto explora la delgada línea que separa lo bueno y lo malo en una misma persona, lo que realmente nos hace y lo que podría pasar si tuviéramos la oportunidad y las decisiones correctas, porque al final todos somos humanos.

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Javier Almeida, preso que cumple una condena de 15 años por delitos de drogas, juega con su perro fuera de su celda. Dice que este perro es como un hijo para él. Tocuyito, Valencia 2022. Foto: Ronald Pizzoferrato

Si el perro, como compañero, tiene comida y cuidados, ¿qué ofrece al preso, que cuida de él? Esta pregunta en un contexto, lejos de la familia, de las personas y cosas que evocan el hogar del preso, nos acerca a ver nuestras propias similitudes y carencias, reflejadas en un ser de cuatro patas que nos acepta, nos hace sentir útiles. También nos da cariño, ¿y no son todas estas cosas las que nos recuerdan al hogar? Si es así, esta investigación pretende reflejar el sentimiento de pertenencia que el perro devuelve en esa relación.

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Un hombre descansa con su perro, Chiqui. Llevan cinco años juntos en prisión. Tocuyito, Valencia 2022. Foto: Ronald Pizzoferrato
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Mural dentro de la prisión de un hombre abrazando a una mujer, Tocuyito, Valencia 2022. Foto: Ronald Pizzoferrato
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Anuncio de hielo en la prisión de Tocuyito, Tocuyito, Valencia 2022. Foto: Ronald Pizzoferrato

En este recorrido por diferentes centros penitenciarios, una de las respuestas más impresionantes y a la vez más humanas es ver cómo nos refugiamos ante quien no nos juzga, sino que nos necesita. Significar algo para la vida de otro es muchas veces la oportunidad que nos salva.

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Un preso en Tocuyito juega con un cachorro que le regaló un amigo, es común que los presos tengan sus mascotas desde que son cachorritos. Tocuyito, Valencia 2021. Foto: Ronald Pizzoferrato
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Un perro Pitbull juega con su dueño. Tocuyito, Valencia 2022. Foto: Ronald Pizzoferrato
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Un preso que carga a su chihuahua Bestia dice que cuidar a su perro es un trabajo de tiempo completo. Tocuyito, Valencia 2022. Foto: Ronald Pizzoferrato

Al explorar las relaciones entre cautivos y perros, Mi Perro nos invita a reflexionar sobre nuestra conexión con el mundo natural y cómo nuestras relaciones con otras especies pueden trascender las barreras sociales y culturales. Esta perspectiva tiene implicaciones globales para la ética animal, las relaciones humanas con la naturaleza y la necesidad de promover una coexistencia más armoniosa y respetuosa entre todas las formas de vida. El objetivo es entablar un diálogo global sobre la justicia, la empatía y la coexistencia en un mundo diverso.

Traducción: Ligia M. Oliver

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